(Portugal/ Alemania/ Brasil/ Francia, 2012)
Dirección: Miguel Gomes. Guión: Miguel Gomes y Mariana Ricardo. Elenco: Teresa Madruga, Laura Soveral, Ana Moreira, Carlos Cotta. Producción: Sandro Aguilar y Luis Urbano. Distribuidora: Zeta Films. Duración: 118 minutos.
Mágica y melancólica sinfonía cinematográfica.
Para dar comienzo a una obra extraordinaria, un bello prefacio que podríamos declarar como una carta de amor al cine mudo: el blanco y negro, el formato 4:3 y una típica partitura de piano. Luego, Tabu se divide en dos etapas: la primera en la actualidad de Lisboa, en dónde la historia se refleja en los últimos días de Aurora (excelente actuación de Laura Soveral), mientras que la segunda, el film retrocede temporalmente unos sesenta años atrás para comprender el pasado de la ahora joven protagonista (Ana Moreira) y su vida en una granja dentro de una colonia portuguesa, que se podría denominar geográficamente en África.
Todo el film es en blanco y negro y con el formato televisivo nombrado anteriormente. Gomes expone una esplendida poesía acerca del transcurso de la vida. A su manera, muy cinematográfica, desarrolla excelentes planos y movimientos de cámara para caracterizar a los diversos personajes en el entorno que los rodea. Al principio resaltan los apropiados diálogos, en tanto que en la parte final el film se desenvuelve como una especie de película del cine mudo, ya que aunque hay una voz over, ésta toma la función de unos posibles intertítulos.
Tabu es brillante por donde se la mire, dando la sensación de revivir la pasión por hacer cine. Desde la interesante manera en que se lleva a cabo en carácter narrativo, como en su belleza visual, Gomes concreta una obra memorable en donde también son acertados los arreglos musicales, incluyendo una bizarra inclusión de “Baby I Love You” de The Ramones que surge a partir del silencio y que toca una banda en la granja, que a pesar de ser una situación atemporal en carácter histórico, propone un acierto brillante a nivel dramático.
Por Tomás Maito
Aurora es el eje de una película en dos partes, Paraíso y Paraíso Perdido, que transcurren en dos momentos distintos de la vida de ella. La primera parte narra sus últimos días, la segunda, es sobre su juventud, contada en tercera persona por la última persona que Aurora pidió ver. Ahora bien, el encanto del film no pasa por su historia, aunque es por demás interesante, sino por sus formas. Rodada en blanco y negro, y en 4:3, con grandes reminiscencias al cine silencioso de décadas pasadas, la película pasa por distintos géneros y estilos, sin perder una identidad propia, pues todo depende de la mirada de quién esté narrando en ese momento la historia.
La primera parte va y viene entre Aurora y su vecina, Pilar. El espectador conoce y acompaña a Pilar, una mujer cuya sencillez representa casi un opuesto a Aurora, y quién de a poco, se irá convirtiendo en el representante del espectador en la diégesis. La segunda parte es la narración de Gianluca. Nos encontramos con una historia casi silenciosa, acompañada por música, una sonorización ambiental y dramática, pero ausente de diálogos, los cuales son suplidos por la voz del narrador.
La variedad de recursos, la intensidad del relato, vuelven a Tabu una película que sorprende hasta el último momento, y es capaz de emocionar y hacer reír al mismo tiempo.
Por Tomás Luzzani