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CRÍTICAS - CINE

Terror en Chernobyl (Chernobyl Diaries)

Terror en Chernobyl (Chernobyl Diaries, Estados Unidos,  2012)

Dirección: Brad Parker.  Guión: Oren Peli, Carey Van Dyke, Shane Van Dyke. Elenco: Jesse McCartney, Jonathan Sadowski, Olivia Taylor Dudley, Devin Kelley, Ingrid Bolso Berdal, Nathan Phillips. Producción: Oren Peli, Brian Witten. Distribuidora: Diamond. Duración: 86 minutos.

Las perspectivas de una película en la que la “estrella” es su guionista y productor, cuyo antecedente destacado es haber sido el realizador de Actividad de Paranormal (2007), no pintaban demasiado alentadoras para un detractor de esa flojísima saga. El hecho de que se abandonara la idea del found footage pero que la historia rondara en torno a un grupo de turistas estadounidense que hacen algo así como “turismo extremo” en Ucrania y el posible diálogo con la seguidilla de Hostel tampoco mejoraban las expectativas…

Pues bien, que como decía don Fontanarrosa, uno nunca sabe. Terror en Chernobyl es una sólida película de género que se hace fuerte sobre todo en una perfecta arquitectura del terror, en la utilización del espacio y las locaciones. La sola visión de la abandonada ciudad de Pripyat -en la cual habitaban quienes trabajaban en la central nuclear de Chernobyl- produce una sensación de curiosidad, vacío y extrañamiento que resulta el germen ideal para que el horror aparezca. Los edificios abandonados de una geométrica y racionalista arquitectura soviética, los pasillos, pasadizos, escaleras e inesperados meandros constructivos esconden un secreto que aquí no develaremos, pero que resulta altamente eficaz al momento de producir miedo. Cual en un pueblo fantasma del viejo Oeste, como en una clásica película de terror, el tema es pasar la noche cuando aquel viaje de aventuras se transforma en pesadilla y los protagonistas quedan atrapados en la ciudad abandonada. El fuera de campo, las penumbras, en fin, el más atávico temor a lo desconocido, a la oscuridad, a lo que no se puede ver, funciona más allá de los típicos lugares comunes y las flojísimas actuaciones de este tipo de producciones con fuerte espíritu de clase B.

En fin, una grata sorpresa, una película a la que vale la pena acercarse sin prejuicios ni pruritos. Frente a las peroratas de Nolan y la imposición del evento-Batman, esta producción orgullosa de su propia naturaleza, que no necesita poner en primer plano su reflexión en torno al estado-en-que-se-halla-el-mundo, construye un clima de suspenso y terror al tiempo que, como ocurre en las buenas películas de género, no le escapa a otros temas peliagudos como pueden ser el peligro nuclear o algunas decisiones de gobiernos dudosamente democráticos. Pero a no asustarse (por esto último), acá no hay cantinela ni bajada de línea, solo una buena película de terror.

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