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CRÍTICAS

Tick, Tick, Boom

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Tick, Tick, Boom

Dirección: Nicolás Roberto. Escenografía: Fabián Mancina. Intérpretes: Paul Jeannot, Andrés Espinel y Natalia Cesari Prensa: Agencia Duche-Zárate

El arte es una forma de trascender la muerte física. La conciencia de muerte, por lo general, se manifiesta con el paso del tiempo y el correr de los años. El lugar común de este quiebre “existencialista” es cumplir treinta años, edad en que nos empezamos a debatir entre la adolescencia y la madurez, el placer y el deber  y cuanto mandato social se nos pueda ocurrir.

Tick Tick Boom es un musical que aborda esta temática pero con un magnífico sentido de la comedia. Compuesto originalmente por Jonathan Larson a modo de monólogo autobiográfico y representado por él mismo en 1990, año en que cumplió sus treinta, luego de su fallecimiento en 1996, David Auburn reconfiguró la obra a pedido de Victoria Leacock, amiga y productora de Larson, convirtiéndose en un musical de tres personajes.

El protagonista es Jon (alter ego del autor interpretado por Paul Jeannot, quien además estuvo a cargo de la traducción y dirección vocal), un joven compositor que está cerca de cumplir treinta años y al que le pesa el deber de crear una obra maestra para no tener que ceder su libertad ante el sistema ocupando puestos de oficina. Vive junto a Michael (Andrés Espinel), su gran amigo desde la infancia, un actor de teatro devenido en empresario corporativo, y completa el trío Susan (Natalia Cesari), su novia, una bailarina clásica que le da clases a gente rica con poco talento y sueña con dejar Nueva York y formar una familia.

La obra se divide en dos actos de una hora con un intermedio, pero que si estuvieran unidos no resultarían en absoluto densos. Aunque honestamente no soy muy adepta al género musical reconozco que el humor en Tick Tick Boom es dinámico y efectivo, y al ser de corte “off Broadway” tiene una puesta minimalista que permite que sus números musicales se destaquen más por la interpretación vocal y actoral, sin grandes rutinas de baile. Los tres despliegan una capacidad interpretativa destacable, y destaco sobre todo a Espinel y a Cesari que además de sus personajes principales interpretan (mediante mínimos cambios de vestuario y gestualidades) otros personajes secundarios sin que resulte extraño o inverosímil. La música es interpretada en vivo por un cuarteto conformado por teclado (Pablo Viña), guitarra (Daniel Andrés del Pozo), bajo (Pablo Sonaglioni) y batería (Tomás Pal) de forma precisa y sin errores.

Aunque es una adaptación al español de la pieza original, se mantiene la locación de Nueva York en la década del ’90, por lo que quizás el público que no tenga mucha relación con la cultura norteamericana de esa época pueda perderse con algunos chistes, como cuando Jon describe lo que es vivir en el Soho. Los últimos minutos toman un tono más dramático que emociona gracias a la capacidad de transmisión de Jeannot antes que por el contenido, que toca otro lugar común en obras que abordan la década y el ambiente artístico, y aunque no quiero entrar en detalles para evitar los spoilers, no es muy difícil darse cuenta.

Teatro: Maipo Kabaret – Esmeralda 449 Capital Federal

Funciones: Martes 21 hs

Entrada: $90

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