UN RELATO QUE RESPIRA AUTENTICIDAD
Conclave del director alemán Edward Berger (Sin novedad en el frente) está basado en una novela de Robert Harris, quien parece conocer muy a fondo los entretelones de una elección papal. Obviamente, los personajes son ficticios, pero guardan alguna relación con la estructura de la Iglesia católica actual, donde conviven las diversas ideologías de los algo más de cien cardenales que tienen a su cargo la elección de un nuevo Papa.
El inicio coincide con la muerte del santo pontífice, la dura tarea que le espera al conclave convocado para la votación de sucesor y la logística que obliga a que los diversos cardinales viajen a Roma.
El cardenal Lawrence (Ralph Fiennes) es el “dean” que debe conducir el accidentado proceso que se avecina, al laudar entre religiosos reaccionarios y racistas como el cardenal italiano Tedesco (Sergio Castellitto) y otro grupo más progresista y liberal, liderado por el cardenal Bellini (Stanley Tucci). A este grupo se integra el, por primera vez presente, cardenal de origen latinoamericano (acaso un guiño a Francisco) Benitez (Carlos Diehz) y varios africanos como Adeyemi (Lucian Msamati). Figura separada del resto es el que interpreta John Lithgow, de origen inglés y cuya clara meta es llegar a toda costa a ser elegido nuevo Papa. Para lograr su objetivo no dudará en apelar a prácticas desleales que buscan poner en manifiesto, pecados pasados, que incluyen los ideológicos de más de uno de sus opositores con mayores chances.
Aunque la Iglesia católica es esencialmente un espacio para las decisiones que toman exclusivamente los hombres, la presencia de varias hermanas religiosas, que incluyen a la hermana Agnes (Isabella Rossellini), gravitará en la decisión final al tener que afrontar una acusación a una de sus colegas, que la involucra con uno de los candidatos principales. En algún momento del relato uno de los cardinales más progresistas denunciará, con gran legitimidad, que en el conclave se revelan egoísmos, chicanas y otras estratagemas que acentúan el personalismo del grueso de la curia.
Gran parte del film está dedicado a las sesiones del conclave, donde los cardenales espesan sus votos en forma manual, muy diversa de la imperante hoy en día en la política. Naturalmente, al inicio ninguno de los candidatos alcanzará el cincuenta por ciento necesario para ser ungido Papa. Lo que sorprende es cómo van variando considerablemente los votos obtenidos a medida que se repite el proceso. Aunque en teoría el voto es secreto (salvo algunos pocos casos aislados), el film parece enfatizar que durante el tiempo que transcurre entre dos comicios hay negociaciones y traspaso de información, que alteran significativamente el siguiente resultado.
El ambiente en la Capilla Sixtina se verá alterado por explosiones desde el exterior y la amenaza de atentados. El film no se limita entonces al micromundo de la Iglesia, sino también al que transcurre fuera de la misma y las amenazas en la seguridad que traen aparejadas.
La película exhibe gran cuidado y precisión en los aspectos estéticos tales como la vestimenta de los prelados, el espacio en que tiene lugar el conclave, pero a diferencia de los que podría haberse reducido a un simple docudrama, genera suspenso e incertitud sobre quien finalmente será el nuevo Papa. Dicho logro se sustenta en haber elaborado Berger y su guionista Peter Straugahn una historia, donde reinará hasta último momento la incertidumbre sobre el resultado de la elección.
Y si bien son varias las actuaciones que sobresalen, la que más lo hace es la de Ralph Fiennes, quien logra transmitir al mismo tiempo su convicción en la fe que profesa, pero también sus dudas humanas, que lo llevan a desalentar a los demás colegas para que sea él el elegido.
(Reino Unido, Estados Unidos, 2024)
Dirección: Edward Berger. Guion: Peter Straughan. Elenco: Ralph Fiennes, Stanley Tucci, John Lithgow. Producción: Alice Dawson, Robert Harris, Juliette Howell, Michael Jackman, Tessa Ross. Duración: 120 minutos.