Viaje al Fin de la Guerra
Dirección y Dramaturgia: Gabriel Fernández Chapo. Escenografía y Vestuario: Emilia Pérez Quinteros. Iluminación: Claudio Alejandro del Bianco. Intérpretes: Giovanni Bellizi, Juan Mako. Voz en Off: Nacho Rosetti.
Si quieren venir que vengan…
Cuando se trata de ficción, todo es posible. Acaso una de las facultades más gratificantes de la expresión artística es la capacidad de distorsionar la realidad, crear dimensiones paralelas. Y si se puede imaginar, un presente alternativo, porque no un futuro, porque no un pasado.En Viaje al Fin de la Guerra, Gabriel Fernández Chapo nos invita a regresar a la crisis económica del 2001. Solo que esta vez, entramos en otra Argentina, una Argentina, donde los militares regresaron al poder e implementaron una guerra civil entre la Capital y el Conurbano, donde el pueblo se divide en unitarios y federales, y donde dos amigos de toda la vida, deben convivir en una misma carpa, esperando al enemigo, aislados, enfrentando el Apocalipsis.
En este micro universo que propone el dramaturgo/director, se cuestionan comportamientos básicos del hombre: la fidelidad, la lealtad, el lugar de la patria, la amistad, el amor, la confianza.
Lexo y El Feuchito contrastan en su sensibilidad, en su mirada sobre esa guerra y en la soledad que los alberga en el momento en que la misma se termine.
La convivencia lleva a los personajes a sentir una combinación de estados y ánimos, de la paranoia al cuestionamiento de la hombría.
Chapo hace gala de un burdo instinto para el absurdo, jugando con piezas establecidas, con los géneros y desvirtuando la primer mirada que podemos tener sobre los personajes en primera instancia, hacia un tono netamente oscuro y deprimente.
El otro, lo externo es un factor determinante a la hora de avanzar con la acción. Existe un mundo fuera de la carpa. Pero el peligro está dentro, la tensión se respira en la carpa misma, cuando ambos amigos, empiecen a desempolvar viejos rencores, y se genere un extraño juego erótico que nunca deja de tener un aspecto masculino, que es sucio, que trasmite cierta resignación y a la vez es sensual, divertido. En la brutalidad con la que ambos personajes se relacionan, se aman, se odian, Chapo encuentra una química especial.
Bellizi y Mako juegan a la guerra. Se juegan la guerra. Se juegan la amistad. ¿Es el fin de una relación acaso?
Viaje al Fin de la Guerra no pretende dar respuestas, sino vivir momentos límites en una frontera. El Espacio Polonia, permite que los espectadores nos introduzcamos en la misma carpa que los personajes y sienta esa claustrofobia y desazón.
Gracias a una acertada ambientación y un diseño de iluminación oscuro, frío, realmente estamos viviendo esa guerra. La Argentina se ha transformado y nosotros con los personajes somos los únicos sobrevivientes. Los efectos sonoros, apoyan este clima y nos transportan al pasado. ¿A Malvinas? ¿Al 2001? ¿Al futuro?
No importa eso. Chapo nos muestra un reflejo de un país políticamente dividido desde hace mucho tiempo, donde el bien y el mal están borrosos.
El agotador trabajo físico de ambos intérpretes es vital para que durante poco más de una hora entremos en un conflicto personal, donde el poder de las miradas, el cuerpo a cuerpo, el reducido espacio, consiguen que vivamos momentos incómodos. Pero a la vez, que en la ridiculez misma que significa el conflicto nos podamos reir.
Inteligente, reflexiva y con una visión cuasi cinematográfica, Viaje al Fin de la Guerra, es una experiencia que excede lo teatral, una experiencia sensitiva que no concede a la indiferencia.
Teatro: Espacio Polonia – Fitz Roy 1477
Funciones: Domingos 20 Hs
Entradas: $40 y $35
