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DOSSIER

Winona Ryder: la musa de la nostalgia

Incluso antes de cumplirse la cantidad de horas necesarias para poder ver los ocho capítulos en Netflix, Stranger Things ya había cosechado una gran cantidad de adeptos ávidos de expresar su fanatismo en las redes sociales. A través de constantes referencias a la cultura popular y su estética ochentosa, la serie de los casi ignotos Matt y Ross Duffer logró su cometido: cautivar a las masas nostálgicas.

Acorde a esta premisa, no es casualidad que el reparto cuente con Winona Ryder en uno de los roles protagónicos. Es que la actriz y productora de 44 años que interpreta a Joyce, ­una madre desesperada tras la desaparición de su hijo­ irrumpió en la historia del séptimo arte en el último tramo de los ochenta para convertirse en la musa de toda una generación.

Winona es uno de los 87 condados del estado norteamericano de Minnesota. Al bajar en diagonal hacia la izquierda del mapa, está Olmsted County: lugar donde un 29 de Octubre de 1971 nació Winona Laura Horowitz. Su segundo nombre se debe a la amistad que sus padres mantenían en aquel entonces con Laura Huxley, esposa del escritor Aldous Huxley, autor de la novela distópica Un Mundo Feliz (Brave New World, 1932).

Su padre es ateo y su madre budista. Sin embargo, ella se considera judía por sus abuelos, inmigrantes rusos que llegaron a Norteamérica escapando del Holocausto en la Segunda Guerra Mundial. Cuando era chica sus compañeros del colegio le pegaban y la molestaban debido a su aspecto andrógino. Por esa razón fue que, con la aprobación de sus padres, a los 10 años tomó la decisión de estudiar en casa. Tiempo después, también comenzó a tomar clases de teatro.

Winona debutó en el cine en el drama adolescente Lucas (David Seltzer, 1986), en el que compartió elenco junto a Corey Haim, Kerri Green y Charlie Sheen. Antes de incluirla en los créditos finales, los productores le sugirieron que cambiara su apellido por uno más comercial y así fue que eligió Ryder por Mitch Ryder, cantante y guitarrista de la banda de rhythm & blues The Detroit Wheels. No obstante, Sheen se jacta de haber sido él quien tuvo la idea al escuchar la canción “Riders on the storm”, de The Doors, en un recreo que ambos se tomaron del rodaje.

Se hizo mundialmente conocida por su papel de Lydia Deetz, una adolescente depresiva de look gótico, en Beetlejuice (Tim Burton, 1988). Luego, interpretó a la novia de 13 años del músico Jerry Lee Lewis (Dennis Quaid) en la biopic Bolas de Fuego, de 1989. Mientras rodaba El Joven Manos de Tijera (Tim Burton, 1990) comenzó a salir con Johnny Depp, quien se tatuó “Winona forever” en el brazo y lo cambió por “Wino forever” (“borracho por siempre”) cuando se separaron. Esa no sería su única relación mediática, ya que en los años siguientes la prensa también la vinculó sentimentalmente con Matt Damon, Christian Slater y Jay Kay, cantante de Jamiroquai.

Las actuaciones de Winona tenían la particularidad de sobrevivir a los dictámenes tanto de la taquilla como de la crítica, suerte con la que no siempre corrían sus films. Ganó un Globo de Oro como Mejor Actriz de Reparto por su papel en La Edad de la Inocencia (Martin Scorsese, 1993), en la que estuvo bajo las órdenes de Martin Scorsese, a quien ella considera “el mejor director del mundo”.

Francis Ford Coppola la convocó para formar parte del aglomerado de estrellas que significó el reparto de Bram Stoker’s Dracula, a pesar de que ella había rechazado previamente un papel en El Padrino III por sentirse “agotada” a raíz del ritmo frenético que había adoptado su carrera. Finalmente, ese personaje terminó siendo interpretado por la hija del director, Sofía.

En el imaginario de la cultura popular, la película que dejó impregnada a Winona Ryder como la musa de la Generación X fue el debut de Ben Stiller como realizador: Reality Bites (1994). El film se hizo en 42 días y pasó sin pena ni gloria en la taquilla. Sin embargo, se transformó en una obra de culto que retrató los problemas existenciales de la juventud norteamericana a mediados de los noventa, en un contexto moldeado por la irrupción y el auge del consumismo en la década anterior, el progresivo alcance de Internet, el fin de la Guerra Fría y la concientización de la sociedad sobre el sida.

Sus últimos protagónicos de la década la encontraron compartiendo cartel junto a Sigourney Weaver en Alien: La Resurrección (Jean Pierre Jeunet, 1997), una de las más taquilleras de la saga, y en Inocencia Interrumpida (James Mangold, 1999), basada en la historia real de Susanna Kaysen, escritora que estuvo internada en un hospital psiquiátrico en los sesenta por sufrir trastornos de personalidad.

A pesar de haber comenzado el nuevo milenio protagonizando el drama romántico Otoño en Nueva York (Joan Chen, 2000) junto a Richard Gere , la carrera de Winona comenzó a mermar: el pulso de la industria comenzó a pasarle factura y repercutió en su vida personal. El punto de inflexión fue cuando la descubrieron robando ropa en un local de Beverly Hills y la sentenciaron a tres años de libertad condicional, a pagar una multa económica y cumplir servicio comunitario.

Durante 15 años, Winona Ryder alternó su devenir personal con roles secundarios en títulos de diversos calibres: encarnó a la madre de Spock en Star Trek (J.J. Abrams, 2009); participó en la aclamada El Cisne Negro (Darren Aronofsky, 2010) e incluso volvió a trabajar con Burton prestando su voz en Frankenweenie (Tim Burton 2012). Sin embargo, fue la televisión el escenario para su vuelta a los primeros planos en el último tiempo.

Antes de ponerse al frente de Stranger Things ­de la que se espera el anuncio de una segunda temporada en breve­ , el año pasado también actuó junto a Oscar Isaac y la argentina Carla Quevedo en la serie de HBO Show Me a Hero.

Recordada y adorada por muchos amantes del cine categoría VHS, todavía está por verse cuál será el panorama de Winona Ryder en el futuro: si podrá mantenerse a flote en el radar de la era dorada de las series, y si aún queda lugar para ella en un mercado cinematográfico en el que las remakes, los reboots y las grandes superproducciones dedicadas a las sagas de superhéroes parecen tener copada la parada.

Cristian Calavia | @cristiancalavia

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