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CRÍTICAS - CINE

Wolverine: Inmortal, según Tomás Maito

Una nueva entrega, pero para el olvido.

Es sabido que a parte de ser un arte, el cine es un negocio y hoy en día – para explotarlo – parece que las principales estrategias son sacarle todo el jugo posible a una saga exitosa y reinventarla constantemente, siendo que un conjunto de un protagonista taquillero, efectos especiales y la moda 3D hagan de la película un posible nuevo éxito. El mayor problema de ésta clase de films es que entre tanto ruido, generalmente siempre quedan en deuda en el plano narrativo, cuestión más que importante, porque a pesar de todo tipo de artificio que pueda proponer el dispositivo cinematográfico, no hay que olvidarse que – después de todo – un película es una obra que cuenta una historia y ésta debe ser (o es conveniente que sea) atractiva.

Todo esto viene al caso debido a la nueva película de la franquicia X-MenWolverine: Inmortal, dirigida por James Mangold. En esta oportunidad, hay que decir que esta entrega tiene algo a favor sobre otros films del género fantástico relacionado a los comics y superhéroes que es que no abusa excesivamente de los efectos especiales por CGI y que, a pesar de que resulta totalmente innecesario en el campo dramático, el 3D no luce tan mal como en otras películas, sino que se muestra correcto a la hora de exponer cada uno de los escenarios y las distintas acciones que la obra propone.

El inconveniente con Wolverine: Inmortal es que intenta ser un híbrido entre mutantes, yakuzas y ninjas y entre todos esos componentes nunca termina de concretar una historia de acción que sea llevadera. En esta nueva obra, el famoso héroe interpretado una vez más por Hugh Jackman se dirije a Japón para despedir a un viejo conocido al que le había salvado la vida en el pasado, aunque entre una que otra cosa tendrá que proteger a la nieta de éste quién se encuentra en grave peligro. Como es de imaginar hay una subtrama romántica, pero el mayor problema es que entre tantos tópicos, el film se torna demasiado denso, carece de acción y por momentos parece que la narración no tiene mucho sentido más allá de exponer a Wolverine en una nueva aventura forzada, sólo porque su personaje (y el actor que lo interpreta) resulta carismático.

A pesar de ser correcta en el plano visual y tener secuencias bien logradas como la inicial en el campo de batalla, Wolverine: Inmortal resulta una película fallida y sumamente intrascendente dentro del universo X-Men, la cual carece de acción y ritmo narrativo y – por momentos – en vez de entretener, aburre bastante.

calificacion_2

Por Tomás Maito

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