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CRÍTICAS

XIX Festival Internacional De Teatro Santiago A Mil: El Gorila

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El Gorila (Francia)

Dirección: Alejandro Jodorowsky. Elenco: Brontis Jodorowsky. Iluminción y sonido: Teatro GAM.

“_ Y qué es ese sentimiento que tienen ustedes ¿el amor? Ah, yo no sé qué es eso.”

“_ Y si llego a casa a altas horas de la noche, allí me espera una pequeña y semiamaestrada chimpancé, con quien a la manera simiesca, lo paso muy bien. De día no quiero verla pues tiene en la mirada esa tristeza del animal alterado por el adiestramiento, y no puedo soportarlo.”                                                                        

Franz Kafka.

Jodorowsky, es llamado un “artista polifacético”. Según su biografía: escritor, novelista, dramaturgo, poeta, ensayista, director teatral, director de cine, guionista de cine, actor, mimo, marionetista, compositor de bandas sonoras, escultor, pintor y escenógrafo en cine, guionista de cómics, dibujante, instructor del tarot, psicoterapeuta y psicomago. Autor de las controvertidas películas La montaña sagrada o El topo y actual tarotista en el Cafe Le Téméraire en Paris. No me corresponde evaluar la obra de Alejandro Jodorowsky,  sus objetivos artísticos o la particular idiosincrasia de su personaje. Pero más allá de los aportes o influencias que haya podido generar o no este artista en el mundo de la cultura y el arte, es innegable la llamada de atención que ha logrado en diversas etapas de su vida y la cantidad de seguidores que posee incluso actualmente en el mundo entero. De modo que al menos por su trayectoria relacionada con lo controversial, era esperable de la mezcla Kafka – Jodorowsky, mínimamente algo original, llamativo o al menos poco común.

La desilusión es enorme. No hay nada en esta obra de la esencia Kafkiana y casi podría decirse que ni siquiera de la de Jodorowsky. Nada hay de controversial, ni que hablar de algo que se relacione con alguna vanguardia, nada hay de original. Toda la obra se encuentra pensada únicamente con el objetivo de entretener al público por un lapso de 60 min. de forma por completo pasatista, en lo que claramente es mero teatro comercial. Una obra hecha para justificar el precio de una entrada.

Esto se ve tanto en el texto como en el montaje. Sólo se salva la frondosa actuación de su hijo Brontis, relacionada con el mimo y un excelente trabajo corporal, pero que de la misma forma que lo hace un mimo, sólo busca llamar la atención del público sin un texto. Pero habla. Y habla con un texto de Franz Kafka. Escritor checo en lengua alemana, cuya obra es considerada una de las más influyentes de la literatura universal. Suele trabajar de un modo profundo, la sensibilidad y la fragilidad humanas, en donde las comparaciones o transformaciones con el mundo animal son su más conocido sello. Informe de una academia, que es el escrito que se toma en esta obra, vendría a ser el reverso de La metamorfosis, en donde un hombre se convertía en insecto. En esta historia es un mono quien se convierte en hombre.

La sinopsis pone en el centro de la trama a un gorila que es arrancado de su selva africana para ser expuesto en un zoológico. Esto lo obliga a buscar una manera de salir de su encierro: aprender a hablar y comportarse como un humano, adquiriendo los contenidos académicos y culturales necesarios para poder integrar la sociedad de los hombres. En este ascenso, luego de convertirse en un fenómeno del music-hall, pasará a ser productor y terminará invirtiendo en la bolsa, adentrándose de este modo, tanto en el aspecto más genial de la civilización cosmopolita, como en el menos feliz, dado en el materialismo, el academicismo exacerbado y a la falta de libertad a la que tanto una cosa u otra pueden llevar, haciendo sentir al ser humano dentro de una jaula que no dista mucho de ser la de un Gorila en un zoológico.

Ahora bien, el contenido de la historia y el mensaje es claro, y podría llegar a verse como remanido, en tanto busca evidenciar una crítica social que ya es clara hace mucho tiempo. Subtextos como “ningún animal es superior a otro”; “todo sistema animal tiene pros y contras”. Y los de lo relacionado con lo académico, como “la universidad no nos da todo”, no son conceptos que en estos tiempos alguien pueda negar. Pero no es esto precisamente lo que Kafka quiso transmitir, o mejor dicho, esta misma historia podría ser contada de muchas maneras. En todo texto la forma es parte del contenido y por supuesto, mucho más en la literatura dramática.

Jodorowsky acertadamente no le colocó el nombre de Informe de una academia a la obra, sino El gorila, pero más allá de obvias razones relacionadas con los derechos de autor, se debe a que no comulga en absoluto con la forma de Kafka de tratar a su propio texto. Con el detalle de que el texto casi no se encuentra modificado, no es una adaptación que toma la esencia del original para tratar de investigarlo con otra óptica e ir más allá. Lo que hace Alejandro Jodorowsky es utilizar el trabajo de otro artista, para sacarle su jugo comercial. Cada modificación del texto tiene su razón de ser en lograr la risa fácil del público. Gags, tonos, acentuaciones, miradas y gesticulaciones dibujadas del que hacer del mimo –y un mimo parlante- destrozan toda la esencia del texto original (oscuro, triste y sutil). El director podría haber querido hacer una versión diferente, lo que sería muy válido, pero no la hizo.

Por momentos da la impresión de haber como un intento de manipulación de las masas, desde el trabajo de la risa fácil, así como del golpe bajo. Casi como en un hipnotismo mímico, que lo que menos promueve a la gente es al pensamiento, son llevados por gestos y palabras sin profundidad –y se logra esto con Franz Kafka-, a un mundo en el que no se piensa, solo se busca ser feliz mediante el volver a las raíces de lo salvaje, celebrando el puro hedonismo de comer, procrearse y dormir. Pero quizá sea sólo una impresión, no nos dejaremos influir por las otras facetas de este artista, como la psicomagia, seguiremos ciñéndonos a esta obra de teatro, pasando a hablar del montaje.

Tenemos frente a nosotros el enorme espacio escénico de un importante teatro de la ciudad de Santiago de Chile, el Gam, sede oficial del Festival (el equivalente al Teatro Municipal General San Martin en Buenos Aires). En lo que en correspondencia sería “la coronado”. Allí veremos un unipersonal (que hubiera ganado mucho más no siéndolo) cuyo montaje consta únicamente de un actor y un decorado de fondo. La escenografía es un mero decorado con el que el actor no interactúa en ningún momento. Cuatro o seis paneles presentan los rostros de algunos grandes pensadores, colgados como intentando transmitir una supuesta presencia académica, pero no lo consiguen en su literal prestancia de cuadros colgando en un teatro. Es decir, no interactúa con ellos ni el actor ni las luces.

Luego hay dos elementos más, que al menos el actor “toca”. El pulpito frente al cual el gorila se para emitiendo su discurso a los académicos, con su silla que de allí saca para colocarla en el centro de la escena dos veces y sentarse. Pulpito en el que hay únicamente una botella, de la que toma aguardiente y la deja, para explicar con ese gesto una importante relación con la bebida y el aprendizaje. El otro elemento es un atril con lindas láminas con los nombres de las ciudades pertenecientes al recorrido del Gorila por la civilización, que es utilizado para dibujar o acompañar con una acción ese contenido: consistente esta en pasar cada cartel pedagógicamente, cual maestra de escuela al alumnado, para que entendamos la lección. Lo que se ha descrito es todo lo que hay y sucede en la puesta en escena, lo que describe prácticamente una ausencia de montaje.

Hay que admitir el gran trabajo actoral de Brontis, pero como explica Jorge Ibañez, actor de origen chileno al igual que Jodorowsky, residente en Europa, y experto en la muy física técnica Le coq de entrenamiento actoral, “había una intención muy fuerte desde la dirección de coreografiar y fisicalizar al Gorila de una manera pantomímica que sólo ilustraba los contenidos revelando unicamente la calidad de movimiento actoral del actor. Pero estos movimientos se encontraban impuestos al texto, sin pertenecerle. Por otro lado, toda la obra se basa en la tensión entre un hombre y un simio insertos en un mismo ser. Una contradicción entre la faceta animal y la racional de ese ser. Pero el aspecto simiesco se encuentra demasiado marcado desde el principio y demasiado razonado hacia el final en el que si este ser extraña su origen animal, debería haberse escapado el Gorila” –argulle Ibañez, explicando que  “el trabajo animal se encontraba mal dosificado”. La pantomima actoral aclaraba lo no confuso, únicamente con miras a divertir al público. Es indudable el por completo espectacular trabajo corporal –no actoral- de el artista Brontis, pero esto es lo único que hay en escena. Tanto el actor como la dirección apoyan toda la obra sólo en ello. Por último, según explica Ibañez, el nivel vocal que llevaba la palabra, fue sometido a alteraciones de volumen saturadas, que no correspondían a una organicidad en la manera en la que surgía el argumento. De este modo, lo que le fue generoso físicamente debía haber sido más medido a nivel vocal.

“Yo sólo quiero difundir conocimientos, sólo estoy informando. También a vosotros, excelentísimos señores académicos, sólo os he informado.”

Franz Kafka.

PD: Escrita en colaboración con Juan Ibañez 

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