A Sala Llena

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CRÍTICAS

XXI Festival Santiago a Mil de Chile : Aatt Enen Tionon

Dirección: Boris Charmatz. Producción: Museé de la danse /Centre Choreografique National de Rennes et de Bretagne. Coreografía: Boris Charmatz.Regidor general: Erik Houllier. Regidor de escena: Samuel Dosiere. Bailarines: Lénio Kaklea, Mathieu Burner, Boris Charmatz.Iluminación: Yves Godin. Sonido: Olivier Renouf.Música: PJ Harvey. Prensa: Pilar Subriabe.

Los modos que posee la danza de romper con lo establecido, de generar una vanguardia, son diversos. Uno de ellos se plantea en torno al espacio, el otro en relación a la coreografía y también puede localizarse en los vestuarios, la iluminación y alguno o más elementos escenográficos. En esta obra hay un claro intento de acercamiento a la vanguardia a través del manejo no convencional del espacio.

Una estructura metálica vertical se yergue mediante tres pisos cuadrados de aproximadamente 4×4 m. Sobre cada piso vemos parado a un intérprete distinto, que con movimiento aletargado espera que el público se acomode, apenas impaciente. En el primero y segundo piso se ubican dos hombres y dos hombres y en el tercero y último, una mujer. Están vestidos con ropa de calle de colores neutros y lisos. Comienza el espectáculo y la bailarina se saca el buzo, que deja caer al suelo desde su altura; el chico del primer piso se saca los pantalones y el del medio va ya por los calzones. Al subir la vista veremos que la mujer hace lo propio, quedando todos desnudos de la cintura hacia abajo pero con remeras blancas en el torso.

Comienzan a moverse a través de una coreografía contemporánea sincopada, rompiendo la regularidad del ritmo por medio de la acentuación de una celeridad y volviéndolo a retomar, generando un patrón algo uniforme. Espasmos de incomodidad en la imposibilidad del desplazamiento que relata un aislamiento en los personajes. Por momentos parecen comunicarse de un piso a otro. Escuchar los pasos del vecino de abajo o la chica de arriba. Una mano intenta acercarse, cruzar las barreras de lo establecido. Pero no llega. La soledad a la que somete este monolito a los personajes impide el contacto y la comunicación. Como un edificio en donde cada piso tiene su propia historia, no muy diferente a su vez, unas de otras. Las tensiones y agotamiento de los cuerpos son parte del ajetreo de las almas desnudas ante el vacío existencial que no puede llenarse solo con la vida misma.

Hay que reconocer que la puesta en escena es muy interesante. No sólo por el trabajo espacial y de escenotécnia sino también por la iluminación de tres globos grandes como de papel, que nos llevan a visualizar un lugar de relajación, de estética japonesa, milenaria y budista. Y entonces por momentos los movimientos nos provocan ese tipo de relajación, aunque sean la expresión de la angustia interior de los personajes.

Sin embargo la coreografía en concreto es seriamente repetitiva y poco original, sosteniéndose así todo el espectáculo en la estructura espacial del escenario. Pero la danza es una disciplina de los cuerpos, si bien toda originalidad en su despliegue es bienvenida a la hora de pertenecer a la vanguardia, siempre nutritiva en las artes. Llevado esto al teatro, diríamos que hay una buena puesta en escena pero que tanto la dramaturgia como la dirección y las interpretaciones son endebles.

Aún así es bueno ver las posibilidades que la danza es capaz de ofrecer. No siempre tan bidimencionales como creemos. Las disciplinas en los diversos escenarios pueden caer en laberintos de estereotipos o encrucijadas de lo previsible pero hay que recordar que de los laberintos, se sale por arriba.

Teatro: Centro Cultural Matucana 100

Funciones : 4 al 6 de Enero 22 hs.

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