(España, 2015)
Dirección y Guión: Jonás Trueba. Elenco: Renata Antonante, Francesco Carril, Vahina Giocante, Miren Iza, Sigfrid Monleón, Luis E. Parés, Vito Sanz, Isabelle Stoffel. Producción: Javier Lafuente. Distribuidora: Independiente. Duración: 70 minutos.
Viajeros posmodernos.
Jonás Trueba, el hijo del realizador Fernando Trueba, es uno de los jóvenes directores que en España impulsan un cine intelectual que representa la cultura romántica española. En este sentido, Los Exiliados Románticos, último opus del madrileño, representa el manifiesto de este anhelo ibérico por encontrar nuevas fronteras de expresión cinematográfica.
Una cita y un espíritu de recuperación de la esencia de una gesta romántica revolucionaria animan el tercer largometraje del realizador. Partiendo de la extraordinaria biografía del activista revolucionario ruso Aleksandr Herzen -creador de la publicación opositora al régimen zarista La Campana- escrita por el exquisito e inestimable historiador británico y epígono del pragmatismo historiográfico, Edward H. Carr, la película de Trueba se adentra en las relaciones humanas y amorosas detrás de un viaje a través de España y Francia, recorriendo un camino filosófico posmoderno y confuso.
En Los Exiliados Románticos, tres españoles parten de Madrid hacia Francia en una combi en la búsqueda de tres mujeres que aman. En el camino se enfrentan a sus propios sentimientos, afianzan su amistad, suman gente al viaje y van encontrándose a sí mismos, siempre acompañados por la música desgarrada y la presencia de la cantante española de letras áridas Miren Iza, líder de la banda Tulsa.
La película representa los ideales y la idiosincrasia de los nuevos españoles; desinteresados por el trabajo, sumidos en la apatía y suplantando la aventura con el viaje y el recuerdo de los amores pasados por encima de cualquier mirada hacia el futuro. Los diálogos son un apéndice de la imagen y de la música instrumental que con un volumen superior entierra las voces. El multiculturalismo y la interacción entre los intercambios filosóficos y la música funcionan como una especie de disociación de la realidad que marca una diferencia entre los que hacen y los que sueñan.
El opus de Jonás Trueba indaga con un tono seco y parsimonioso en las relaciones sociales, a la vez que recupera los cuentos de la fallecida escritora italiana Natalia Ginzburg y el pensamiento del arquitecto y diseñador Richard Buckminster Fuller, conocido por patentar la estructura del domo geodésico y sus ideas sobre la sustentabilidad en el capitalismo. Con una visión posmoderna del mundo, los “exiliados románticos” surcan las ideas modernas y discuten sobre exilio e inmigración, entre otras cosas, para no llegar realmente a ningún lugar y celebrar la vida y la amistad como viaje. Los momentos interesantes alternan con la anodina historia mientras el romanticismo del film se disuelve en el aire, dejando una tibia estela de las extraordinarias ideas que lo inspiran.
Por Martín Chiavarino