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CRÍTICAS - CINE

3 ¿Cómo recuperar a tu propia familia?

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3, ¿Cómo recuperar a tu propia familia? (Argentina, Alemania, Chile, Uruguay, 2012)

Dirección: Pablo Stoll. Guión: Gonzalo Delgado Galiana, Pablo Stoll. Elenco: Humberto Vargas, Sara Bessio, Anaclara Ferreyra Palfy. Duración: 119 minutos.

3 problemas

El primer problema de esta película co-producida por Argentina, Alemania y Chile no es diferente del que tienen las películas latinoamericanas en general. Ese problema es que parece demasiado interesada en mostrar “lo real”, al punto tal que termina siendo una película más sobre la vida cotidiana de un personaje que nos aburre con planos larguísimos de su rutina. Y si esta vida ya nos interesaba poco, luego de varios de estos planos no nos interesa nada. El segundo problema de este tipo de cine –que, lamentablemente, los directores de Latinoamérica (en su mayoría) ya se han acostumbrado a presentarnos- es que no sabemos qué corno les pasa a estos personajes que siempre andan con cara de culo y hacen cosas que no tenemos idea de por qué las hacen o qué se les pasa por la cabeza, pero supuestamente tienen “conflictos internos” y están en un momento definitorio de sus vidas.

En realidad no les sucede nada extraño ni definitorio a estos personajes: la mamá de Ana tiene que cuidar a su tía enferma en sus últimos días de vida; el papá de la protagonista es un odontólogo que quiere volver a formar parte de su familia, (nunca sabemos por qué se separaron) y Ana está en el medio de los dos. Mientras tanto, se lleva a la cama al tipo que viene a pintar la casa, pierde el último año del colegio, fuma y sale a revolear la cabellera en antros de rock.  Nada extraordinario, nada innovador. Sí hay dos momentos rescatables: uno cuando el odontólogo llama a su próxima paciente y ésta parece salir del medio de la jungla por la cantidad de plantas que tiene en el consultorio, y otro cuando el odontólogo baja el disyuntor que se encuentra en la cocina del departamento en el que atiende para no tener que seguir trabajando.

Hay algo que detesto en este tipo de cine: los personajes que parecen muertos en vida y se mueven en un registro actoral totalmente inverosímil pero pretenden mostrar una supuesta realidad. Lo peor de todo es que algunos dicen que el cine de este señor dialoga con el de Kaurismaki. A esa gente le recuerdo que lo mejor del cine de Kaurismaki es la economía narrativa, algo que deberían aprender a utilizar con criterio los cineastas latinoamericanos o, por lo menos, ponerlo en práctica. La película de Stoll, muy lejos de ser una comedia, es una película fallida desde todo punto de vista: con largos silencios que pretenden tener una cierta “profundidad”, planos larguísimos que no aportan nada al relato ni ayudan a enriquecerlo y -como no puede faltar en este tipo de cine- el típico plano largo y pajero. El tercer problema, y no por eso el menos grave, es la duración: la historia es mínima y la película dura 119 absurdos minutos. Quizás eso sea lo único que tiene de absurdo esta película.

3 es una más de ese conjunto de películas que parecen hechas para triunfar en el exterior, donde contemplan con una cierta fascinación (inexplicable) a este tipo de cine que simula decir mucho pero que, debajo de la superficie, no tiene absolutamente nada. Su buen recibimiento en el Festival de Cannes seguirá siendo un misterio para mí.

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