And the days keeps on worryin’ me
There’s a hellhound on my trail, hellhound on my trail
LOS PARANOICOS
“No me importa cómo mierda te llames”, le espeta la oficial Madolyn Harris (Michelle Dockery) al diabólico villano que interpreta Mark Wahlberg antes de propinarle un golpe con un matafuegos en su prominente calva (acaso la más divertida revelación de la película). No es sólo un one liner, sino una declaración de principios con respecto al trato que se le dispensa a los malvados y la propuesta de Amenaza en el aire en general: esquemático, implacable, directo.
Ni lo escueto de su carrera como director (apenas 6 películas en 32 años, desde su debut en El hombre sin rostro) ni las numerosas polémicas en las cuales se ha envuelto públicamente le han impedido a Gibson construir una filmografía muy ambiciosa: épicas históricas, gran despliegue de producción y una particular manera de retratar la violencia le han granjeado todo menos indiferencia. Cabe aclarar que quienes vayan al cine buscando la escala de Corazón valiente, La Pasión de Cristo o Apocalypto, no la encontrarán: Amenaza del aire es Gibson en su modalidad más contenida, escueta (apenas 91 minutos) y contemporánea posible.
Amenaza en el aire es también la película en la que Gibson abraza más abiertamente los códigos del cine de acción y del thriller (aunque, qué es Apocalypto sino un thriller en el escenario más original posible); la primera vez que dirige el tipo de película que lo cimentó como actor. La premisa es infalible, el tipo de sinopsis que haría brillar los ojos de Alfred Hitchcok: una agente de policía vuelve al trabajo de campo después de un retiro forzado para capturar a un contador de la mafia, que promete delatar a uno de sus clientes a cambio de inmunidad; lo sube a una avioneta de cabotaje para atravesar una cadena montañosa hasta que descubren que el piloto trabaja para el mafioso y están atrapados con él a tres mil metros de altura.
Que el poster con el rostro de Wahlberg como presencia excluyente no engañe: esta es la historia de Madolyn, el personaje de Michelle Dockery. Wahlberg ocupa el rol de villano, un sádico que, más allá de su momentáneo trato con la mafia, sólo busca el caos. Para derrotarlo, Madolyn deberá forjar una improbable alianza con el insufrible contador Winston (Topher Grace) para aterrizar a salvo y, tal vez, expiar la culpa de un incidente que le costó la suspensión del trabajo de campo. En este punto, Gibson vuelve a los motivos de su primera película; a ese hombre desfigurado que él mismo encarnaba, recluido en su casa luego de matar involuntariamente a uno de sus estudiantes y ser acusado injustamente de pedófilo.
El motivo de la culpa y la posibilidad de expiación a través de una nueva circunstancia es, por supuesto, eminentemente católico. ¿Cabía esperar otra cosa del director de La Pasión de Cristo? Amenaza en el aire presenta, sin embargo, nuevas facetas en la obra de Gibson: es su primera película protagonizada por una mujer, la primera en la que un personaje de ascendencia árabe tiene relevancia en la trama (ni más ni menos que el que ayuda a Madolyn a aterrizar… un avión), y la primera en la que se alude a la diversidad sexual de manera explícita (queda a consideración si la lectura que se hace de esa diversidad es necesariamente negativa). Cierta óptica las verá inevitablemente como provocaciones, considerando los múltiples escándalos en los que Gibson se ha envuelto por sus expresiones públicas (antisemitismo, homofobia, misoginia, y la lista sigue); yo creo que sus intenciones son más honestas.
Hay un elemento que permea todo el relato y se resignifica en su inquietante final, que nos hace pensar que todo ha sido una elaborada conspiración de la propia institución policial para darle fin al contador: la paranoia. La sospecha de que la batalla contra la corrupción jamás termina y que el único coto posible está en nuestra conciencia, nuestra voluntad de seguir luchando aun teniendo al mundo en contra. Gibson no duda en abrazar teorías conspirativas: una de sus últimas polémicas fue cuando, en conversación con Joe Rogan, sugirió que las farmacéuticas ocultaban la existencia de tratamientos alternativos efectivos contra el cáncer.
Tienta pensar Amenaza en el aire como la primera película de la segunda era Trump, más aún después de que Gibson haya sido designado -junto con Sylvester Stallone y Jon Voight- como “embajador especial” de la presidencia en Hollywood. Lejos de separar la obra del artista -mentalidad que sólo funciona para exculpar nuestro disfrute con la obra de aquellos con los que no acordamos o directamente detestamos-, invito a ver Amenaza en el aire como una expansión de los horizontes artísticos de Gibson que, no en vano, nos remonta a las alturas.
(Estados Unidos, 2025)
Dirección: Mel Gibson. Guion: Jared Rosenberg. Elenco: Mark Whalberg, Topher Grace, Michelle Dockery, Leah Remini. Producción: Bruce Davey, John Davis, John Fox, Mel Gibson. Duración: 91 minutos.