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CRÍTICAS - CINE

Amigos Intocables, según Rodolfo Weisskirch

Pura Química

Es muy posible que si no hubiese sido un sorpresivo éxito de taquilla que ganó adeptos a nivel mundial gracias al boca en boca, nunca habríamos escuchado hablar de esta película. No pasó por Les Avant Premieres ni ningún Festival clase A, no tiene figuras de la talla de Gerard Depardieú o Catherine Denueve. Ni siquiera están Louis Garrel o Romain Duris para trascender los límites de Francia. Tampoco apunta directamente a la juventud con estrellas televisivas atractivas o un tema que podría llegar a interesar al público adolescente.

Entonces, ¿cómo se explica el fenómeno mundial que se suscitó alrededor de Amigos Intocables?

La respuesta es simple: una combinación de química, suerte y un relato cinematográfico clásico bien contado sin caer en golpes bajos ni sentimentalismo o efectos demagógicos.

¿Acaso no es eso lo que pasó con las primeras películas de Campanella con Ricardo Darín? Y eso que Amigos Intocables es mucho menos sensiblera que El Hijo de la NoviaEl Mismo Amor, la Misma Lluvia.

El secreto de Campanella es saber narrar y generar empatía gracias a personajes identificables con el público, además de lograr que haya química entre sus intérpretes. Tan sencillo como eso. No se necesitan efectos especiales, ni recurrir a temas de moda en la cultura popular; solo basta con saber contar lo mismo de forma tal que el espectador se emocione y no sienta que se comió un bodrio lacrimógeno. Hay que saber combinar un poco de comedia, un poco de drama, todo eso sin llegar al absurdo ni convertirse en una telenovela del mediodía.

Podría decirse que el secreto de Amigos Intocables es François Cluzet y Omar Sy. El primero es uno de los más brillantes intérpretes veteranos, de esos que no salen de Francia pero son reconocibles tanto en obras de autor (Chabrol o Giannoli) como en propuestas más comerciales (El Arte de Amar). Y, de hecho, no sería alejado compararlo con Darín. Omar Sy es un joven intérprete con algunos trabajos en su haber. De sus primeros films solo se puede destacar Micmacs (última obra de Jean-Pierre Jeaunet). Los realizadores Nakache y Toledano consiguen que la pareja se fusione de tal forma que ninguno tape al otro. Uno de los secretos para que eso pase es que ambos personajes son complejos: un millonario tetrapléjico y un inmigrante de Senegal con una familia numerosa, entre ellos un hermanastro metido en pandillas y una tía que trabaja como empleada doméstica. Sin esconder las decepciones internas de los personajes y sus preocupaciones respecto de sus respectivos contextos, ambos empatizan por tener carácter egocéntrico y sentido del humor. Esto se refleja no solo en la relación de los personajes sino también en la de los actores.

La comicidad es el vehículo que los realizadores elijen desde el principio para llevar a cabo la relación. Ya sea el carisma de Driss (Sy), que se termina convirtiendo en algo más que un enfermero, o el optimismo de Phillipe (Cluzet). Los directores usan esas características para sacar lo mejor del relato: su concepción del valor de la amistad. Y, si bien apelan a una estructura demasiado previsible y a lugares comunes, evaden ciertos clisés y cualquier atisbo de convertir a la película en una obra deprimente que se podría regodear en el lado más sentimental. En cambio, aquí se elige el camino de los contrastes: la sátira sobre el status quo de los aristócratas franceses es visto con ironía pero sin burla; la crítica de los sectores más humildes de París es retratada con realismo, sin caer en una pintura de pornografía de la miseria. Esos dos mundos llegan a confluir en forma natural, sin resultar forzada la combinación, y eso se logra gracias a una paulatina construcción de personajes, y a actores que no intentan ir por el lado de la imitación sino hacer una interpretación auténtica.

La originalidad aquí no pasa ni por el tono elegido ni por la historia en sí. Tampoco sorprenden los giros que pega la película. De hecho, si uno vio Cama Adentro de Jorge Gaggero o Mi Pie Izquierdo de Jim Sheridan entiende que esto ya se hizo en el pasado y, aun cuando se nota un despliegue de producción importante detrás, el film no es pretencioso ni trata de ser innovador en el aspecto visual o narrativo. Y eso provoca que sea atractivo y querible para el público que solo quiere que le cuenten un historia.

Para eso se necesita saber combinar los actores, la música y encontrar el equilibrio entre la comedia y el drama. Como si estuviésemos hablando de ingredientes de una receta de cocina o elementos de una fórmula química.

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