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DOSSIER

Apuntes sobre “Pinocho” de Guillermo Del Toro

De la novela por entregas  del siglo XIX “Pinocho”  (que se llamaba “Historias de un títere”) de Carlo Collodi, con las soberbias ilustraciones de Enrico Mazzanti (que han sellado su posterior iconografía) se han hecho más de 65 versiones audiovisuales, e incontables versiones de teatro, cada una tomando algo de la relación paterna, de la mala y la buena educación y sobre todo de las buenas o malas maneras de aprender de nuestros padres.

Sin duda las más celebres son las de Matteo Garrone del año 2002 donde aparece un Pinocho con real apariencia de un niño y Roberto Benigni encarna a Geppeto, y la película animada por los estudios Disney en 1940 codirigida por Norman Fergurson, T. Lee, Wilfred Jackson, Jack Kinney, Hamilton Luyske, Bill Roberts y Ben Sharpsteen; de la que todos hemos visto y padecido su crueldad, hemos sentido lo que es el bullying y tal vez nunca olvidaremos la escena en la cual los niños se convierten en burros. 

Este año se han estrenado dos Pinochos, primero el encargo que le hizo Disney+ a Robert Zemeckis (recordado director de la las tres Volver al futuro, la ganadora del Oscar Forest Gump y las comedias La muerte le sienta bien, y ¿Quién engañó a Roger Rabitt?) que tuvo un costo mayor a los 150 millones de dólares y no es más que una re filmación en acción real de la versión de 1940, pero pasada por los filtros y las censuras de la corrección política y la cultura de la cancelación; el resultado fue que casi pasó desapercibida y destrozada por la crítica y el público; además fue inspiración de miles de memes que circularon en las redes sociales.

La otra es Pinocho, de Guillermo del Toro que no sólo está dirigida por el mejicano, sino que comparte crédito con Mark Gustafson, considerado por la industria como uno de los mejores animadores del mundo. El film tuvo una gran acogida  por la crítica y por el público en general. El célebre escritor Stephen King escribió un tuit calificándola de “pura magia”.

La historia pone, como en algunas de las películas de Del Toro, a un niño en medio de la guerra, en medio del terror de un régimen autocrático, en este caso en la Italia gobernada por Benito Mussolini y, a pesar de la libertad con la que se maneja, es bastante fiel al relato original, y no hace de la marioneta un niño odioso sino más bien un niño salvaje de buenos sentimientos.

Sin duda es la película más clara, la de más fácil lectura de las obras de Guillermo Del Toro. La obra trata del duelo por la pérdida y en los primeros diez minutos asistimos al entierro del hijo del Gepetto, y cómo para sobreponerse no sólo hace falta tiempo, sino que es un proceso de trabajo interno. Pero sobre todo trata de la ausencia, de lo que siente quien se queda, del vacío del corazón y de cómo llenarlo y de cómo asumir ese destino.

El Pinocho de Guillermo del Toro, a diferencia de los otros, no es educado por la sociedad en que vive, que es católica y fascista, sino que mantiene su condición rebelde y su esencia casi salvaje, pero que es capaz de cambiar gracias a sus sentimientos, más que a las reglas. En palabras del propio Guillermo: “Sí, la idea es que la desobediencia es una virtud. La realidad es que a nivel global lo que vemos es la sustitución de las ideas por la ideología. Se dice que hay cuatro marcadores para el totalitarismo a nivel social: uno es la negación de la ciencia; el otro es la negación de la cultura; el tercero es la aceptación de la cultura popular como única salida; y plantear las ideas como algo elitista. Estamos viviendo a nivel mundial un movimiento de péndulo muy fuerte hacia allá, en donde las ideas, o sea, la ideología viene siempre predigerida, las decisiones ya se hicieron por ti y el ‘Pinocho normal’ tiene que obedecer esas ideas, el Pinocho nuestro las rechaza. El Pinocho nuestro las desobedece… El Pinocho nuestro no es fácil, es un Pinocho que empieza emberrinchado, latoso, etc., etc., pero poco a poco transforma el mundo, en lugar de dejar que el mundo lo transforme a él…”

Es una película para verla con los hijos esperando que la disfruten pero donde terminamos llorando nosotros.

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