A Sala Llena

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CRÍTICAS - CINE

Entre Tragos y Amigos (Barbecue)

(Francia, 2014)

Dirección: Eric Lavaine. Guión: Eric Lavaine y Héctor Cabello Reyes. Elenco: Lambert Wilson, Franck Dubosc, Florence Foresti, Guillaume de Tonquedec, Lionel Abelanski, Jérôme Commandeur, Sophie Duez. Producción: François Cornuau y Vincent Roget. Distribuidora: Distribution Company. Duración: 98 minutos.

Dubitaciones culinarias.

Confirmando ese viejo adagio que ratifica el sex appeal universal del drama y la dificultad que suele arrastrar la comedia a la hora de “congeniar” con públicos segmentados o de orígenes diversos, casi todos los intentos bufonescos provenientes de Francia han caído en el olvido o la incomprensión cuando pretendieron cruzar las fronteras, a diferencia de las tragedias y su semblante taciturno. Si bien en el pasado hubo períodos de mayor esplendor, la llegada comercial de las comedias galas históricamente ha dejado mucho que desear y en ello jugó un papel fundamental la obsesión para con la duplicación de los engranajes hollywoodenses, los cuales una y otra vez aparecen trastocados hacia el tono costumbrista.

Si por un lado esa misma inflexión localista construyó muros alrededor de un género que ha sabido entregar joyas de distinta índole, también resulta innegable que el éxito autóctono de los convites en cuestión ha permitido el surgimiento de un gran número de films que vistos desde afuera hasta pueden llegar a molestar en su limitación populista bobalicona. De hecho, esto nos encauza a la calificación por antonomasia del popurrí cómico francés: más allá de los híbridos y sus variantes, en primera instancia tenemos películas increíblemente simplonas que se guían mediante premisas narrativas tan antiguas como el cine, y luego están los ejemplos semi intelectuales que rapiñan opus de la independencia estadounidense.

Hoy nos topamos con un representante del segundo grupo, específicamente focalizado en su vertiente coral y una polvorienta “relación entre amigos”: Entre Tragos y Amigos (Barbecue, 2014) hace eje en una cofradía de cincuentones, sus encuentros culinarios, dubitaciones, experiencias de vida y vaivenes amorosos. Como si se tratase de una relectura extremadamente light de la recordada La Decadencia del Imperio Americano (Le Déclin de l’Empire Américain, 1986), la trama gira en torno al “destape” de Antoine Chevalier (Lambert Wilson) a partir de que el susodicho sufre un infarto a pesar de haber llevado una existencia saludable, lo que por supuesto modifica su ideario y repercute en su predisposición hacia el resto de los mortales.

Así las cosas, el protagonista aprovecha una salida vacacional conjunta para desparramar confesiones que bordean el sincericidio, le ganan fama de “áspero” y abren un proceso de incertidumbre en lo referido a la definición concreta de la amistad y sus implicaciones. Dejando de lado el carisma de Wilson y las buenas actuaciones del elenco en general, la propuesta no logra superar una medianía por momentos muy frustrante, ya que el guión de Héctor Cabello Reyes y Eric Lavaine (éste último también director) muestra señales irrevocables de potencialidad desperdiciada. La acumulación de estereotipos y la torpeza en las resoluciones vinculares terminan dilapidando la enorme química entre los intérpretes…

calificacion_2

Por Emiliano Fernández

 

Embolia vacacional.

Entre Tragos y Amigos (Barbecue, 2014), la quinta película del director francés Eric Lavaine, es una comedia de enredos vacacionales -alrededor de un grupo de parejas adultas con hijos adolescentes- que busca encontrar situaciones de humor ligero a partir de disrupciones de la tranquilidad ociosa del entorno vacacional de las clases profesionales francesas.

Tras una experiencia cercana a la muerte debido a un infarto, Antoine (Lambert Wilson), un empresario de cincuenta años que trabaja con su padre y sus hermanos en la firma familiar, abandona algunas de sus prácticas saludables y comienza a “disfrutar de la vida”. Ante la revelación de una existencia sin sentido que solo le causaba aburrimiento, Antoine comienza a tomar decisiones soberanas y a manifestar todas sus críticas a sus amigos confrontándolos en sus decisiones personales y sus temperamentos.

Muy lejos de obras como Amici Miei, (Mario Monicelli, 1975) y La Grande Bouffe (Marco Ferreri, 1973), la película es un producto auténtico pero demasiado exclusivo de la idiosincrasia cómica francesa, fallando precisamente en este punto: los pequeños gags no siempre funcionan y hay más interés por las situaciones conflictivas y los problemas de las parejas que por la comedia en sí. A nivel argumental tanto la revelación de Antoine como su posterior comportamiento son más confusos que interesantes, lo cual se debe a esta ambivalencia fallida entre la comedia y las situaciones dramáticas. Aunque simpática y por pasajes hasta graciosa, Entre Tragos y Amigos se extravía a la hora de posicionarse como una propuesta de valor debido a su falta de carácter al momento de construir las escenas clave y de llevar la narración hacia una interpelación de la clase media o media alta francesa.

Como corolario de todo esto, cabe mencionar que tampoco hay una gran indagación sobre los problemas de los personajes, salvo a nivel muy superficial. El opus de Lavaine se presenta de esta manera como una propuesta inocua de la que no se pueden esperar excesos ni análisis, tan solo algo de maquillaje y perfume francés industrial pasteurizado para todo público.

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Por Martín Chiavarino

 

Antoine (Lambert Wilson), cincuenta años, salud cuidada al extremo, sufre un ataque cardíaco en plena maratón  amateur. Este hecho se convierte en una bisagra en su vida, que sufre replanteos y cambios en cuanto a la manera de relacionarse con los demás y consigo mismo. Aunque esta no es solo la historia de Antoine, sino también de su grupo de amigos. El filme coral de Eric Lavaine pretende hacer un retrato de personas de mediana edad, con sus vicisitudes, devaneos amorosos y relaciones familiares.

La primera mitad de la película promete más de lo que entrega. El guión propone un prólogo, narrado en off por Antoine, para luego realizar un flashback que lo muestra en acción antes del accidente cardíaco. Inútil ida atrás en el tiempo, que no hace sino lentificar el desarrollo de la trama. Finalizado el flashback, volvemos al tiempo presente y la historia sigue sin arrancar. Descriptiva más que narrativa, en el peor de los sentidos, situaciones trilladas y de poco vuelo humorístico se suceden, con alguna que otra salida de alguno de los personajes que nos hace esbozar una sonrisa cómplice. No hay un peso dramático o sustancia para poder ver lo que realmente ocurre con los personajes. Algunos, como sucede con la pareja de separados que inevitablemente se encuentran en cada reunión grupal, cansan con sus actitudes y repeticiones.

Recién en la segunda mitad del filme, sentí que el avión, que comenzaba por fin a volar -aunque muy cerca del ras del suelo- había despertado en algo mi interés. Las piezas, llegado el final del filme, no se modifican significativamente. Cada cosa vuelve a su sitio. Quizás el protagonista, Antoine, sea el que sufre realmente un cambio. Hay buenas actuaciones, pero no alcanza y queda gusto a poco. Recomiendo ver (o volver a ver) Intocable (de Eric Toledano y Olivier Nakache), película que habla de la relación y los lazos de amistad entre un personaje tetrapléjico y su asistente. Dos personajes que nos hablan más de lo que les pasa, cómo es su situación personal y social, y nos hacen reír abiertamente, sin sentir lástima por ninguno de ellos.

calificacion_2

Por Sergio Zadunaisky

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