Dirección: Fabian Díaz. Músicos: Adolfo Soechting, Adolfo Soechting .Vestuario: Isabel Gua.Escenografía:Isabel Gual. Iluminación: Nadie Strier. Diseño Sonoro: Adolfo Soechting.Fotografía: Muma Casares. Diseño Gráfico: Rocío Fernandez Fucks. Entrenamiento Corporal: Andres Molina. Asistencia Técnica: María Altamirano. Diseño de coreografía:Andres Molina. Actúan: Delfina Colombo, Francisco Grassi, Sofía Martínez, Manuela Méndez, Matías Méndez, Ana Schmukler
A lo largo de la vida los hombres van cambiando de ideología, de gustos, de parejas, de ropa, de color de pelo, de sueños, de barrio. Pero hay algo que no cambia ni se olvida: el primer hogar, la casa natal, la de la infancia.
“¿Cómo sería tu casa ideal? ¿Quiénes estarían? ¿Podes dibujarla con los dedos de la mano?”
Dios está en la casa es una hermosa metáfora acerca de la reconstrucción de los recuerdos. Un hombre de traje, los hermanos de rulitos, la prima, la hermana menor y la mayor. Todos están invitados compartiendo anécdotas, soñando despiertos esa casa ideal, que siempre es diferente, porque todo depende de la óptica con la cual se mire. Reconstruyéndola de a pedazos en un juego lúdico y surrealista donde los momentos de risas no se hacen esperar.
Lo primero que se nota al llegar es una escenografía rústica, austera y a la vez compleja conformada por un perchero y algunas piñatas que denotan el paso de los años. Piñatas que pueden ser la forma de leer esta historia de tiempos añejos y de tiempos contemporáneos conviviendo juntos.
La obra parece rozar el absurdo y sin embargo va tejiendo un hilo, el de la casa donde todos están invitados con ellos: a imaginar, a sentarse a la mesa, a sentir en carne viva una obra que será para todos los presentes, memorable.
Descolla por su originalidad, por apostar a una escena abierta, utilizando provechosamente todos los espacios, haciéndonos retornar en miradas, en preguntas que interrogan, a ese niño que el espectador lleva adentro. Una actuación impecable que permite el traslado por el espacio acompañando a este grupo de actores que va poniéndose en diferentes pieles a través de un texto bellísimo y de las constelaciones del recuerdo.
Fabian Diaz nos sorprende con una compleja y vertiginosa puesta que parte de una maraña, de una tendencia a juntar cosas, de un caos que a veces parece dar un respiro. Que conformará el cosmos de este lugar imaginario donde la esencia se siente en una energía que descoca, que invita a bailar, a soñar. Que hace decir que efectivamente Dios estuvo allí. O por lo menos la vitalidad contagiosa de un grupo actoral comprometido y conectado.
La experiencia se disfruta desde el principio hasta el final y tener abiertos los cinco sentidos es todo lo que se necesita para apreciarla con soltura. Dios está en la casa se convierte así en una muestra de cómo con pocos recursos puede hacerse una obra grande.
Teatro: Del perro.
Entradas: $ 60.
Funciones: Domingos 20 hs.
Por Sofía Lara Gómez Pisa