El Club de los Desahuciados (Dallas Buyers Club, 2013) está basada en la vida de Ron Woodroof, un electricista texano enfermo de SIDA que en los ochenta arma un gran aparato de distribución de medicina alternativa e ilegal para el tratamiento de la enfermedad. Arthur Miller fue quién sostuvo que una historia dramática es fascinante cuando encierra una paradoja. En Dallas… lo interesante está en ver que el crecimiento económico, y luego ético, del personaje se da a partir de saberse poseedor de una enfermedad mortal, causante de vergüenza y desprecio.
Dallas… está lejos de ser una película perfecta, pero tiene algunos puntos para destacar. Primero que nada la actuación de Matthew McConaughey que, junto a la de Killer Joe (2011), es la mejor de su carrera. Luego tenemos la visualización directa del problema: la película no teme ser cruda con un tema incómodo que aúna nociones como las de enfermedad, adicción, discriminación, dinero y muerte.
Los dos grandes problemas de Dallas… se encuentran en su armado y en su guión. En su armado porque peca en la utilización de todo ese arsenal de recursos que ya están cristalizados y harán envejecer a la película de manera prematura. Hablamos de esa extraña fórmula que dice: “A más realismo, más cámara en mano”. Pero también de los desmayos marcados con los cortes directo a negro, las notas agudas en la música cada vez que se acerca una nueva crisis del protagonista, al vaivén entre el esteticismo de algunas secuencias contra al naturalismo crudo o la puesta melodramática de otras.
El problema de guión es el que tiene toda biografía basada en un personaje real. Los asuntos de la vida no suelen coincidir con los del drama, que necesita una fuerte unidad de acción para contar una historia. La película se vuelve interesante cuando comienza el negocio de Rob, lo que genera un primer acto demasiado largo y regular. Los guionistas luchan por circunscribir la historia a la lucha de Ron contra el gobierno, pero la falta de peripecias los obliga a abrir múltiples puntos de vista y subtramas, lo que debilita el relato principal. Este apego a la realidad es el que lleva a un final que lejos se encuentra de ser climático. La entrada de carteles explicativos momentos antes del cierre real dan cuenta de este problema.
Es llamativo que se aplauda tanto el rol secundario de Jared Leto. Leto puede estar muy afectado por la situación, pero su personaje es de una mediocridad notoria. Sus acciones concretas en la trama de la película son escasas, notándose en demasía que su presencia está solo puesta para el crecimiento interno del protagonista. El personaje de Jennifer Garner está mejor construido pero menos ha llamado la atención, seguramente por no haber realizado la proeza física de travestirse y bajar de peso, padecimiento que toda estrella ambiciosa debe sufrir por su propio bien.
Creemos que la repercusión de Dallas… se encuentra menos en el tema del SIDA, en el cual cinematográficamente llega tarde, que en la denuncia que hace a la medicina como un negocio con amparo de los gobiernos. Ante esa situación son los individuos, pero sobretodo los pobres y los marginados, los que deben hacerse cargo del rol al que se los quiere someter. En ese sinceramiento de lo actual está el mayor interés de la película.
Por Diego Ávalos