Juro que nunca lo hago. Nunca saco el libro para ver si lo adaptaron bien. Se queda ahí, en la biblioteca, y veo la película -o la serie- con la mente en una especie de olvido zen. Un libro es un libro, una película es una película. He disfrutado adaptaciones infieles y rechazado fieles de libros que amo. Vale también para obras de teatro e historietas, o incluso para videojuegos aunque, en este caso y dada mi edad, dudo que me interese una adaptación de Space Invaders. Pero con “El eternauta” lo tuve que hacer, porque temí -y las redes sociales me dieron la razón- que se la elogiara o defenestrara por razones equivocadas. En estos tiempos en los que de un lado y del otro del péndulo so-called “ideológico” grita slogans y desconoce las ideas, resulta que todo el mundo analiza las condiciones de producción y el “mensaje” de una obra. Es decir, retrocedimos medio siglo en la crítica para volver a los tiempos donde un brulote de Dorfman y Mattelart era tomado -erradamente, como los mismos autores se cansaron de aclararlo décadas después- como dogma. En fin, como Juan Salvo, volvimos al pasado, incluso a uno donde parece que todavía no pasó nada.
La serie, en realidad la primera temporada que abarca -veremos, porque eso puede cambiar- más o menos un tercio de la historia, está ambientada en la Buenos Aires de la década del 2020. Las referencias (“Me fui hace 20 años con cacerolazos y vuelvo con cacerolazos”) son un poco subrayadas, pero de todos modos no son diferentes del cartel “Frondizi-Guido” que aparece en una de las viñetas del original. Aclaremos que se adapta la versión de Solano López y no la más experimental y trunca dibujada a fines de los sesenta por Alberto Breccia. Esperamos cascarudos, manos, gurbos y control mental. Manos y gurbos quedan para más adelante pero no es algo decepcionante: los cascarudos funcionan. Los cambios en general son lógicos y no obligan a usar el libro para ver alguna cosa puntual.
Pero sí hay problemas. En principio, la serie tarda bastante en arrancar y tiene baches importantes de ritmo, así como una disparidad en las actuaciones que suele romper cualquier suspensión voluntaria de la credibilidad. Seguramente hay causas extra cinematográficas (la presión de controlar una enorme cantidad de efectos especiales y al mismo tiempo contar una historia de personajes en una industria que no suele hacerlo) pero estas deficiencias deben contarse. Los tres primeros episodios podrían ser dos, o uno doble (algo que suele pasar con las series de plataformas, nada extraño). Cuando aparecen las secuencias de acción, se agradece: están bien resueltas en general e incluso tienen hallazgos (el momento en el que se tiene que sacar un vehículo de una barrera de autos apilados está perfecto, por ejemplo). Al revés, muchos diálogos parecen dichos sin matices, apenas ensayados o como en acto escolar. Pero veamos el “tarda en arrancar”.
Episodio 2: Juan (Ricaro Darín) llega a la casa de su (aquí) ex mujer (Carla Peterson, curiosamente la más parecida visualmente al personaje de la historieta) y termina atacado por uno de los vecinos del edificio (Carlos March) y su banda. Quieren la máscara de Juan. Entre los motivos, alguien esgrime “no tenemos agua” (como si Juan fuera técnico de Aysa) y muestran ser malos, porque además mataron a un perrito vestido con un traje improvisado anti copos. Cómo llegan a ser salvajes y qué hace el perrito muerto ahí en más o menos doce horas desde que empezaron los problemas es un misterio. Como si se diera por sentado que “ahora es hombre lobo del hombre, se sabe”, sin necesidad de construirlo. Que la resolución de esa situación sea buena, que de todos modos dé lugar a un vergonzoso deus ex machina, es lo de menos: de estos ejemplos de estereotipo hay muchos. El afán de mostrar el paisaje y establecer sin dudas lo que pasa genera, paradójicamente, varias simplificaciones que terminan siendo non sequitur dentro de la trama.
Detalle del mundo de la historieta: los actos heroicos pueden llevar al sacrificio, pero la pareja que se inmola en la iglesia mientras suena Mercedes Sosa cantando la Misa Criolla es un despropósito. Porque nadie busca la muerte voluntariamente en El eternauta (la vida es algo imprescindible ante una amenaza tan enorme) y en esa secuencia da la impresión de que los personajes tienen otra salida. El mismo episodio se resuelve además con un gran momento de acción en batalla contra cascarudos que tiene varios hallazgos (mencionamos más arriba el de la camioneta). Y quizás el mejor de todos los episodios sea el quinto, con el robo del tren (que uno se pregunta cómo funciona si no hay generación de energía, pero acá me soplan que es diesel, así que proseguimos). Cuando aparece Jorge Sesán en El eternauta, aparece realmente algo de épica y de cine clásico. El último episodio es el preludio de lo que debería de ser la batalla de la cancha de River y deja todo abierto, demasiado como para juzgarlo, aunque del cuarto en adelante todo se hace llevadero. Tanto, que se acerca a cualquier otra historia de invasión militar, zombie o extraterrestre sin que tengamos que distraernos con el color local.
Hay algunas otras incoherencias. Una central es que Juan sea veterano de Malvinas y se niegue a llevar un arma en su primera salida. El detalle malvinero es una fea concesión a la realidad patria, pero supongamos que sea necesario para que Salvo sepa manejar un revólver, una pistola o un rifle. En la historieta, ni por asomo duda en llevarlo cuando Favalli se lo ofrece explicándole, sintéticamente, que si hay sobrevivientes va a haber peligro (poco después termina encerrado en un galpón y Lucas, muerto para robarle la máscara). El problema del veterano es que carece de lógica: alguien que peleó una guerra sabe con qué puede enfrentarse en un campo tan extraño y peligroso. Este Juan, no. Rambo era veterano de Vietnam; hasta B.J. McKay era veterano de Vietnam y por eso tenían prendida la lamparita de la desconfianza. Este Salvo se muestra ingenuo y neófito como el de la historieta, pero la incoherencia es que estuvo en una guerra y esa actitud, especialmente cuando busca rescatar a su hija, es incompatible.
Y ahora sí, vayamos a la enormísima pavada del “héroe colectivo”. No se necesita tal zoncera para vender la serie, a menos que se crea (anacrónicamente, el público argentino medio se saturó de tales discursos) que la etiqueta sigue social y políticamente vigente. Como dijo el amigo Diego Papic en un tuit, ante una amenaza gigantesca, si no estás solo, te unís con los otros para sobrevivir. En otro tuit, alguien citó lo que escribió Oesterheld para las reediciones de los años setenta (una en 1976, de hecho) de “El eternauta”, diciendo que era la que más le gustaba porque generaba al héroe colectivo después de citar, en el mismísimo texto, al epítome del héroe solitario hasta que aparece un segundo accidentalmente: Robinson Crusoe. El contexto lo explicaría: entonces Oesterheld ya había sido completamente tragado por Montoneros. ¿Qué otra cosa podía decir? Bueno, quizás que prefería Sargento Kirk o Ticonderoga, bellísimas realizaciones con dibujos de Hugo Pratt que eran, también, sobre “el héroe colectivo”. Aunque claro, transcurrían en Estados Unidos: una en la colonización del Este norteamericano (Ticonderoga) y otra, más de un siglo más tarde durante la Conquista del Oeste posterior a la Guerra Civil (Sgt. Kirk), ergo inmencionables por un luchador anti imperialista. Uno que escribió sobre los americanos en la Guerra del Pacífico (Ernie Pike), sobre un vendedor de antigüedades londinense que conoce a un inmortal (Mort Cinder) o sobre un cowboy perfecto y solitario (Randall, the Killer). Son las circunstancias las que obligan a narrar a un grupo heroico o a un héroe individual. Oesterheld amaba el western, como se ve. Ford hizo en su trilogía de la caballería elogio del grupo heroico y también hizo Más corazón que odio, donde el héroe es individual (o, a lo sumo, dual). Ni hablar de Howard Hawks. Pero ahí está también Shane, el desconocido, de George Stevens. Depende de lo que pase alrededor. Algunos sí se salvan solos.
Voy a spoilear el final de la historieta porque para eso vine. Juan Salvo es un tipo común y desesperado que al principio sólo quiere que estén bien su mujer y su hija. Con el correr de los episodios, el “colectivo” se desarma: todos caen bajo el control mental de los invasores excepto Juan y su familia. Y entonces sucede que Juan solo (porque está solo) escapa de la Tierra en un dispositivo interdimensional, con la mala suerte de que su esposa e hija van a parar a otro lado. Se convierte en un viajero del tiempo en busca (individual) de su (propia) familia, y -no termino el spoiler porque sí hay otra vuelta de tuerca- la encuentra pero no como debería. Es decir: Juan se mueve por motivos purmente individuales y el héroe colectivo fracasa espectacularmente. De allí que al lector de la historieta le deberían chocar esas alusiones político-marketineras al “héroe colectivo”, mitificación del Oesterheld tardío luego entronizada por el camporismo. O quizás es que no leen, vaya uno a saber.
En síntesis: por momentos, la serie es auspiciosa y quizás mejore con el correr de las temporadas (a ojo de buen cubero imagino que serán tres y esperemos que nadie quiera llevar a Nefli la espantosa y panfletaria “El eternauta II”, que sepultó la amistad de Oesterheld y Solano López, esa sí llena de sacrificio macabro, líder mesiánico y discursitos anacrónicos), pero lo que vimos es desparejo. Actuaciones buenas y alguna muy buena (Sesán, Andrea Pietra), otras a reglamento, y otras flojas (se dice el pecado, no el pecador); imágenes impactantes, secuencias de acción ocasionalmente épicas, gran diseño de producción (la plata está y está a la vista) y muchos problemas narrativos que quizás se superen con gimnasia.
Lo demás es ruido, amigos.
Dirección: Bruno Stagnaro. Guion: Bruno Stagnaro, Ariel Staltari. Elenco: Ricardo Darín, Cesar Troncoso, Carla Peterson, Marcelo Subiotto, Andrea Pietra, Ariel Staltari, Claudio Martínez Bel, Orianna Cardenas, Moria Fisz, Jorge Sesán. Producción: Hugo Sigman, Matías Mosteirin, Leticia Cristi, Diego Copello.
16 comentarios en “El eternauta”
Hola.. hay coherencia en la serie .tal vez hacer una crítica de dirección o actuación nada que ver con lo político social..
Entender que la sociedad está en otra..
Tus comentarios antisocial buscan denostar el contenido de la historieta y su creador
Cómo el esfuerzo de la producción y artistas para llevar adelante está historia propia
No comentes de ideologías ..o de bajadas de línea cuando después de una pandemia hubo muchos mártires y muchos héroes .
Chau…
Por favor…un bodrio increíble.. no lo pude soportar aguante hasta el cuarto capitulo..respeto a los que les gusta este tipo de series…yo prefiero dormirme de manera natural…de mi parte cero politica !!
Coincido totalmente…no te cambio ni una coma, Leonardo.
Es una crítica relativamente válida. No soy critico de cine y carezco de pergaminos, pero me gusta mucho y tengo ya muchos años ( de vida y filmografía). Comparto algunas observaciones de este señor, pero no todas y observo una cierta “soberbia semántica” al defenestrar mas de lo esperado una producción nacional de
buena factura ( le pongo entre 8 y 8.5 puntos) y que respeta las condiciones de la Flia. Oesterheld y del mismo Bruno Stagnaro de respetar la historia original. ( aún siendo una adaptación).
iba a hacer un comentario similar, concuerdo absolutamente con lo que decís
Respeto la opinión del comentario pero voy a señalar aciertos y errores intentando no bajar ninguna línea a favor o en contra El primer acierto de la serie es mantener como idea principal que ante las peores crisis no existe la salvación individual sino se reivindica el accionar colectivo. En la primera edición de EL ETERNAUTA el autor dice claramente NADIE SE SALVA SÓLO y esto es respetado en la adaptación pero no haciendo una burda bajada de línea colectivista porque esta cuestión de individualismo versus colectivismo está presente en todos los seres humanos, nadie es 100% una cosa o la otra. No es ninguna zoncera.
El segundo acierto es que al presentar a JUAN SALVO como un ex combatiente de la guerra de MALVINAS el espectador tiene a un personaje que sufre por tener que vivir un horror superior al que vivió. Desconozco con cuántos ex combatientes el autor del comentario habló pero el trauma de haber participado en una guerra es creíble, lo he escuchado de boca de quienes estuvieron allí oliendo a muerte y el acierto aquí es que el protagonista piensa que fue lo peor que le pasó en la vida y se encuentra que enfrenta algo nuevo y desconocido que es mucho peor, muy de la Argentina esto.
El tercer acierto está en la realización sustentada en la solidez de los rubros técnicos y en el alto desempeño de todo el elenco donde sobresalen RICARDO DARÍN, CÉSAR TRONCOSO y CARLA PETERSON.
También es cierto que hay un guion irregular donde no todos los personajes que se incorporan lucen de la misma manera y que el último episodio es flojo, demasiado abierto a lo que viene después, pero eso no impide que el resultado final sea una interesante serie que merece ser vista. (7/10)
Carla Peterson actua bien? En serio?
Mucho énfasis en los efectos deja un guion a medio escribir. Frases como: “Juan es el indicado para llevar a cabo esta misión” aparecen muy pronto y de manera innecesaria. Hay decenas de diálogos mal escritos, como si tuvieran a los guionistas trabajando a las corridas (o siendo perseguidos por cascarudos). Que una y otra vez estén repitiendo que nadie se salva solo parece más una referencia al gobierno de Milei que un recurso que haga avanzar a la historia. Estoy de acuerdo, lo del héroe colectivo es una pavada, eso ya lo entendimos desde los griegos. Pero bueno, eso es parte del legado de la ficción kirchnerista y su populismo cambalachero. Por otra parte, me costó bastante entender toda la parafernalia tradicionalista del interior con el hecho de que al final la historia parece que se va a resolver en la Capital. Por último, el mayor problema de la serie es su cantidad de personajes, donde conviven subtramas sin mucho vuelo, una idea de una “resistencia” desarticulada, donde cada personaje tiene intenciones distintas, y un protagonista que pasa casi la mitad de los episodios en un estado de sonambulismo.
para mí, que Juan sea excombatiente me parece central en la adaptación, y digamos, un golazo. Varios de los puntos de esta crítica los percibí también, pero mi resultante es muy positiva.
Tengo 86 y no se cuanto tiempo dispongo por eso solo vi el primer capítulo y dormí mal porque no pude desprenderme de lo que pasó con el autor de la familia (O).
Una obra no es solo lo que muestra en si misma sino lo que se esconde y la historia del arte -naturalmente el cine lo es- nunca se piensa en un hacer sin un creador (Ulises es Joyce) y en tu comentario citas autores varios y obras menos, pero estamos en una historia de la imagen solo se sabe lo que se ve y esto -aunque parezca glorioso- tiene demasiado raigambre real
Me quedé mal después de leer esta crítica. Si bien es cierto que por momentos pareciera que no arranca, es una excelente serie que nada tiene que envidiar a superproducciones de afuera. Es más! He leído críticas de todo el mundo y son todas elogiosas y la serie esta primera no solo en muchos países de latinoamerica sino también en Europa.
Me parece que tu crítica está hecha desde una postura ideológica bastante hater y eso que la serie tiene CERO ideología política. Sácate los lentes negros !!
Me parece que si la serie se llamaba por ejemplo : La Nevada Mortal y abajo decía : Basada en El Eternauta de Oesterrheld lo puedo entender. Esto otro no.
Leonardo, creo que fuiste demasiado benévolo con la critica … otro bofe nacional pero con buenos efectos. A mi me resultó patética como el 90% del cine argentino.
¿Nadie dice nada de la simbología que hay por todos lados? El que se inmola en la catedral debe hacerlo… Es Cristo. Lo niegan tres veces, se sacrifica por los demás… La gamba que le falta y las muletas, la crucifixión. O tal vez soy yo que veo cosas raras… Se me llena la cabeza de imágenes. Igual, me hubiera gustado que la reseña la hiciera Faretta.
Interesante que hayan usando un mendigo para representarlo… A lo Caravaggio…
Pésima la crítica, tiene una carga política que da vergüenza ajena … y por otra parte es como si el autor estuviese viendo una adaptación por primera vez en su vida.