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CRÍTICAS - CINE

El Futuro que Viene

(Argentina, 2017)

Guión y dirección: Constanza Novick. Elenco: Dolores Fonzi, Pilar Gamboa, José Manuel Yazpik, Valeria Lois, Flor Dysezel, Charo Dolz Doval, Victoria Parrado, Esteban Bigliardi, Federico Leon, Violeta Narvay, Sofia Podlischevsky. Producción: Lisandro Alonso. Distribuidora: Buena Vista. Duración: 84 minutos.

Tu amiga de la infancia es tu infancia

El Futuro que Viene (2017) es la ópera prima de la directora Constanza Novick, quien al momento de escribir el guión se encontraba en pleno embarazo. Este episodio la inspiró a construir la génesis de la historia de dos amigas entrañables de la infancia interpretadas por Dolores Fonzi (Romina) y Pilar Gamboa (Florencia) cuyas vidas cambian por completo con el devenir de los años: recorre desde el primer amor hasta el primer divorcio. Desde este arco, el espectador atraviesa un viaje emocional junto a ellas que, tras un impasse de diez años y constantes desencuentros bifurcaron sus caminos… ¿Podrán reeencontrarse en este nuevo espacio-tiempo? Esta premisa impregna la ficción de risas, llantos y bailes al son de la telenovela Clave de Sol mediante una estética anclada a los ´80 cuyo salto temporal hacia el presente funciona gracias a la eficaz labor artística y fotografía a cargo de Luciana Quartaruolo y Julián Apezteguia; respectivamente. Bajo este espíritu, el subtexto revela su faceta más profunda anclada al universo de la amistad y los recuerdos imborrables de  su adolescencia donde escribían en su diario íntimo secretos, pasiones y deseos oníricos. Entretanto, los minutos avanzan y deviene un giro de 180 grados: al unísono se cuestionan si el fetiche del legado de la maternidad y el hombre como pilar de sus vidas coincide con sus anhelos; enmarcando con énfasis que éstos tendrán, o no, relevancia en sus vidas sólo si son capaces de acompañar sus cambios.

La premisa se nutre gracias al excelente trabajo de las actrices que desde el primer minuto transmiten los climas intensos cuando a raíz de un desesperado llamado telefónico de Florencia que acaba de separarse de su pareja, busca refugio en la casa de Romina como cuando eran niñas. Allí profundizan y debaten la infinitud de motivos en busca de entender el porqué del distanciamiento; centrando la narración en la psiquis y cómo su imaginario creó un universo ficcionado de la realidad; esto denota que aquella niña interior sigue marcando el pulso de sus pasos. En efecto, hay tres escenas puntuales que las define y complementa; recordando el leitmotiv de su infancia compartida.  Por un lado, vemos cómo Romina previo al llamado de Florencia se siente acorralada, en un paradigma de madre primeriza que no logra resolver y se siente frustrada, devastada y sin energía pese a que socialmente debía ser un momento pleno. Fonzi se luce en una escena donde reclama “Se supone que cuando tenés a tu bebé no te vas a quejar mas y acá estoy; me quejo”; mientras lleva a su bebé recién nacido al hospital y lo vive como una odisea arriba de un taxi, desesperada, bajo una lluvia torrencial que pone en juego sus temor a que su hijo se enferme por partida doble; aquí la artística ilustra a la perfección en un día gris como elemento de gran poder simbólico el grado de dificultad y gasto que genera el traslado del niño. Por otro lado, la llegada de Florencia irrumpe este clima infernal: Romina la recibe sin consensuarlo con su marido y mientras se ponen al día, carcajadas mediante, ésta le cuenta que está a punto de separarse porque cumplió su sueño de ser actriz pero su pareja es un director famoso de novelas mexicano al que padece como una piedra en el zapato; la interpela porqué terminó con un crío y no siguió su pasión de escritora. Entretanto, Romina aprovecha la estadía de su amiga para tener una noche a solas con su marido dejándola al cuidado de su hija. Frente a esta adversidad de realidades, Florencia repiensa su futuro cuando su marido le reclama que vuelva a su hogar y le asegura que se quiere quedar en Buenos Aires porque es el epicentro de las mejores comedias argentinas. Este híbrido de culturas no es irónico; por el contrario enfatiza la rivalidad latinoamericana como unión para desmitificar el estigma de los argentinos como arrogantes y los mexicanos mediocres. Cuenta de esto da una escena donde él le dice mientras ella lo critica “Ya se te esta soltando lo argentino”; y ríen.

El Futuro que Viene se aleja de la liviandad aparente y construye un relato, al estilo de El Bebé de Bridget Jones (Bridget Jones’ Baby, 2016), que desarrolla un juego de relaciones yin yang: amor/odio; distanciamiento/entendimiento; reflejando la psiquis humana en un discurso plagado de gags, donde los lazos y la mirada melancólica, genuina, de la infancia trasciende cualquier obstáculo y perdura en el tiempo contra viento y marea.

calificacion_3

 

 

© Luciana Calbosa, 2017 | @LulyCalbosa

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

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