Alexia Moyano viene construyendo una muy respetable carrera en teatro, cine y televisión, tanto en Argentina como en el extranjero. Su más reciente trabajo es la coproducción Mi amigo el pingüino, que le permitió rodar en la Patagonia, de donde es oriunda. Esto es lo que nos contó sobre su intervención en el film protagonizado por Jean Reno.
¿Cómo llegás a esta coproducción internacional?
Me llamó el equipo del casting. Habían leído el guión y habían pensado en mí. Entonces me pidieron un reel con mi trabajo en inglés. Llamé a Pablo, un editor al que adoro, y le dije: “Pabli, necesito esto lo antes posible”. Y Pablo me preparó el reel, lo mandé, me mandaron el guión, tuve una reunión con David (Schurmann, el director) y listo, en camino. Fue maravilloso. A mí me encanta cuando sale todo fluido, ¿viste?
¿Cómo fue el rodaje en la Patagonia?
Maravilloso. Otra persona podría hablar de las condiciones difíciles y del clima, pero yo soy de ahí. Teníamos como un equipo que estaba ahí para para hacer lo que se necesitase. Un día en la Patagonia nos tocó un día un día bastante feo en cuestión climática, y se filmó igual, se hizo todo igual. Todo el mundo se puso la camiseta de la película.
Es interesante tu personaje, porque es una bióloga, una mujer de ciencia, pero no descuida su costado humano. De hecho, el pingüino, Dim Dim, le saca sus costado humano. ¿Cómo fue componer este personaje?
Qué linda lectura. Yo era una chica de la Patagonia, bióloga de la Patagonia… Si yo estaba incómoda en ese ambiente, qué estaba haciendo en esa película (risas). Me gustó que mi personaje sea el que entabla, el que ve en él algo especial, el que realmente cree que hay magia, ¿entendés? Nota que no son todos los pingüinos iguales. Se permite la magia, creo que mi personaje se permite la magia, y permite que esa magia suceda. Le da lugar a la minoría, le da lugar a lo especial, le da lugar a la libertad, ¿no? A la decisión, a la fluidez, al tratar de interferir lo menos posible.
Justamente hablando de los pingüinos, siempre trabajar con animales puede ser todo un tema, sin importar las características del animal. ¿Cómo fue trabajar con pingüinos?
Fue maravilloso porque teníamos su equipo. Estaba el biólogo Fabián Gabelli con todo su equipo, y entonces uno no estaba solo. La escena se practicaba, y alguien la había practicado antes. Lo que vos ibas a hacer con el pingüino, no era nuevo para él; él lo había ensayado. A vos te enseñaban cómo hacerlo, ¿me entendés? “Bueno, mirá, te conviene poner la mano acá acá, que él sienta seguridad, que él confíe en vos…”. Entonces, si le das el tiempo a esos vínculos, suceden. El problema es cuando las cosas se hacen por ahí a las apuradas, sin previo ensayo. Cuando llegue a Brasil, lo primero que quería hacer era conocerlos. Le agradezco mucho a los productores, porque cuando bajamos del avión, nos llevaron a conocerlos. Fue hermoso trabajar con los pingüinos porque estuvieron las condiciones para que el vínculo se genere, para que haya respeto, para que haya conocimientos, y sin presiones. El director generaba muy buen ambiente. Cuando estaba el pingüino en set, estaba el pingüino en set. Los tiempos eran los de él. Y nosotros estamos felices con esa decisión y todo fue muy cuidado.
Si bien en la película no compartís escenas con Jean Reno ni con Adriana Barraza, ¿después pudiste tener contactos con ellos?
Los conocí en Los Ángeles, cuando fui al preestreno de la película allá. Los conocí y fue maravilloso. Estábamos en el mismo hotel, nos organizaban los autos para ir al estreno, lo que es la alfombra roja, los periodistas, las fotos… Éramos un equipo. Entonces eso también es maravilloso, el lugar que pueden darte grandes figuras como colegas. Éramos todos colegas trabajando para mostrar esta película, de la cual estamos todos muy orgullosos.
Con que en sí compartiste escenas es justamente con Nicolás Francella y Rochi Hernández. ¿Cómo fue el trabajo con ellos?
Nosotros tenemos muy buena onda, desde el primer momento en el que nos conocimos. Somos tres biólogos que estamos para todos lados juntos, y se generó ya complicidad en el vínculo fuera de la pantalla. Entonces en la pantalla lo único que hacíamos era cada uno tener su personaje, pero nuestro vínculo ya estaba, y eso facilita mucho. Ya tenés la mitad adentro con eso. Nos divertimos muchísimo.
