A Sala Llena

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CRÍTICAS

Estado de Ira

Estado de Ira

Dramaturgia y Dirección: Ciro Zorzoli. Iluminación: Eli Sirlin. Escenografía y vestuario: Oria Puppo. Elenco: Paola Barrientos, Pablo Castronovo, Carlos Defeo, Marina Fantini, Valeria Lois, Vanesa Maja, Cecilia Meijide, Dalila Romero, Diego Rosental, Gabriel Urbani, Diego Velázquez. Prensa: Duche & Zárate. Estado de Ira ha sido producida por el Complejo Teatral de Buenos Aires.

¿Cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia?

Luego de obtener casi todos los premios para los que fue nominada en categorías como mejor dirección, obra, actriz protagónica, actriz de reparto, iluminación y escenografía; en un pase extraordinario que la traslada de la escena oficial al circuito empresarial de la calle Corrientes (lo que este último tiempo ya ha sucedido con otros espectáculos de igual éxito), se reestrenó en el teatro Metropolitan, Estado de ira. Escrita y dirigida por Ciro Zorzoli y con prácticamente el mismo elenco con que fue estrenada en 2010 en el Teatro Sarmiento, la obra pone en escena un ¿imaginario? cruce entre el teatro y la administración pública.


En cierta dependencia pública un grupo de actores que tras resignar su carrera artística han devenido funcionarios públicos, se encargan de preparar e instruir a los actores de los teatros oficiales para que realicen su labor conforme a las normativas vigentes. Estado de ira relata el único ensayo que tendrá la gran estrella Antonia Miguens para preparar un reemplazo de último momento en el gran Teatro Municipal, en el que deberá ponerse en la piel de Hedda Gabler en la pieza homónima del dramaturgo noruego Henrik Ibsen.

Contrariamente a lo que pareciera ofrecernos el texto, la puesta en escena nos indica que el carácter procesual del ensayo será uno de los protagonistas. Desde que ingresamos a la platea, dos actores en el escenario ya se encuentran realizando su papel. A estos pareciera tenerles sin cuidado nuestra presencia, hasta que una vez comenzada la obra se nos ubica como claros interlocutores; pues el ensayo que presenciaremos posee un cierta cantidad de público según se nos informa a través de un entretenido juego entre la escena y la extraescena.

Tenemos, entonces, por un lado una novedosa y crítica manera de dar cuenta del proceso de construcción de una espectáculo que evidencia las diferentes relaciones entre los miembros de un elenco, en el que como en todo grupo se establecen diferentes roles: el líder, la borracha, el resentido, el inseguro, la novata, la estricta, entre otros; grupo que a pesar de su internas cierra filas bajo el paraguas del gremio cuando un tercero se presenta. Antonia Miguens aquí actuará de chivo expiatorio, haciendo resaltar no sólo todas las miserias humanas del grupo y de los actores como tales (Enviar a la becaria a realizar la escena en que será tironeada del pelo es un ejemplo de lo primero) sino que descubrirá el otro aspecto que pone en juego Estado de ira, el cual implica qué es lo que sucede cuando el artista se pone al servicio del estado, según vemos la función pública ahoga toda posibilidad de creación.

Semejante planteo, en el marco de una obra producida y estrenada en una de las salas pertenecientes al Complejo teatral de Buenos Aires (vale la aclaración, aunque en esta nueva temporada ya se encuentra ubicada en otro circuito) merece respeto la osadía, más aún en tanto demuestra que para ser crítico no es necesario estar al margen o rechazar los espacios que deseamos cambiar. Es posible y saludable manifestarse al respecto de un sistema aún sirviéndose de él.

El planteo de Ciro Zorzoli une magistralmente dos cuestiones: una de ellas se refiere a cuál es la forma artística que puede producirse cuando el proceso está sujeto al yugo de horarios inflexibles y un modalidad de trabajo semejante al sector de atención al público de cualquier organismo estatal (nacional o municipal, lo mismo da) en el que podemos ver, mientras nos atienden, empleados dispersos por el lugar, algunos comiendo, otros leyendo, trabajando, en franca ignorancia cada uno del otro. El espacio escénico se convierte entonces en eso, una oficina en la que se cumplen horario y normativa, y donde no hay espacio para la creatividad. Nos preguntamos si así funciona hoy nuestro único teatro municipal, con mínimo tiempo para los ensayos, apuro por llegar al estreno y reclamos para cobrar salarios. Recordemos que las salas del Complejo teatral de Buenos Aires no son las únicas dependientes del estado municipal en franca crisis de administración, por otro lado esta cronista conoce obras exitosas que para lograr el proceso de ensayo necesario y tener el lugar deseado para la investigación y la creación, han suplido la deficiencia estatal con meses de largos ensayos a su costo y por fuera de la sala oficial, la que ofrecía sólo dos meses de preparación; tiempo insuficiente para cualquier estreno.

La segunda cuestión se relaciona con las inseguridades del actor, las elecciones que puede hacer o no en su carrera, la forma en que logra su sustento, sus posibilidades de desarrollo y, aunque parezca contradictorio con lo dicho anteriormente, la importancia que ha tenido para el desarrollo de la profesión el crecimiento y los logros conseguidos por su casi centenario sindicato. Violenta la verosímil metáfora de la escena final, con Antonia Miguenz sola en el escenario y a media luz. ¿Así quedará el artista una vez atravesado por el tamiz de una administración en la que no prime el interés por el hecho artístico? Estado de Ira muestra que si bien otro camino es posible, nada es seguro.

Este brillante montaje, ideado y dirigido por Ciro Zorzoli con excelente mirada, es llevado delante de la misma manera por un extraordinario elenco: Comenzando por la fina construcción de Antonia Miguens por parte de Paola Barrientos, que continúa en constante crecimiento (esta cronista aún recuerda su bella performance en el monólogo La entrevista dirigido por Bruno Luciani en el Teatro del Nudo); pequeños detalles en la postura de sus manos, el movimiento de la cabeza y las caminatas son suficientes para transmitir mucho más de lo que sus textos dicen; y en la misma sintonía trabajan con gran profundidad Pablo Castronovo, Carlos Defeo, Marina Fantini, Valeria Lois, Vanesa Maja, Cecilia Meijide, Dalila Romero, Diego Rosental, Gabriel Urbani y Diego Velázquez. Un elenco hábil y homogéneo merece ser nombrado en forma completa. La creación de Zorzoli, fomula, a través de una elocuente puesta en escena (iluminación y vestuario coherentes con la propuesta) un estado de cosas que, debemos, entre todos los que contribuimos al quehacer cultural, comenzar a cambiar. En este caso, cuando la reflexión parte desde la propia escena es la mejor manera en que comienza el cambio.

Teatro: Metropolitan – Corrientes 1343

Funciones: Lunes 21 Hs

Entrada: $80


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