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CRÍTICAS - CINE

Frankenweenie

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Frankenweenie (EEUU, 2012)

Dirección: Tim Burton. Guión: John August basado en una historia de Tim Burton y Leonard Ripps. Producción: Tim Burton y Allison Abbate. Elenco (Voces): Catherine O’Hara, Martin Short, Martin Landau, Winona Ryder, Charlie Tahan, Conchata Ferrell, Christopher Lee. Distribuidora: Disney. Duración: 85 minutos.

La magia del universo creativo de Burton se mantiene intacta

Tim Burton es uno de los mejores directores que dio el cine estadounidense en los últimos 25 años. La cuestión es que últimamente sus films venían defraudando, desde la olvidable Alicia en el País de las Maravillas hasta las intrascendentes Sweeney Todd y Sombras Tenebrosas.

La excelente noticia es que con Frankenweenie volvió el mejor Burton: el creativo, nostálgico, cinematográfico y soñador; siendo este nuevo film una brillante obra y la segunda de animación que dirige tras El Cadáver de la Novia.

Basada en un propio relato en sus épocas de juventud, Frankenweenie narra la historia de Víctor, un introvertido e inteligente niño que le dedica su tiempo a sus pasiones: el cine y la ciencia. El inconveniente surge cuando su perro Sparky muere a causa de un accidente; en tanto que a partir de ahí el protagonista hará todo lo posible para hacerlo sobrevivir.

Por sobre todas las cosas, el nuevo film de Burton es sumamente nostálgico, compuesto de grandes referencias a los míticos films de los monstruos de la Universal, como Frankenstein o La Novia de Frankenstein, ambas grandes obras de James Whale.

Filmada en blanco y negro, y de un entorno oscuro símil a El Joven Manos de Tijera y La Leyenda del Jinete Sin Cabeza, Frankenweenie resulta una película sorprendente, de una historia atrapante y sumamente entretenida, la cual entre su cinefilia y su gran espectro visual llena la pantalla mágicamente con una melancolía encantadora, la cual es expresada en cada uno de sus personajes y situaciones, manteniendo la línea de las más personales ideas de Burton.

Hay una escena en el comienzo del film que es encantadora y resume lo que es la película, y la extensión de la creatividad burtoniana. En esta parte, se puede observar la proyección de un film que había hecho Víctor, en el cual su perro, muñecos y efectos caseros pronuncian un gran homenaje al cine de clase B y sobre todo a la magia de hacer cine.

A pesar que el uso del 3D en el film no aporta demasiadas innovaciones visuales a lo que es la profundidad de campo, la aplicación de este atributo técnico resulta mucho más lógico en Frankenweenie que en Alicia en el País de las Maravillas, para la cual este tópico parecía totalmente innecesario.

El mejor Burton está de nuevo y Frankenweenie es el puro reflejo de ésto, con una historia alocada, encantadora y de un gran humor negro que hace que este sea el mejor film del director después de El Gran Pez.

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Cosiendo cinefilia…

Dentro de Frankenweenie se encuentra todo el cine de Tim Burton con referencias a cada una de sus obras: Víctor -el cásico héroe burtoniano- no es otro que Vincent Malloy: el niño introvertido, melancólico y con ansias de ciencia que hace experimentos locos con su perro, quien se convierte en un animal terrorífico, cosa que sucede de igual manera con algunos animales en esta cinéfila remake canina de El Joven Frankenstein. Winona Ryder presta su voz a Elsa Van Helsing -vecina de Víctor- y su peinado alude al de la propia actriz en Beetlejuice. El barrio donde vive el joven aspirante a científico – New Holland- es muy similar al de Burbank, de El Joven Manos de Tijera e incluso el ático donde Victor lleva a cabo sus experimentos encerrado y en soledad se asemeja al castillo donde vive Edward también aislado. Edward es producto de la creación de un científico -el gran Vincent Price-, con sus tijeras por manos, y Sparky, revivido por el poder de la ciencia con todas sus costuras y su generador eléctrico.  Ambos “monstruos” perseguidos al final por una horda de gente furiosa hasta su refugio, y en el caso de Sparky hasta el molino, donde fue perseguida la criatura en El Joven Frankenstein. Los murciélagos también son una fuerte presencia: en su intento por revivir a Sparky, Victor eleva por su ático un paraguas, una cometa y un murciélago.

También aparece el híbrido monstruoso:  una cruza entre gato y murciélago, que morirá cuando se le caiga una viga del techo en forma de estaca en el corazón. Y Sparky es una especie de Gatúbela en Batman Vuelve: son personajes cuyas heridas fueron enmendadas y han regresado de la muerte.  Después de todo, la escena de los monstruos destruyendo la feria de ciencia,  no es otra que los monstruos tomando Ciudad Gótica en Batman Vuelve y un desfile de híbridos, freaks, mitad humano-mitad animal: Batman, el Pinguino y Gatúbela. Siguiendo la línea del vampirismo, Mr and Mrs Frankenstein -padres de Victor- miran Horror of Drácula, primera película fundacional de la saga de Drácula en la Hammer y con la actuación de Chistopher Lee, admirado por Burton y actor recurrente en sus películas. Frankenweenie dialoga con Ed Wood no sólo por la presencia de Martin Landau como la voz del maestro Rzykruski (un claro homenaje a la figura de Vincent Price) sino también por los planos del cartel de New Holland similares a los del Hollywood con centellantes relámpagos y casas monótonas debajo.

El cementerio, lugar de juego y obsesión del joven cineasta cuando era niño, aparece otra vez como escenario central: lápidas, mausoleos, el monte donde entierran a Sparky, oblicuo y expresionista. Escenario clave también en El Extraño Mundo de Jack, donde está la tumba de su perro, Zero. En La Leyenda del Jinete sin Cabeza, hogar de descanso de los habitantes de Sleepy Hollow -asesinados por el jinete decapitado-  y entorno que cobra vida en BeetlejuiceEl Cadáver de la Novia, Batman Vuelve y  Ed Wood.

Burton despliega toda su cinefilia y su amor por los monstruos de la Universal, las películas de ciencia ficción de los años 50, con sus criaturas gigantescas, y las películas de la Hammer. Víctor representa el alter ego del director cuando era niño: dibuja -al igual que él-, es un niño pálido de aspecto frágil, delgado y melancólico, incomprendido e introvertido cuya escapatoria es la ciencia, así como la de Burton era el cine. Mr. Frankenstein desea que su hijo juegue al béisbol; el padre de Burton había abandonado su carrera de beisbolista a raíz de un accidente. Al igual que el padre de Victor, el del joven Tim insistía en que su hijo estudiara medicina, desesperado porque el cineasta se encerraba horas a dibujar garabatos con cañones láser e invasores marcianos.

Todo el cine que Burton absorbió de niño está presente con más fuerza que nunca: el cine clase b, monstruos, las adaptaciones de Corman de los cuentos de Poe, las tardes que pasaba en la sala El Avalon del cine de Burbank, y los programas de monstruos que miraba por la televisión los sábados a la tarde: entre ellos King Kong y Godzilla. En Frankenweenie, uno de los animales de que es revivido y transformado en un monstruo gigante, alude a Godzilla. Con planos inspirados por los vistos en Gappa, la Bestia Gigante de Haruyasu Noguchi, Jason y los Argonautas de Don Chaffrey,  King Kong de Schoedsack y por supuesto Godzilla de Ishiro Honda.

Frankenweenie es un híbrido que une la pasión de Burton por el terror, la ciencia ficción y también la auto referencia. Una obra muy personal y visceral, la suma de todas sus obsesiones en estado puro. Burton transforma al monstruito -su cortometraje del mismo nombre-,  en una película monstruosamente gigante, cuyas pisadas en su filmografía tienen el tamaño de una obra maestra. Burton ha creado a la criatura que representa la culminación de su imaginario.

Por Elena Marina D’Aquila

Burton vuelve a sus orígenes

El realizador Tim Burton fue objeto de los más fieros debates en los últimos tiempos debido a que sus filmes más recientes no habían llenado las expectativas de los espectadores. Tanto Alicia en el País de las Maravillas (2010) como Sombras Tenebrosas (2012) o Sweeney Todd (2007) fueron filmes que podían tener su sello, algún destello de aquel estilo que lo distinguió muchos años atrás, pero fueron historias que sólo parecieron conformar a sus fanáticos más acérrimos. La mencionada vuelta de Burton a sus orígenes implica no sólo el retorno al lugar que lo catapultó a la fama, el lugar del autor, del creativo, del extraño narrador de historias, del freak por antonomasia, sino también volver al pasado ya que Frankenweenie fue un corto que él mismo filmó en 1984, mucho antes de ser un realizador de largometrajes, mucho antes de Batman (1989), de El Joven Manos de Tijera (1990) y otro de los filmes que lo empujó a la fama (aunque no la dirigió él, como suele creerse) y que se emparenta mucho más con este, El Extraño Mundo de Jack (1993).

Con Frankenweenie, Burton mezcla la historia clásica del monstruo Frankenstein con la de un simpático perrito. Victor es un niño solitario e inteligente. Su padre prefiere que en lugar de estar todo el día encerrado en el altillo jugando con sus muñequitos le pegue un poquito a la pelota de béisbol. Su único amigo, el siempre fiel y muy simpático Sparky, lo acompaña en sus juegos y hasta protagoniza sus películas caseras (el filme comienza con un video filmado por Victor con sus juguetes como actores principales en donde su perro salva a la ciudad del ataque de un gigantesco bicharraco que lo está destruyendo todo; una estupenda apertura que nos pone inmediatamente en tema y nos presenta perfectamente a los personajes). Sin embargo, la mascota sufrirá un accidente y Victor no podrá soportar la soledad. Sus padres, tratando de consolarlo le dirán “si pudiéramos traerlo de vuelta, lo haríamos…” y así es como la historia de Sparky y la de Frankenstein se terminarán de enlazar.

El guión contempla algunos tópicos clásicos de la filmografía burtoniana como la relación de los padres con los niños, la contraposición entre el mundo adulto y el mundo de la inocencia, entre el mundo de las responsabilidades y el de los deseos y las fantasías. Los padres suelen ser esas figuras que no entienden a sus incomprendidos hijos y preferirían que fueran más normales. Un poco como sucede en la reciente ParaNorman, una película con la cual Frankenweenie tiene muchos puntos de comparación, pero en este caso la incomodidad paterna es un tanto más sensible y menos radical. Si hay algo de original en la conformación del grupo de alumnos y de Victor como estudiante es que en este caso no nos encontramos con un personaje tan discriminado y maltratado por el resto de sus compañeros: Victor no es el más “raro” de su clase, sus compañeros Edgar E. Gore (léase Igor), Nassar (un sujeto parecido a un tal Frankenstein o quizás a Largo de Los Locos Adams), Toshiaki (un pretencioso y muy sagaz muchacho) y una chica de ojos saltones cuyo apodo es Weird Girl (“chica rara”) parecen seres mucho más extraños que él. Por su puesto, entre ellos también esta Elsa Van Helsing, una niña que se parece un poco más a Victor y que vive en la casa vecina.

De más está decir que las referencias culturales (literarias, al cine clásico, al cine contemporáneo, a la cultura pop) están presentes por todas partes. Con los nombres de los personajes ya podemos armar una especie de manual metatextual y encontrar todos los cuentos de terror de la historia. Y eso sin contar a Shelley, un personaje secundario que aparecerá en la segunda mitad del metraje que bien podría ser un guiño a Mary Shelley (autora de la novela Frankenstein) o bien a Shelley Duvall, que colaboró en aquel primer corto de esta historia en los ochenta.

El apartado técnico es nuevamente sorprendente: filmada en un blanco y negro lleno de matices, Burton explota su lado oscuro, tétrico y al mismo tiempo atractivo de gran forma. El 3D no se destaca con escenas de notable profundidad, pero tampoco molesta arrojándole objetos a la cara del espectador.

A diferencia de ParaNorman, los cinéfilos tenemos la suerte de que han llegado copias subtituladas al país, por lo que podremos disfrutar de las voces de Wynona Rider, Catherine O’Hara, Martin Short, Conchata Ferrell, Charlie Tahan y en particular la de Martin Landau. El legendario protagonista de Crímenes y Pecados (Woody Allen, 1989) interpreta aquí al Profesor Rzykruski, un científico entusiasta y recio profesor sustituto de la escuela de Victor que no solamente cuenta con las más divertidas líneas del guión sino que también aparece como un personaje indispensable para llevar adelante la historia y el mensaje que busca transmitir la película.

La mano de Disney (estudio que produjo el filme) se nota bastante: es como una especie de halo que envuelve al relato para que no se vaya a lugares tan oscuros, tenebrosos y poco felices. Sin embargo, Burton tiene espacio para explayarse en sus microclimas y explotar las rarezas de sus personajes sin el menor inconveniente.

No es muy común que la cartelera tenga películas de animación en stop motion, ni que esas películas estén ligadas (al menos parcialmente) al terror. Tampoco es frecuente que dos filmes de animación tan similares y estrenados con tan poco tiempo de distancia entre sí como los son ParaNorman y Frankenweenie, sean historias tan bien contadas, tan atrapantes y emotivas, tan divertidas y entretenidas. Es un poco como Tim Burton, nada común, nada convencional, pero qué bueno que lo tengamos entre nosotros.

Por Juan Pablo Ferré

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