A Sala Llena

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CRÍTICAS

¿Qué te he hecho para que me trates así?

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¿Qué te he hecho para que me trates así?

Dirección y dramaturgia: Ana Luz Kallsten Producción ejecutiva: Patricio Pereyra, Claudia Grisolia, Vanina Fuentes. Escenografía y vestuario: Claudia Grisolia. Asistente de escenario: Rodrigo Modesto Durval. Diseño de luces: Luciana Suppicich. Asistencia de dirección: Patricio Pereyra, Fernanda López. Intérpretes: Ruby Gattari, Jesi Gonzalez Ajón, Luciana Lamoglia, Inés Urdinez.

Mujeres al borde…

El padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, al final de su vasta obra se seguía preguntando: ¿Qué es lo que quiere una mujer? Esta sencilla, pero no por eso menos intensa obra teatral, parece buscar algún tipo de respuesta en sus cuatro desolados, simpáticos, solitarios y ambivalentes personajes femeninos. Por momentos la clave parece estar en el pegadizo estribillo de un hit de cumbia villera: “las pibas quieren chacha, las pibas quieren chacha”, enviado por mensaje de texto a una de estas chicas.

La joven y prometedora dramaturga, Ana Luz Kallsten, se sumerge en los mares de la femenidad, para relatarnos la compleja estructura invisible que puede esconder el iceberg de  los vínculos humanos. Para ello se vale de una puesta con interesantes vetas, plagada de momentos risueños, para ir torciendo la historia con un magnífico pulso narrativo hacia un drama descarnado, perturbador y lo suficientemente movilizante como para dejarnos con mudez perpleja al final de la obra.

Frida (Luciana Lamoglia), una aparente ingenua y espontánea mujer, llega desde el norte, al hogar de la veterana y arrabalera Salma (Ruby Gattari), en busca de nuevos aires luego de romper con su pareja Washington. La desenfadada dueña de casa, vive con dos chicas: Pajarito (Jesi Gonzalez Ajón) quien padece un retraso mental moderado y fijaciones obsesivas con las verduras y el olor a caca; y Susy (Inés Urdiney), una adolescente rebelde y transgresora.

Entre diálogos imperdibles, situaciones muy cómicas y momentos empáticos, vemos como estas mujeres se van maltratando unas a otras, no sabemos que las une y las irrita tanto a la vez, pero se infiere un pasado denso, irremediable, plagado de culpas y rencores. La risa, tan presente en el primer tramo, va dando lugar a la identificación desolada y melancólica  con la impotencia de algunos personajes.

Kallsten sabe explorar y dirigir en cada una de las mujeres, la multiplicidad de matices que esconde la existencia femenina, para ir develando de a poco el porqué del maltrato. El humor negro es un recurso utilizado con gran altura y respeto, para parodiar sin culpas las miserias y desgracias humanas. La discapacidad es un disparador para la risa y ternura a la vez, sin caer en el fácil relato sensiblero y emotivo que puede generar esta problemática.

Para contarnos esto, la directora se vale de una puesta en escena costumbrista; tenemos un living, con un sillón, mesa, tres sillas y unos cajones plagados de verduras. Todo transcurre dentro de ese ambiente precario, a excepción de unos pocos diálogos fuera de escena. El trabajo de luces es prolijo y preciso, y va acompañando los diferentes momentos y climas que transmite la obra.

Pero el punto fuerte son las interpretaciones, las cuatro actrices se devoran el escenario sin ningún tipo de fisuras, con un alto manejo corporal y gestual del humor y un sólido despliegue en los momentos más dramáticos. Un absoluto placer es ver en vivo, el oficio que demuestran estas cuatro actrices, al encarnar, durante una hora, personajes tan diversos y contradictorios a la vez, como el deseo femenino mismo.

Sesenta minutos es lo que dura la obra, puede parecer corta de duración, pero al ser tan intensa y a despertarnos una amplia variedad de afectos y emociones opuestas, la sensación es que fuimos espectadores de una puesta teatral mucho más extensa.

Es que todo está narrado en su justa medida, no hay excesos ni estiramientos que pongan en riesgo la agilidad de la puesta. Sólo tenemos cuatro chicas, cuatro universos, cuatro historias de vida, que denuncian lo incómodo y hasta siniestros que pueden llegar a ser algunos lazos familiares, sin dejar de reírnos del espejo que estas relaciones reflejan en nosotros mismos.

Teatro: Espacio Ecléctico – Humberto Primo 730

Funciones: Jueves 21 Hs.

Entrada: $50

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