Juana Molina | Composición, guitarra, teclado, voz.
Odìn Schwartz | Bajo, sintetizador, coros.
Diego Lopez de Arcaute | Batería y percusión electrónica
Sin banda soporte y puntual, Juana Molina se presentó en el patio de Ciudad Cultural Konex junto al percusionista Diego López de Arcaute y Odín Schwarts a cargo del bajo, sintetizadores y coros.
La cantautora presentó su sexto álbum Wed 21, trabajo en el que la gran novedad es el reemplazo de su característica guitarra acústica por una eléctrica, haciendo así un sonido bailable marcado por el sintetizador.
Con su nuevo trabajo, Juana recorrió Asia y Europa y recibió elogios de la crítica internacional especializada. Si bien su música siempre fue mejor recibida en el exterior, con seis discos editados y diecisiete años de trayectoria tiene su público fiel en nuestro país.
La música de Juana nace en una combinación de sonidos de lo más variados, en la que no se priva de jugar con sus instrumentos como la guitarra, el piano o hasta el platillo – que maneja con calidad- y su voz cobra protagonismo a través de ladridos, gemidos y agudos.
Algunos de los temas que no faltaron en su show fueron “Ay, no se ofendan”, “One day”, “Vive solo”, “Las edades”, “Ferocísimo” y “El Perro” (dedicado a Alejandro Mazzei.).
Aunque su performance transcurre en vivo, la mayoría de los temas están acompañados por pistas, que a modo de colchón, forman el sostén perfecto para que su música genere una atmósfera hipnótica. Las bases están formadas por percusión, guitarras distorsionadas, teclados con distintas tonalidades.
Vale destacar que se trata de una puesta que requiere un amplio dominio de la tecnología pero sobre todo de la creatividad a la hora de elegir las combinaciones.
A lo largo de la noche Juana hizo uso de su rol de actriz – profesión que ejercía como humorista antes de dejarla atrás por la música- retomando sus personajes más populares y hablando en portugués.
Hacia el final de la noche Juana se quedó sola en el escenario, con su guitarra siempre acompañada de una pedalera que le permite lanzar sonidos pregrabados, para así multiplicar su voz y, al ritmo de “Los hongos de la Marosa”, despidió a su banda tras catorce canciones que llevaron al público, por un momento, a elevarse.