La terraza (Argentina, 1963, 90’), de Leopoldo Torre Nilsson
Obra inmortal de Torre Nilsson basado en un libro de su esposa, Beatriz Guido. Un reflejo cínico, un crítica mordaz a un grupo de estudiantes universitarios de Recoleta que deciden organizar una “fiesta” en la terraza de uno de ellos. Lo que empieza como un juego aburrido se convierte en una orda de maldad. La sutileza y rebeldía de Torre Nilsson para abordar temas tabú como el sexo, la homosexualidad o las drogas a principios de los años ’60 en Buenos Aires era realmente llamativo. No solamente cada personaje está brillantemente escrito delineado, con tantas aristas que cuesta definir a cada uno, etiquetarlo finalizada la película. No miento, de las pocas películas que vi que se van a dar en el BAFICI, esta que la vi por primera vez en el MALBA hace 8 años atrás es la que más tengo grabada. Aun hoy resulta contemporánea y fuerte. No puedo olvidarme del impacto que me causaban las maldades y torturas que los post adolescentes le realizaban a la joven e inocente Belita.
Torre Nilsson era un visionario, un adelantado a su época. Ponía la cámara en lugares donde pocos imaginaban en ese momento (al lado de los frenos de un carting) o se tiraba al agua junto a los protagonistas. Muchos realizadores se creen innovadores hoy en día, por hacer las cosas que hacía Torre Nilsson en los ’60.
Y La Terraza es una de las obras más extremas e irónicas. Impresiona la malicia de sus protagonistas maravillosamente interpretados por los jóvenes Leonardo Favio, Graciela Borges, Enrique Liporace, Dora Baret o Norberto Suárez. Si tenía ojo para encontrar promesas, el hijo de Leopoldo Torres Ríos…
Tras realizar obras emblemáticas, pero solemnes, dramáticas que bordean el melodrama como Piel de Verano, La Mano en la Trampa o Setenta Veces Siete, se esperaba un regreso más anárquico del Torre Nilsson de El Secuetrador, La Caída o Fin de Fiesta. El Torre Nilsson más transgresor y vanguardista.
La Terraza es una obra que hay que verla en cine para disfrutarla plenamente. Una demostración que hace 50 años el cine argentino latía y se movía paralelamente a los movimientos más revolucionarios de la historia.