Luces y Sombras de la cinematografía francesa
Debe ser el cuarto año consecutivo que asisto a la semana del cine francés organizada por la Embajada de dicha nación, la Alianza Francesa, exhibidas en el Patio Bullrich. Más allá de que mi afinidad con la zona es bastante alienígena, como bien da a entender Iván, debo reconocer que no me imagino las mismas obras en otro sitio, aunque posiblemente, la Alianza Francesa o el cine Cosmos brindarían la oportunidad de hacer llegar los últimos estrenos de la nación que vio nacer (valga la redundancia) la primer cámara cinematográfica a un público menos asociado con barrio norte. Los franceses que radican en Argentina, por otro lado, tienen la ocasión de ponerse al día con lo último de cine de su país.Es bien sabido que notables realizadores generando cine actualmente en Francia. Muchos de ellos, son autores indiscutidos, otros… no tanto. El gobierno promueve que el público VAYA a ver cine francés, y por eso mismo, las propuestas cinematográficas también apuntan últimamente a la masividad. O al menos, eso pude sacar en conclusión tras haber visto 5 de los preestrenos que se mostraron en el Patio Bullrich. Y respondiendo a la cobertura de Iván: sí, Graciela Alfano vive en el Shopping (es el segundo año consecutivo que la veo sentada en la misma mesa frente a Freddo, sospechoso).
La elección de títulos de este año apuntan a dos polos: la comedia romántica y el drama con crítica socio-política-económica. Sin embargo se respira un aire de energía optimista, positiva. Como si la crisis económica que vive la nación presidida por Sarkozy, no fuera tan relevante o crítica como dicen los medios, o que la inmigración tampoco sea un tema que les preocupa demasiado. Al punto que se da el lujo de bromear sobre eso. Bueno, el cine francés se caracterizó siempre por su ironía. El humor es lo último que se pierde.
Acaso por eso se eligió a Jean Renoir como el realizador a homenajear con dos “restauraciones” este año. Renoir, siempre supo dar trabajos que critican las diferencias de clases, reflexión social mediante, pero agregando una importante cuota de cinismo, ironía y ternura a sus personajes y relatos. La elección de Toni y French Can Can es contraproducente. Por un lado posibilita ver en pantalla grande dos clásicos maravillosos del gran realizador nacido en 1894, difíciles de conseguir en dvd clubes que no son exhibidos en salas desde el momentos del estreno posiblemente (quizás haya habido algún ciclo en la Lugones, pero no lo puedo confirmar). Por otro confirma, que los demás títulos tienen una pobreza artística notable a comparación. No quiero ser peyorativo con esto, pero de Renoir a Cédric Klapisch, el autor más interesante de la selección de obras de este año, hay una gran distancia. No hay nada peor que los títulos se empaten visual y temáticamente uno con el otro. Hay una sensación de deja vú, falta imaginativa para desarrollar historias, sorprender al espectador. Voy a ser honesto, no puedo hablar de productos fallidos, sino decepcionantes. Que apelan a fórmulas conocidas, predecibles. Que cumplen con lo que proponen, son sólidas interpretativamente, pero no aportan material trascendente, imágenes inolvidables.
Si se puede hablar de contrastes, Toni y French Can Can son completamente opuestas. La primera (1935) usa la fotografía blanco y negro en forma expresiva. Se trata de un retrato neorrealista, filmada en pasajes naturales, a la luz del Sol (como filmaba su padre, destacado pintor) con intérpretes que parecen haber emergido de la misma tierra y haber sido obreros toda su vida. La segunda, en cambio fue filmada en estudios, en colores, con las máximas figuras de la industria contemporánea, repleta de pasajes románticos, alegres, coreografías ostentosas y perfectas, recreaciones de pinturas de Renoir padre y Toulosse-Loutrec entre otros. No puede haber mayor contraste a nivel visual, pero comparten preocupaciones y críticas sociales, miradas sarcásticas y provocativas sobre el sexo, la crisis económica y la hipocresía de los habitantes.
Es irónico, pero Renoir usaba argumentos románticos para generar conciencia social. En cambio, parece que los directores contemporáneos buscan priorizar las subtramas románticas, y que la crítica social sea solamente la excusa argumentativa para llegar al romance. Todo anda perfecto en Francia. Pero si las parejas (todas heterosexuales y atractivas) están en crisis, tiembla la república. Pero vayamos por partes:
Toni (Jean Renoir, 1935)
Renoir se adelantó a De Sica y expuso un retrato crudo, sobre la forma de vida campestre, la pobreza, la inmigración (los protagonistas son inmigrantes españoles que escapan de la Guerra Civil) y a pesar de la violencia que se acumula, la tensión dramática entre los personajes, la crítica social sigue siendo lo más importante para el realizador. En un pueblo cuya economía se basa en la cosecha de uvas y la explotación de minas, los pobladores establecen lazos concretos y se conocen de cerca. La mayoría provienen de España. Cruzan el puente en busca de un mejor futuro (los tiempos no cambian…) y se acomodan en el campo. Allí, Toni está enamorado de Josefa, pero como no se anima a declarárselo, su patrón, Alberto se termina casando con ella. Él, en cambio se debe conformar con María que le da techo y comida, mientras sueña con escaparse con Josefa. A través de la diferencia de clases entre Alberto y Toni, Renoir simboliza lo que sucedía en toda Francia. Los inmigrantes deben luchar en cualquier lado por su porción de tierra. Renoir aplica humor costumbrista a sus personajes, le da humanidad al mismo tiempo. Filmada en escenarios naturales se trata de una obra maestra. Las expresiones de los rostros de los protagonistas son impactantes. La construcción de microuniverso dentro de ese pueblo, permite ver diversos rostros de una misma realidad, costumbres, culturas, la influencia de la iglesia, la tentación del cuerpo desnudo. Provocador, Renoir aporta sensualidad. Bien podría haberse tratado de un film noir también debido a la creciente violencia del triángulo amoroso, pero en cambio con esa estética parece que estamos viendo la precuela de Obsesión de Visconti, uno de los pilares del neorrealismo italiano.
French Can Can (Jean Renoir, 1954)
Ficcionalización sobre la creación del Moulin Rouge, French Can Can celebra la historia del espectáculo vodevil más conocido del mundo con una alegría y belleza maravillosa. Es la ciudad de las luces, pero también de la miseria. A pesar de retratar la opulencia de París a principios del siglo XX, Renoir también muestra como las mujeres que no provenían de familias de clase alta, debían dedicarse a quehaceres domésticos o la prostitución. Pero no lo enfatiza, lo deja latiendo. El Moulin Rouge, en ese sentido es un sitio donde las mujeres conservan la sensualidad, pero mantienen un perfil artístico. El protagonista (Jean Gabin) es el dueño de un teatro vodevil venido a menos que conoce el éxito y la ruina, pero trata de que su imagen no se venga abajo. Siempre busca un negocio para renacer, mientras cortejea a aquellas nuevas artistas para las que vislumbra gran futuro. No esconde su naturaleza mujeriega. Renoir se opone a las reglas, al moralismo, explota al sexo, hace pasear mujeres desnudas delante de cámara o en un segundo plano (André Bazin siempre destacó el montaje interno de las obras de Renoir), rompe códigos. Estiliza cada plano como si fueran pinturas e incluso homenajea a su padre pintando al aire libre. Esos son los detalles que enriquecen una película. Ni hablar del despilfarro de intérpretes sueltos: Gabin, María Félix, François Arnoul, un joven Michel Piccoli e incluso Edith Piaf con su inconfundible voz pasean sobre el escenario del molino rojo. Una obra incomparable, con magistrales números musicales. Fue la segunda obra dedicada a los orígenes del famoso teatro parisino en poco más de dos años, la primera fue Moulin Rouge de John Huston sobre la vida de Toulusse-Loutrec. Ambas son obras maestras, que dejan al retrato de Baz Luhrman como un insulto a la cultura e historia del arte francés.
Les Adoptes (Melanie Laurent, 2011)
La joven intérprete de Bastardos Sin Gloria, El Concierto y Begginers (por decir los títulos que se pueden ver en nuestro país) se anima a dirigir esta historia que remite directamente al clásico de Louisa May Alcott, Mujercitas. Dos hermanas muy unidas, que viven con una madre liberal son las protagonistas. Cuando Marine, la menor, conoce a Alex, un crítico gastronómico empieza a crecer la tensión entre ambas, la distancia. Sin embargo, a la mitad del relato, sucede una tragedia que obliga a Lisa, la mayor a plantear su situación sentimental.
Laurent logra sostener el relato, la visión de Marine (gran interpretación de Marie Dernanaud) gracias a un tono romántico logrado, buenas interpretaciones, y una estética visual sólida: la fotografía es notable, los contrastes lumínicos y de colores intensos, encuadres simétricos, planeados, un montaje alejado de lo convencional, planos secuencia, detalles marcados. El clima está bien logrado. El problema es que la segunda mitad se vuelve previsible, demasiado sentimental y golpe bajista. Apela al efecto lacrimógeno. Sin ser una propuesta desdeñable, termina convirtiéndose en un culebrón. Reitero que si no tuviese un tratamiento marcado, ciertos toques de humor negro y excelentes intérpretes (se destaca la misma Laurent y Denis Menochet, visto en la secuencia inicial de Bastardos Sin Gloria), estaríamos frente a un melodrama demasiado convencional.
Románticos Anónimos (Les émotifs anonyes, Jean Pierre Ameris, 2010)
A ver, hay algo demasiado atractivo en esta comedia poco original acerca de dos personajes extremadamente tímidos que no se animan a declararse, y es el tono. Sí, es kitsch, es cursi, pero también simpática y honesta. No pretende ser más de lo que es: una comedia romántica con personajes queribles y actores soberbios. Angélique es una chocolatera que se tensiona y entra en pánico cada vez que debe enfrentar a una persona, pero sus chocolates son excelentes. Entra a trabajar en la fábrica de Jean-René, que está en la bancarrota porque sus chocolates se quedaron en el tiempo. Pero entra como agente comercial y no como cocinera. Bajo una coraza fría Jean-René la admite, pero no se anima a cortejarla porque es más tímido que ella. Cada uno se irá acercando al otro al tiempo que le confiesa su malestar, ella a un grupo de románticos anónimos (una terapia similar a la de alcohólicos, pero para sentimentales) y él a un psicólogo, que le aconseja que pasos seguir. Mientras tanto, tratan de salvar la fábrica. En este tire y afloje de sentimientos encontrados, el director logra crear situaciones divertidas, algunas más ingeniosas que otras, aún cuando tiene giros predecibles y una resolución conservadora.
Comedia romántica tonta, para pasar el rato. Las hay mejores…
El Arte de Amar (L’ Art d’ Aimer, Emmanuel Mouret, 2011)
… Y las hay peores. Film coral episódico de sketchs sobre enredos románticos que podría formar parte de Matrimonios y Algo Más con un elenco de figuras que incluyen a Julie Depardie, Gaspard Ulliel y François Cluzet. Nada que ver con Paris Je Taime, El Arte es una comedia que se detiene más sobre lo sexual, como una versión realista de Todo lo que Siempre Quiso saber sobre el Sexo pero nunca se Animó a Preguntar, o cuentos eróticos pensados para televisión. Pero Mourte no tiene ni el ingenio, ni la creatividad, ni el cinismo de Hugo Moser o Woody Allen. No hay desarrollo de personajes, sino anécdotas. Algunas mejores, otras peores. Visualmente poco inspirada, las escenas se suceden y no terminan por desarrollarse o explotarse debidamente. Solamente el que incluye a Cruzet tiene momentos realmente divertidos, y se debe gracias al talento del actor de La Mentira. El episodio final, es efectivo, pero no logra trascender. Es una obra insípida, poco imaginativa e incoherente. Superficial, misógina incluso, que desperdicia a una gran elenco.
Ma Part du Gäteau (Cedric Kaplisch, 2011)
Bueno, al menos acá tenemos a un realizador consolidado internacionalmente gracias a su díptico Piso Compartido/Las Muñecas Rusas, pero que vengo siguiendo desde su ópera prima, Todos Ríen (1992) hasta su última obra París (2009). Esta vez, Kaplisch deja en paz a Romain Duris y se preocupa un poco más que sus contemporáneos sobre la crisis económica mundial y el desempleo en Francia. La protagonista es France (nombre paradójico), una mujer que es despedida de una fábrica que quiebra por culpa de la especulación de la bolsa de valores y la industrialización. Tras un intento de suicidio, y llevando a cuestas el mantenimiento de tres hijas adolescentes, la protagonista consigue trabajo doméstico en París, en la casa de Stéphane, un frío agente de bolsa, que solo piensa en ganar más dinero, pero descuida su vida afectiva.
Con una premisa similar a Cama Adentro de Jorge Gaggero, Kaplisch explora la relación entre un hombre que aparentemente tiene todo, pero está internamente vacío, con una mujer que ha perdido casi todo. Más allá de resaltar contrastes sociales, el director propone un juego de espejos, donde humaniza al rico gracias a la humildad de la obrera. Este previsible y evolutivo giro del personaje va entorpeciendo bastante el desarrollo del argumento, que pasa armoniosamente de la comedia al drama, sobrevolando una crítica a la diferencia social, la crisis y la inmigración. Nunca profundiza demasiado en lo que pretende criticar. El final podría haber sido más conciliatorio, pero en cambio, en vez de seguir el camino del cuento de hadas (a lo Mujer Bonita) prefiere volver al alegato social y concluir con una especie de justicia poética, que a pesar de ser inverosímil, termina siendo más agradable que si lo hubiese filmado un director estadounidense.
No se trata a fin de cuentas de una comedia romántica más, pero tampoco logra imponer una crítica feroz a la economía como saben hacer mucho mejor realizadores como Laurent Cantet o Costa-Gavras. Simplemente se queda en el medio. Es muy destacada la interpretación de Karin Viard.
Previamente, en Mar del Plata había visto El Ministro (L’ Exercice de l’ Etat, Pierre Schoeller, 2011) y escribí la crítica acá:
Me gustaría poder agregar un poco más sobre esta obra, que crece en mi memoria tras haber visto los cuatro films que acabo de reseñar (los de Renoir no cuentan). Además también lo manifiesto como conclusión de esta edición. En primer lugar, resalto que Schoeller no se ató a una estructura tradicional como los anteriores realizadores que tratan de imitar un modelo de comedia o drama similar al estadounidense. Schoeller es menos previsible. No se sabe hasta ¾ de la trama adonde apunta el film. Vemos una acumulación de escenas donde este ministro mantiene extensos diálogos con sus secretarios, se pasea de su mujer a su amante, pero no hay un argumento central hasta que se sucede un accidente. Por otro lado, el humor es menos definido, la mezcla de géneros es más difícil de separar y el tono y ritmo, no son los convencionales. Tiene dos actuaciones gigantes de Olivier Gourmet y Michel Blanc. Todo esto me lleva a pensar, que a pesar que se me hizo un poco densa en el desarrollo, tiene verdaderos méritos cinematográficos para discutir, y no da respuestas certeras. Pretende y logra que el espectador la discuta a la salida de la sala, algo que no sucede con los otros films que pude ver en esta edición.
De esta forma Schoeller logra acercarse un poco más al modelo de cine que promovía Jean Renoir, y seguir la tradición de una cinematografía más cercana a la provocación, a cuestionar y no a dar soluciones fáciles a un mundo tan globalizado, que el cine y la cultura autóctona empiezan a perder su identidad. Es por este motivo que a pesar de que la selección de títulos que vi en esta oportunidad (o reitero los que me tocaron ver, porque hay 6 que no pude) , no fueron de lo mejor, es necesario que se hagan muestras especiales sobre la cinematografía de cada país. Para que se distingan y conserven las identidades culturales, que no se mezclen o confundan los valores con respecto a los productos hollywoodense, que podemos defender, pero pertenecen a la sociedad estadounidense. Y sin importar donde se visualicen, es relevante que se exhiban por separado. Después cada espectador sacará sus conclusiones acerca de la identidad cinematográfica del panorama contemporáneo de la cultura francesa.
Par ver hoy:
Miércoles 21 de Marzo
14:00 Hs Toni
16:00 Hs Ma Part du Gãteau
18:30 Hs Cómplices
20:30 Hs Les Adoptés
22:30 Hs Románticos Anónimos