En 1999 Gus Van Sant, un director bastante plomo, de esos que son festejados en festivales aburridos, tuvo las agallas de llevar a cabo uno de los proyectos más arriesgados de la historia del cine: hacer una remake de Psycho (1960), obra maestra de Alfred Hitchcock. Claro, el riesgo de enfrentarse ante tremenda hazaña era un desastre asegurado de dimensiones astronómicas.
El resultado: un calco 95 % igual a la original, salvo el agregado del color y algún que otro plano que el gordo Hitchcock no pudo resolver por la tecnología que en aquellos tiempos escaseaba. El resto, más allá de alguna extremación narrativa (la escena de masturbación de Norman Bates), se presentaba como una mala y triste copia sin alma, sin sentido, artísticamente abyecta y estéticamente pobre.
Hoy en día no es más que un mal recuerdo, amén de un desastroso movimiento por parte de la gente de Universal y apenas apreciado en alguna que otra plataforma de streaming, en dónde extrañamente suele aparecer. En cuanto al ignoto Van Sant y su insoportable y soporífero cine, sucede lo mismo.
Algo de ésto hay en Los extraños: Capítulo 1 (2024), reinicio de la obra maestra del talentoso Bryan Bertino de 2008 y que tenía como protagonistas a Liv Tyler y Scott Speedman. El film de Bertino, una clase magistral de cine, fue un éxito moderado y trajo consigo una espantosa secuela y la que hoy nos compete: una innecesaria remake/reinicio que no hace más que calcar la mayoría de las situaciones descritas en la película original.
Acá una pareja se ve obligada a detenerse con su auto en un pueblito ignoto en la América profunda, esa que suele albergar toda clase de secretos oscuros y escalofriantes y que acá no será la excepción. Porque deberán alojarse en una cabaña en un tupido bosque hasta que el mecánico local pueda arreglar el desperfecto del auto que los obligó a quedarse a pasar la noche allí. Una vez instalados, los citadinos serán acosados por un grupo de personajes enmascarados que no tardarán en torturarlos psicológica y físicamente.
En Los extraños: Capítulo 1 no aflora el increíble arco dramático y emocional que se armaba paulatinamente en la original, amén de un apartado simbólico extraordinario y un manejo de los tiempos y la puesta en escena que quitaba el aliento. No por nada creemos que fue, es y será una de las más grandes películas de terror en lo que va de siglo. Lamentablemente en el film de Renny Harlin (Que dirigió la muy buena Riesgo total con Sylvester Stallone) no hay mayores méritos que los de copiar un 80 % a la de Bertino pero en su costado más superficial, quitando todo su espectro de representaciones, rico en matices y formas. Todo lo vacuo, intrascendente y poco feliz que pueda otorgar una película de terror ordinaria, pasatista, se instaura en éste film falto de tensión, climas y recursos que al menos puedan poner los pelos de punta para los que busquen emociones fuertes. Ni eso, ni lo otro ni nada.
Tan aburrido y rutinario se vuelve por momentos gracias a su fórmula totalmente calcada, que puede provocar bostezos varios y algún ronquido extra aquí y allá. Sin mencionar que los protagonistas carecen de carácter y apenas sirven como excusa para la tortura y la muerte. Tal vez una generación que no conoce la original de 2008 pueda disfrutarla, siempre acompañada de inocencia y pocas pretensiones, algo que igualmente jamás le pediríamos a una película zonza, innecesaria y sin un sólo riesgo argumental, con una pareja protagónica bonita y poco más que eso.
Consejo, Renny, seguí en el cine de acción. De corazón te lo decimos.
(Estados Unidos, 2024)
Dirección: Renny Harlin. Guion: Alan R. Cohen, Alan Freedland. Elenco: Madelaine Petsch, Ryan Bown, Matus Lajcak, Pedro Leandro. Producción: Alastair Burlingham, Mark Canton, Charlie Dombek, Christopher Milburn, Gary Raskin, Courtney Solomon. Duración: 91 minutos.
