(Estados Unidos, 2014)
Dirección: Roberts Gannaway. Guión: Jeffrey M. Howard. Elenco: Dane Cook, Ed Harris, Julie Bowen, Curtis Armstrong, John Michael Higgins, Hal Holbrook, Wes Studi. Producción: John Lasseter. Distribuidora: Buenas Vista. Duración: 83 minutos.
Una saga innecesaria.
La primera entrega de Aviones ya era bastante floja: una extensión del universo de Cars de John Lasseter, pero con el protagonismo de vehículos del aire. El mayor inconveniente del film era la falta de ideas; el desafío era tomar algo ya establecido previamente -con bastante éxito, por cierto- y redondear una nueva aventura, pero el resultado fue una mayor carencia en el desarrollo de sus personajes y la historia en sí.
Con Aviones 2: Equipo de Rescate, su realizador Roberts Gannaway vuelve a cometer los mismos errores de aquella primera parte. En esta oportunidad, Dusty -el humilde avión fumigador que se convierte en el as de las carreras- tendrá un desperfecto mecánico que le hará replantearse su futuro, por lo que se entrenará para ser un avión hidrante y buscar un nuevo destino.
Es lógico que lo que mande sea la taquilla aunque ante una película fallida como la primera, sólo pensar en una segunda parte resulta más que innecesario, ya que tanto los personajes conocidos como la mayoría de los nuevos que se incorporan en esta nueva obra carecen de carisma, lo que deriva en que su intento por ser héroes -a pesar de su bondad o valentía- no resulte atrayente.
También dejan bastante que desear las escenas relacionadas con la acción o la aventura. La mayoría de los problemas de Aviones 2: Equipo de Rescate recaen en no contrastar esto con la comedia y a pesar de que algún que otro chiste puede caer simpático, el film nunca termina de convencer en ese plano, algo fundamental para el prototipo de personajes que desarrolla la película.
Con un nivel visual bastante inferior a lo que resulta la media de Pixar y Dreamworks, esta nueva obra de Disney no logra salir de su intrascendencia. Estamos ante otra película que hace uso del 3D más como una moda que como un elemento central en lo narrativo y demás aspectos técnicos, cuando esta tecnología podría haber acrecentado la emoción de un film que nunca termina de despegar.