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CRÍTICAS - CINE

Por Siempre Amigos (Little Men), según Martín Chiavarino

Réquiem para la bohemia progresista.

Tras la caída de las Torres Gemelas, los cambios iniciados en Nueva York -la emblemática ciudad de la costa este de Estados Unidos que representa el progresismo y la modernidad- durante la década del noventa, y en especial en Brooklyn, uno de los distritos de mayor población de la ciudad, se aceleraron rápidamente, convirtiendo a esta localidad en el hogar y la cuna de los nuevos profesionales, los artistas bohemios y los hipsters. Junto a ellos llegó su dinero, sus intereses y sus manías.

Por Siempre Amigos (Little Men, 2016), el último film del realizador Ira Sachs (Love Is Strange, 2014), se sitúa en este contexto de cambios culturales y habitacionales para narrar una historia de egoísmo y amistad que define y marca la vida de unos chicos y sus padres.

La muerte del padre de un actor de obras independientes sin demasiado éxito comercial, Brian Jardine (Greg Kinnear), deja libre la casa en la que él creció en Brooklyn y le abre la posibilidad de abandonar el estatus de inquilino de pequeños departamentos en Manhattan para mejorar sus finanzas y comenzar a vivir con más espacio junto a su esposa psicoterapeuta, Kathy (Jennifer Ehle), y su hijo, Jake (Theo Taplitz). La mudanza genera una amistad inmediata entre el taciturno hijo de Brian y el extrovertido hijo de la inquilina del negocio de ropa ubicado debajo de la casa de la familia Jardine, Tony (Michael Barbieri). La boutique de ropa de Leonor (Paulina García), una inmigrante chilena que lucha por mantener su negocio ante la crisis económica, no genera muchos dividendos y Brian y su hermana se dan cuenta de que su padre nunca indexó el alquiler a los nuevos valores inmobiliarios.

La familia Jardine intima a Leonor a que renegocie el contrato de alquiler a punto de expirar con un aumento que triplica el valor y ella se niega rotundamente, lo que conduce a una “guerra fría” entre los vecinos que se traslada a una conflagración entre los hijos y los padres para que depongan su actitud utilitaria.

El film funciona como un capítulo de un análisis socioeconómico sobre la última etapa de la expulsión forzosa de los inmigrantes, o a nivel más general, como un estudio de una fase más en el ajuste del capital sobre la ilusión del sueño americano.

La calidez de la amistad de los chicos y el tono artístico de las escenas de los ensayos de las obras de Brian contrastan con la frialdad de los intercambios económicos. La economía y el arte se cruzan así inexorablemente, rompiendo ideologías y demostrando que las leyes invisibles del mercado se hacen carne. Este choque entre un falso progresismo que es enfrentado a la dura realidad y se hunde en sus propias contradicciones es la premisa que sostiene Por Siempre Amigos, forjando todos los lazos y las escenas en un film sin demasiadas pretensiones que logra desnudar algunos de los entresijos de las ideologías contemporáneas y sus paradojas.

calificacion_4

Martín Chiavarino

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