El color por sí solo para mí no tiene sentido sin la música. La música tampoco tiene sentido para mí sin el color.*
Desde la primera escena de Infinity According to Florian (2022) hay múltiples contrastes entre los sentidos simultáneos y los consecutivos. Esta obra documentará reflexiones e imágenes del arquitecto sobre temas variados, entre ellos: el cosmos y las ciudades, los colores y la música, el diseño arquitectónico y la burocracia para hacer un proyecto, las maquetas y la construcción, la estructura y el caos, y el mar y un concierto de rock.
El realizador Oleksiy Radynski hace que el discurso de Florian contraste frente a su entorno y por lo tanto, también su obra. Él habla de arquitectura y música aún reunido con agentes gubernamentales. Habla de color y ritmo en medio de arbitrariedades cometidas con los edificios diseñados por él. En otra escena se muestra lúcido y revitalizante aunque los médicos advirtieron que debió morir un mes atrás.
Estamos ante la obra de un hombre que cuando vivió en un campo de concentración en Siberia donde convivían tantos idiomas, él decidió ser independiente y crear un lenguaje propio. Y de este conserva hoy en día un registro cromático y geométrico.
En aquel momento el dictamen era ideológico, ahora es económico. Son la misma cosa*.
Por otra parte, en el documental hay consonancia por lo inherente al cine. La recurrencia geométrica de las imágenes van de acuerdo con las búsquedas del artista. Una gran cantidad de los planos incluyen obras cromáticas, instrumentales y lingüísticas de Yuriev.
Así la obra cumple con el título tanto en el discurso del arquitecto como en la manera de mostrar que su palabra se integra a sus creaciones. La repetición de las líneas rectas, las curvas, los triángulos y los círculos entran en consonancia con las obras del artista ucraniano sin caer en preciosismos o agotamiento visual. Es una sencilla y acertada consecuencia de confiar, gracias y a pesar del caos, en sus búsquedas armoniosas, las del artista y las de las artes audiovisuales.
Soy un arquitecto, las palabras no significan mucho para mí*.
Finalmente más allá de esta aseveración, que hace cuestionarnos qué significan el discurso escrito y el visual para un crítico de arte; la escena donde Florian la enuncia muestra que el artista se compromete a crear y a dar la cara por su obra ante la burocracia que insiste en desmantelarla.
Dicho eso, el realizador nunca victimiza a su artista, lo mantiene en su cero infinito. Esto es tan cierto que tardamos en saber del cáncer que le aquejó. En una escena hasta se ríe de los beneficios de ser viejo para ralentizar la enfermedad.
La obra deja un anhelo final de un acercamiento más experimental al artista ucraniano, área en la que Radynski también se formó como cineasta. Sin embargo esto es solo pretender que un creador pueda ser recordado sin sus contradicciones cotidianas.
Podemos afirmar lo que queramos para nuestra propia autoafirmación. Pero el resultado es cero. Aún así, este no es un cero simple. Desde mi punto de vista, debería ser un bello cero*.
Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.
*Las palabras en cursivas fueron dichas en el documental por Florian Illich Yuriev.