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CRÍTICAS

Tute Cabrero

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Dramaturgia: Roberto Cossa. Dirección: Emiliano Delucchi. Asistencia de Dirección: Rocío García Márquez. Producción General: Gastón Cocchiarale. Música: Gabriel Belek. Escenografía: Emiliano Delucchi. Iluminación: Jorge Ferro. Operación de luces: Nicolás Dominikow, Vanina Falcone. Vestuario: Catalina Motto. Diseño Gráfico: Juan Manuel Docampo. Fotografía para escenografía: Christian Inglize. Fotografia para Gráfica: Natalia Balza. Elenco: Eduardo Juncadella, Mariano Ulanovsky, Gastón Cocchiarale, Maria Laura Rolle, Marina Lamarca, Victoria Sarchi. Prensa y difusión: Tehagolaprensa.

Un grupo humano

Las relaciones laborales están basadas en el miedo y en el control de los recursos. El principal recurso de una empresa capitalista es el recurso humano y la finalidad de la empresa es obtener la mayor cantidad de plusvalía de su fuerza de trabajo. Precisamente el mundo del trabajo y las relaciones que el mismo establece es el objeto de crítica cultural de la obra teatral Tute Cabrero.



Tute Cabrero
es una de las mejores obras del dramaturgo argentino Roberto Tito Cossa, uno de los continuadores del Nuevo realismo, un género teatral argentino creado por Carlos Gorostiza que se caracteriza por un realismo enraizado en la crítica social con toques absurdos, experimentales e incluso grotescos, en algunos casos. Publicada en 1968, y puesta en escena por primera vez por Juan José Jusid en el mismo año, continúa aún hoy interpelando a los trabajadores argentinos y a la sociedad argentina como colectivo social.

En un importante estudio de arquitectura, tres dibujantes reciben una comunicación del Gerente general explicando que uno de ellos va a ser despedido y les deja a su criterio la elección de quien debe quedarse y quien debe irse, desatando un juego perverso y retorcido entre ellos. Los tres personajes comienzan a experimentar así una paranoia creciente mientras recuerdan como entraron a trabajar en el estudio y como conocieron a sus compañeros.

A través de pequeños toques de humor cáustico y socarrón, los trabajadores exteriorizan sus miedos y se someten al escrutinio y a la mirada de sus parejas y de sus compañeros. Sosa, el mayor se encuentra apremiado por su edad y su incapacidad para pensar en una vida fuera del trabajo. Carlos, el que dirige el grupo, es un trabajador de mediana edad frustrado que abandonó hace años sus estudios de arquitectura y sus sueños de ser pintor por la seguridad de su puesto como dibujante al lado de Sosa, su mentor. Sergio, el más joven, lleva un año con ellos y piensa que tiene muchas posibilidades de ascenso en el estudio ya que aún estudia arquitectura y espera recibirse pronto.

En un juego macabro que mezcla la intriga y la necesidad de defender la fuente laboral, los personajes se aplastan y se disminuyen delante de los otros intentando buscar una superioridad que tan solo demuestra su mediocridad y sus temores a perder lo poco que tienen.

En este polvorín, el director Emiliano Delucchi realiza una puesta en escena absolutamente minimalista que aprovecha de manera extraordinaria los reducidos espacios a través de la iluminación, poniendo en juego todos los artilugios del teatro como construcción escenográfica y decorativa. Jorge Ferro y Emiliano Delucchi colocan a los personajes bajo las luces de la verdad a medida que su presencia se vuelve necesaria y vuelven a la oscuridad cuando su participación finaliza, creando así una sensación de existencia suspendida pero consciente. Las actuaciones brillantes de Eduardo Juncadella, Mariano Ulanovsky y Gastón Cocchiarale marcan el ritmo de esta relación que solo es posible de llevar hasta el extremo por el gran acompañamiento de las lucidas actuaciones de María Laura Rolle, Marina Lamarca y Victoria Sarchi. De esta manera, cada palabra lleva a los dibujantes al borde del resquicio que los conducirá a enfrentarse con ellos mismos y sus propias personalidades.

Tute Cabrero es un ensayo (o tal vez un espejo social) sobre el proceso por el cual la cotidianeidad se vuelve agobiante e insoportable. Cuando el punto desde el que percibimos a los demás cambia el compañero se vuelve un enemigo antagonista o un competidor y la nueva percepción de la situación destruye el mundo en el que los personajes creían vivir y la camarería y los códigos establecidos se pierden para dar lugar a una hostilidad que es el corolario último de la imposibilidad humana de vivir juntos.

Teatro: El Duende, Aráoz 1469

Entradas: general: 90 pesos

Funciones: Sábados 20 hs y Domingos 21 hs

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