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CRÍTICAS - CINE

Un Método Peligroso, según Rodolfo Weisskirch

La Zona Oscura

La fama de David Cronenberg como realizador no se debe a su estética o la originalidad de las historias que elige narrar. Sino al modo en que lo hace, especialmente aquello que decide mostrar, y más importante aún aquello que sugiere sin mostrarlo. El mundo es un lugar oscuro. Detrás de cada expresión se oculta una zona muy siniestra en la mente humana.

A veces los monstruos internos salen a la superficie (Scanners, The Brood, Videodrome, Festín Desnudo), otros quedan dentro, y unos mínimos gestos bastan para demostrar que es más atrapante tratar de llegar a esa zona, que develarla.

La sugerencia es un discurso que hay que saber ilustrar de forma muy sutil. En este sentido es muy importante contar con actores muy talentosos para encontrar la forma de decir sin expresarse, de abrirse solamente con una mirada. ¿Quién diría que Viggo Mortensen, podría convertirse en uno de esos intérpretes?

Un Método Peligroso es ambigua, misteriosa pero fiel al espíritu de su realizador. Justamente, es una obra que se da de la mano con aquellas que fueron menos apreciadas por el público y la crítica general, como M. Butterfly.

A diferencia de lo que muchos esperarían, Cronenberg decide hacer una película que retrata la relación entre Jung y Freud, demostrando que la mente humana tiene misterios, que ni un psicólogo puede desentrañar.

Los personajes son tan ambiguos e indefinibles, que son imposibles de analizar de forma unidimensional.

Por un lado tenemos a Sabina, la misteriosa paciente que se termina convirtiendo en psicoanalista, por otro lado Jung, el renombrado psiquiatra que tiene mayores dilemas morales que sus pacientes, y por último, el oscuro y soberbio Freud, que se pone una máscara para no develar los secretos de su mente.

Cronenberg se apiada y victimiza al pobre Jung. Lo manipula, se burla de su ingenuidad y bondad. Su positivismo termina perjudicándolo como personaje, pero justamente eso busca el director. Es solo un vehículo para explorar el mejor de los personajes, Freud. El mítico creador de la teorías psicoanalistas, es el verdadero Cronenberg. Así, como el protagonista de Spider, Freud no habla de lo que lo preocupa realmente. Su mirada cínica, sus irónicos comentarios son lo único que utiliza el realizador para desnudar a su personaje. El resto son conjeturas, conclusiones que debe sacar el espectador.

Sin salirse demasiado de la estética teatral conceptuada por Hampton, Un Método Peligroso, es un film que deja picando en la cabeza, mucho después de terminada. Más allá de una prolija puesta en escena, Cronenberg es un experto en crear climas lúgubres, sin forzar las situaciones, ni desbordes extracinematográficos. A pesar de contar una sobria escenografía, excelente reproducción histórica o una fotografía expresionista, las mismas nunca toman un primer plano. Los personajes siempre están primero. Tampoco la banda de sonido de Howard Shore, toma una posición notoria, pero el director, lo que busca es que todo esté conectado, y se crea una sensación misteriosa.

Como otras obras, la historia tarda en comenzar. Si bien el montaje es más rítmico y, la duración de los planos más reducida, Cronenberg arma el relato lentamente.

El humor se hace presente a través de una burla hacia la hipocresía de la burguesía alemana de principios del siglo XX, especialmente la comunidad científica. En los oscuros ojos de Freud, se encuentra una ácida mirada acerca de las convenciones y el conservadurismo sexual de la época.

El sexo está presente en cada escena, e incluso hay una clara intención fálica por parte del realizador de que Freud tenga un habano en la boca cada vez que aparece.  La violencia, el sexo y las drogas es parte del cóctel cronenbergiano. Todo se combina para crear una crítica a lo limitada que es nuestra capacidad de ver la magnitud de estas tres fuerzas juntas.

El personaje de Otto Gross representa el libido en su máxima expresión, todo aquello que Jung le gustaría ser: el exceso sin culpa.

Los roles se mezclan: la relación padre-hijo se transforma en relación mentor-discípulo, y de repente se dan vuelta a través de las connotaciones sexuales que interfieren. Pero lo más morboso, acaso, es la forma en que todo el dolor y abusos provocan placer en los personajes. Esta sadomatización nos lleva invariablemente a pensar en Crash, extraños placeres.

En el universo Cronenberg, todo se relaciona. Los elementos no se aislan, y aún cuando la violencia y el sexo no son tan gráficos como en otras obras a nivel visual, cobran mayor relevancia, justamente porque el director apuesta por lo sugerente, el fuera del campo visual e incluso fuera del aspecto narrativo.

Compleja, misteriosa, maravillosa, Un Método Peligroso no es la típica película que gusta ni bien se termina de ver. Es necesario discutirla y desmenuzarla.

Hampton es un dramaturgo profundo e inteligente. Cuando sus guiones fueron llevados a la pantalla por notables realizadores que comprendieron su humor irónico y el patetismo que se oculta detrás de las máscaras aristocráticas, podemos encontrar trabajos tan soberbios como este o Relaciones Peligrosas, la gran obra de Stephen Frears.

Fassbender y Mortensen tiene un notable duelo interpretativo, en el que se suma Keira Knightley, que tiene momentos sobreactuados y otros, en donde la contorsión física y expresiva, ayudan a completar la tensión que pretende realizar el director.

Vale manifestar que Mortensen parece haber estudiado cada expresión de Christoph Waltz, la original elección de Cronenberg, así como Fassbender se empieza a parecer cada vez más a Aidan Quinn.

Por último, los pocos instantes de Vincent Cassel, también son uno de esos lujos que se da esta obra.

Cronenberg sigue manteniéndose fiel asi mismo, y sus elecciones temáticas. Por sus historias, cualquier realizador se habría tentado por hacer algo más grandilocuente, pero Cronenberg fija su visión en los detalles del comportamiento humano, convergiendo en espacios reducidos para mantener la tensión y la claustrofobia (recordemos que hizo lo mismo en La Mosca). Hay pocos que explotan el poder de una mirada a cámara de forma tan expresiva como él.

La zona oscura no está tan muerta y sigue siendo tan seductora, cuando Cronenberg trabaja sobre ella…

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