A Sala Llena

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CRÍTICAS - CINE

Una Segunda Oportunidad (Enough Said)

(Estados Unidos, 2013)

Dirección y Guión: Nicole Holofcener. Elenco: Julia Louis-Dreyfus, James Gandolfini, Toni Collette, Catherine Keener, Ben Falcone, Tavi Gevinson, Tracey Fairaway. Producción: Stefanie Azpiazu y Anthony Bregman. Distribuidora: Fox. Duración: 93 minutos.

¿Podemos amar lo que otro desprecia?

Sentarse a ver una película de Nicole Holofcener parece ser siempre una buena decisión (quien haya visto Amigos con Dinero y Encuentros en New York estará de acuerdo); con Una Segunda Oportunidad no sólo lo reafirmamos sino que nos regodeamos en nosotros mismos, sabiendo que elegimos más que bien. Lo mejor que nos puede pasar es empatizar con los personajes durante los primeros minutos. Eva (Julia Louis-Dreyfus) y Albert (James Gandolfini) tienen en pantalla una química clara y disfrutable, desde la primera escena a la última que comparten. 

Eva es una mujer divorciada, masajista a domicilio, pasa sus días trabajando, lidiando con la idea de que su hija pronto se marchará a la universidad, y compartiendo tiempo con su amiga Sarah (Toni Collette, qué bueno ver a alguien actuar tan bien sólo con gestos…). Albert, divorciado y con una hija a punto de marcharse a estudiar, es un hombre relajado, excelente padre y dueño de un humor sutil, de esos que enamoran aunque la barrera del físico a veces no deje ver todo lo que una persona puede ofrecer.

Ambos se conocen en una fiesta, en la cual Eva también encontrará a Marianne (Catherine Keener), ex mujer de Albert, aunque este detalle recién lo descubrirá tiempo después, una vez que su amistad con Marianne haya avanzado y su relación con Albert esté en ese momento inicial, cuando sólo se consideran los rasgos positivos de la contraparte.

Pasando tiempo con su nueva amiga, quien por supuesto no dejará de resaltar todos los defectos de su ex esposo, Eva se verá afectada por ello y todo influirá de manera negativa en su nueva relación. ¿Cómo podemos amar lo que otro desprecia? Estamos ante una comedia romántica muy bien escrita, con un humor inteligente, donde la trama fluye para hacer cada minuto placentero, y en la cual encontramos un detalle que no se puede dejar de resaltar… James Gandolfini, en uno de sus últimos papeles antes de su prematura muerte, nos deja esta actuación maravillosa. Algunos quedamos fascinados con su papel en Los Soprano; aquí en Una Segunda Oportunidad nos enamoramos de él, de su sonrisa, incluso de su panza y de su “desorden ordenado”. Es una pena que no podamos ver más a James en este tipo de películas.

El amor puede construirse, podemos desidealizar esa noción de que en las películas las historias románticas las viven la “gente linda”; francamente yo disfruté mucho más los conflictos entre Eva y Albert que esas peleas forzadas entre Brad

Pitt y Angelina Jolie en Sr. y Sra. Smith. El amor real puede sorprender a dos personas solitarias, de mediana edad, quienes en una primera cita cuentan chistes forzados y tratan de decir las palabras que el otro podría querer oír.

calificacion_3

Por María Paula Putrueli

 

Porque es un hombre bueno.

Nicole Holofcener es un nombre del que brotan más títulos en TV que en cine, sin embargo es en este último lenguaje donde se ha destacado, pensemos en Saber Dar y especialmente en Amigos con Dinero. Esta última guarda relación con su nueva película, Una Segunda Oportunidad (otro título horrible que pasa a engrosar la abultada lista de este año), ya que ambas pertenecen al subgénero “comedia de personajes”, un rubro que la directora maneja con destreza. Para definir mejor su cine, podríamos decir que es la cara independiente de Nancy Meyers, la realizadora de Alguien Tiene que Ceder y El Descanso, entre otras. El mejor capital de estas comedias suele ser el elenco. Aquí sorprende la inclusión de Julia Louis-Dreyfus, más conocida como Elaine Benes de la serie Seinfeld.

La carga del relato no parece ser pesada para ella: su Eva es una masajista a domicilio, divorciada y con una hija a punto de partir a la universidad, lo que representa todo un cambio en las vidas de padres e hijos en los Estados Unidos. Reproduciendo la lógica de la mencionada Amigos con Dinero, Holofcener recurre al mismo tejido de personajes: la pareja rica y la mujer soltera/divorciada/separada que tiene que remarla para subsistir, no sólo económicamente sino también en el aspecto sentimental. Por eso es que Eva es llevada por su amiga (Toni Collette, siempre luminosa aunque aparezca pocos minutos) y su marido a una fiesta, allí conoce a una poetisa (la genia de Catherine Keener), quien contratará posteriormente sus servicios de masajista, y a Arthur (o James Gandolfini, es lo mismo) en clave bonachona. Entre estos personajes se mueve Eva, con la poetisa su encuentro deviene en amistad y con Arthur comienza una relación amorosa, a pesar del escepticismo inicial.

La directora sabe manejar las agujas y el pulso de sus movimientos para encadenar los momentos y las sendas de sus personajes. Por ello no extraña que las distintas realidades de Eva finalmente colisionen, más por sus prejuicios que por los acontecimientos. El progreso de la relación entre Eva y Arthur es paulatino pero pedregoso, divertido y a la vez incómodo. Él no tiene reparos de invitarla a almorzar un domingo y atender la puerta vestido con un jogging, una remera XXL y un par de ojotas, o de hablar en voz alta en el cine mientras revuelve su inmenso balde de pochoclos enmantecados. La mirada distante de ella ya estaba en la semilla de esta relación cuando le dice a su amiga por chat: “Me llamó un hombre de la fiesta de anoche, el problema es que es gordo”. Lo que se construye entre ellos es un puente endeble, aunque Holofcener no está dispuesta a hurgar en las miserias y prefiere explorar las contradicciones impulsadas por los sentimientos, los que suelen despertar una vez que la tormenta ya pasó.

Química, palabra usada frecuentemente para describir la energía positiva entre dos actores que deben sostener un relato que se supone genérico, ya saboreado y deglutido por el espectador. Aquí resulta muy pertinente usarla ya que Louis-Dreyfus y Gandolfini danzan cada diálogo, cada pausa y cada movimiento como si fueran parte de una troupe. En este papel póstumo del gran Tony Soprano escuchamos algo que ese personaje jamás hubiera dicho y aquí, en la piel de Arthur, surge con gran naturalidad: “Quizá suene cursi pero… me rompiste el corazón”. Sera cuestión de darse una segunda oportunidad o todas las que hagan falta…

calificacion_4

Por José Tripodero

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