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CRÍTICAS

Yo amo a mi maestra normal

 

Yo amo a mi maestra normal

Dirección: Juan Pablo Geretto, Ana Sans. Autor e intérprete: Juan Pablo Geretto. Coach de guión: Andrea Fiorino. Puesta en escena: Ana Sans. Producción General: Ana Sans Producciones y Juan Pablo Geretto. Productora ejecutiva: Viviana Battista. Realización de escenografía: Jorge Flores. Realización de vestuario: Pablo Battaglia. Diseño de luces: Ana Sans, Sandro Massironi, Bernardo Francese.  Prensa: Alejandro Veroutis.

¡Contanos de qué te reís, así nos reímos todos!

El humor es siempre un bálsamo. Es catarsis. Es una manera de espiar en la tragedia sin tragedia. Es la mejor forma de desnudar una sociedad. Juan Pablo Geretto lo sabe y en Yo amo a mi maestra normal, su nuevo unipersonal, ahonda en la complejidad de la educación argentina desde sus recuerdos, desde su agudo observador interior y le pone el cuerpo a esa maestra “de corazón de tiza” y verborragia descarnada.

No hay manera de ser indiferentes a una obra de Geretto. No existe la posibilidad de pasar por esa experiencia sin sentirse un poco dentro de esa trama, sin sentir en la piel ese personaje que se despliega en el escenario. No es posible no llorar y reír al mismo tiempo. Ese es su fuerte. Apuntar a una inteligencia emocional a partir de la identificación del espectador con el personaje, con su mundo, sus conflictos y, por qué no, con  sus contradicciones.

En Yo amo a mi maestra normal, el público se descubre en el medio de un acto escolar. La ocasión: celebrar el nuevo techo del patio del colegio. En el escenario, la maestra -el personaje más popular de Geretto- oficia la ceremonia. Y es tanto su histrionismo que pasea al espectador por interlocutores que no están, pero se imaginan, se presienten, se rememoran; el profesor de gimnasia que altera al resto de las féminas, las “chicas de la cooperadora” con sus rifas eternas, las profesoras con sus innumerables tacitas de té, siempre té. Y es inevitable el viaje por los recuerdos, porque el propio Geretto construye sus obras desde sus vivencias, vivencias comunes a todos, llenas de una nostalgia positiva, de un revisitar constante y, por supuesto, llenas de ironía y emoción.

Con solo tres unipersonales realizados, Juan Pablo Geretto lleva de una manera intachable una marca de autor sellada a fuego. Ir a ver una de sus obras es prestarse al magnífico juego de pensar, reír y llorar. Es tal su magnetismo a la hora de corporizar personajes, que elementos tan importantes para el lenguaje escénico, como el vestuario y el maquillaje  -excelentemente realizados- quedan en un segundo plano. Si desaparecieran la peluca rubia de corte carré e inmaculado flequillo, o el almidonado vestido celeste y blanco, nada le quitarían a esa “maestra” que le sale por los poros, que llega al espectador por el camino más sensible: el de la empatía.

Y esa docente, símbolo ineludible de toda una generación, se abre paso entre un mundo de tecnología que la agobia, que la aplasta; el arroba “cuantos dedos tiene que tener una para poder hacerlo”, los celulares e internet parecen  ir por un camino lateral, tan lejos de la tiza y el pizarrón, tan lejos del cosmos en el que se gestó su profesión. Y sin embargo, avanza a ciegas entre las paradojas, los pesares y las pequeñas y a veces grandes satisfacciones.

Yo amo a mi maestra normal, sin llegar al nivel y solidez de Como quien oye llover -hasta ahora la  gran creación de Geretto- es un espectáculo integral, en el que su carácter multimedia, apoyado por tres pantallas que envuelven al espectador, sus proyecciones de videos, su iluminación justa y orgánica, potencia la evolución narrativa de la obra y logra situar al espectador en el lugar, el espíritu y la historia de la educación argentina. Todo, desde una óptica sensible, humana, sin preconceptos ni juicios de valor, y con el humor como poderoso y  eficaz estandarte.

El histrionismo de Geretto le permite llevar adelante un sólido relato basado en sus gestos, sus silencios y las  repeticiones de frases que resuenan como ecos de la infancia y que dejaron impronta  en el inconsciente. Sin embargo, se genera una marcada meseta narrativa, producto de la repetición de situaciones, modismos y expresiones. El ritmo que por momentos pierde el relato se compensa muy bien con la inclusión de las proyecciones, la correcta musicalización y su capacidad para romper la cuarta pared de una manera exquisita, natural y espontánea.

Adentrarnos en el “universo Geretto” es sacar el alma y la mente afuera. Es pensar, sin dejar de sentir, en todo aquello que nos rodea. No es carcajada vacía, ni pensamiento formal, es una mezcla extraña y motivadora, es un ejercicio de humor, es reírnos de nosotros mismos, de lo que construimos, de lo que naturalizamos, y de lo que añoramos.

Teatro: Multiteatro, Av. Corrientes 1283
Funciones: Miércoles, jueves y viernes 21 hs. Sábados, 20 y 22 hs. Domingos, 20 hs.
Entradas: $100

 

 

 

 

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