A Sala Llena

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CRÍTICAS - CINE

13 Pecados (13 Sins)

(Estados Unidos, 2014)

Dirección: Daniel Stamm. Guión: Daniel Stamm y David Birke. Elenco: Mark Webber, Devon Graye, Tom Bower, Rutina Wesley, Ron Perlman, Pruitt Taylor Vince, Clyde Jones. Producción: Brian Kavanaugh-Jones, Kiki Miyake y Steven Squillante. Distribuidora: Distribution Company. Duración: 93 minutos.

El espectáculo de la transformación.

De manera casi imperceptible Hollywood ha ido torciendo una dinámica que caracterizó al terror durante la década pasada para volcarla hacia un modelo de rentabilidad más acorde con su historial, en clara interrelación con un ayer que no se limita a determinado género sino que abarca a la industria cinematográfica en su conjunto. Aún antes del milenio, las principales propuestas que surgían del gigante norteamericano eran remakes de obras de geografías diversas, lo que se leyó en innumerables coyunturas como una señal de la carencia de ideas de nuestros días. Paulatinamente dicha lógica fue sustituida por la de los “productos en serie”, basada en el mimetismo para con el éxito de taquilla del momento.

Como las excepciones esporádicas siempre dicen presente y suelen arribar bajo la máscara de una suerte de regreso al esquema inmediatamente anterior, en esta ocasión tenemos un film que escapa a la duplicación contemporánea de los engranajes del mockumentary con vistas a reformular 13 Game Sayawng (2006), una realización tailandesa que combinaba el derrotero de Fausto, escenas muy sádicas a la El Juego del Miedo (Saw, 2004) y planteos morales en sintonía con La Dimensión Desconocida (The Twilight Zone). Sin llegar a ser una maravilla, aquel opus por lo menos obviaba el leitmotiv de moda del período en Asia, vinculado a fantasmas vengativos destinados a la exportación, jugándose por el sarcasmo.

Hoy es Daniel Stamm el encargado de la versión estadounidense y contra todo pronóstico construye una película sumamente digna que hasta corrige los baches narrativos de la original, manteniendo tanto su premisa central como su estructura: en esta oportunidad el protagonista es Elliot Brindle (Mark Webber), un pobre diablo con muchas deudas, al que acaban de echar de su trabajo y que debe sobrellevar una carga familiar bastante pesada, la cual incluye una novia embarazada, un padre enfermo y un hermano con problemas mentales. Una llamada telefónica le informa que ha sido seleccionado para competir por una enorme suma monetaria, a cambio de que complete trece desafíos por demás morbosos.

El director de la mediocre El Último Exorcismo (The Last Exorcism, 2010) no sólo levanta la puntería sino que también se las arregla para aggiornar el convite en algunos apartados específicos, vía un guión firmado por David Birke y él mismo: aquí suaviza el humor negro de antaño, deja de lado los detalles escatológicos, amplifica en buena medida el gore e incorpora personajes laterales como el Detective Chilcoat, interpretado por el inefable Ron Perlman. Entre mucha mordacidad para con la avaricia, un giro hacia la masonería y ciertas referencias a la drogodependencia, 13 Pecados(13 Sins, 2014) constituye una experiencia gratificante que concentra su accionar sobre el espectáculo de la transformación individual y pública…

calificacion_3

Por Emiliano Fernández

 

Ya fue todo.

13 Pecados revienta a trompadas al verosímil durante tantas escenas que termina resultando un método atractivo. No vi la original tailandesa y no sé si es igual de hippie y que los lineamientos también le importan poco como a esta versión. Lo que sí sabemos es que es raro ver estas producciones trash de una clase B todavía no fetichizada en una sala de cine. Claro que los espadachines del género racionalista hiperexplicativo le saltarán a la yugular por los mil agujeros del guión; pero hagan oídos sordos, compañeros, y háganse los otarios con este cuento de los mil y un errores, y disfruten un poco.

Mark Webber (el ex homeless que además de buen actor es director de esa película linda y chiquita llamada The End of Love, y de un par más) es Elliot, un chico bueno, bastante reprimido, con un catálogo de sueños que se cae a pedazos. De la nada recibe un llamado del más allá (o del más acá, no lo sabemos) para participar en un reality en el que deberá realizar 13 prendas a la manera de un “verdad consecuencia” extremo donde sólo podrá elegir consecuencias cada vez peores para poder ganar unos cuantos millones y solucionar sus mil garrones.

13 Pecados llega a la cartelera casi en paralelo con Apuestas Perversas, otro estreno raro de las distribuidoras locales, su película espejo. Ambas son propuestas lúdicas que mezclan gore con comedia negra y críticas al poder de la guita y a nuestras ataduras cotidianas como consecuencia del capitalismo financiero. Ambos protagonistas, tanto Elliot como Craig (Pat Healy), son tipos retraídos, algo timidones, que parecen no estar dispuestos a jugársela, pero la perversión del juego en el que son metidos de prepo, los libera de sus temores y es allí donde emerge su bestia interior. Porque aunque el director Daniel Stamm haya declarado públicamente que su intención era la de mostrar mediante un subtexto como una adicción podía modificar los comportamientos de un buen tipo y transformarlo en un infeliz mal nacido, también podemos interpretar a 13 Pecados como la liberación de un sumiso que se deja de comer los mocos para pararse de manos ante todo y todos, el “self-made man” que deja de lado el miedo para cumplir sus sueños. Lo mismo sucede con Apuestas Perversas y su protagonista. La gran diferencia reside en que mientras que en 13 Pecados llega un punto en el que a Elliot la guita ya no le importa y prevalece su moral y su conducta solidaria, el Craig de las apuestas deja su cáscara de buen tipo para venderse al cruel sistema: por la guita, todo. En esta decisión podría estar la visión optimista de Stamm en contraposición al pesimismo de las apuestas de E.L. Katz.

La extrema libertad de Stamm y los suyos (entre ellos un siempre genial Ron Perlman), rompe con los moldes prefabricados de tanto género correcto adicto al billete del ATP. Saludemos a los pecados y a las apuestas al riesgo, que aunque no descuellen siempre tendrán más atractivo que ver jugar al ganador.

calificacion_3

Por Ernesto Gerez

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