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CRÍTICAS

4.48 Psicosis

 

4.48 Psicosis

Concepto visual y sonoro, puesta en escena y dirección: Rafael Garzaniti. Autor: Sarah Kane. Vestuario, atrezzo y asistencia de escena: Ximena de Azevedo. Asistencia técnica: Sol Centurión. Elenco: Giselle Glinka y Valeria Barone. Prensa: Mariano Casas Di Nardo

Los textos de Sarah Kane siguen siendo discutidos, estudiados, admirados y (por suerte) representados a 12 años de aquel febrero en el que decidió ponerle fin a su vida. El texto que dejó tras su partida fue una especie de monologo interrumpido por pensamientos angustiosos y gritos de ayuda  acerca de su situación de depresiva obsesa, dolencia que fue su motor y su cruz. La particular pieza carece de guía sobre la escenografía y vestuario, tampoco posee indicaciones para el actor: 4.48 es ese grito apagado difícil de representar, por lo duro de sus lineas y lo real de su sentir, causa rechazo y atracción, temor y compasión y es por eso que siempre es interesante volver a ver textos de Kane sobre el escenario, en este caso ya representado por Leonor Manso y dirigido por Luciano Cáceres, el cual se consideró el estreno de Sarah Kane en la Argentina,

Ahora los viernes a las 21,30 en El Espión dos jóvenes actrices hacen y deshacen a esta paciente X sobre una puesta en escena muy simple, que si bien sabemos que no hay ninguna precisión sobre ella, igualmente existe toda una presión por concebirla. La iluminación a cargo de Ana Siniego se destaca por permitir las pausas entre ambas y otorgarle al personaje un aspecto más sumiso. Valeria Barone y Giselle Glinka representan una Sarah tácita que esta en todo y en todos: el proyecto de llevarla a las tablas una vez más nació en el Posgrado de Teatro dictado por Rafael Grazaniti en el mismo teatro donde llevan a cabo la obra.

Barone realiza un excelente trabajo corporal representando a la paciente partida, por un lado consciente de lo que le sucede, por el otro divaga sin mayores inconvenientes entre tratamientos y miradas de los profesionales. El efecto que surge desde el cubo donde se refugia más su ir y venir torpe se podrían apreciar mejor si la obra se ofreciera sobre una sala de mayor extensión. En el caso de esta pieza en particular no requiere de ser más intima de lo que es: quien la redacta desnudó su alma, requiere de todo el espacio necesario para esparcir sus tormentos y desamores.

Giselle Glinka representa la parte del mismo personaje mucho más afectado al hablar, incorporando acciones las cuales le llevan su tiempo bajo efectos de la medicación. Al principio se pierde un poco el sentido del parlamento porque es demasiada la fuerza con la que se ejerce la acción y supera al personaje. Nuevamente la falta de espacio escénico juega en contra. Se destaca el efecto espontáneo del relato al unísono, teniendo en cuenta que lo realizan uniendo ambas partes de este personaje moribundo.

Rafael Garzaniti (Exámenes, En el Fondo del Mar) fuerza la partida en dos, de un texto que siempre se lee como unipersonal, aunque nunca se dejo la indicación, intentando provocar ese sentimiento cruel del teatro  británico in your face  con dos Sarahs con mucho que decir y poco espacio.

  

Por Julia Panigazzi

Psicosis 4.48 es una obra de la gran Sarah Kane. La autora británica, dramaturga y directora teatral, tal vez inspirada en la depresión maníaca que padecía, escribió sobre las 4.48. Horario en el cual se produce la mayoría de los suicidios por ser el momento en que desaparece efecto de medicamentos y sedantes. Luego de escribir este texto Sarah Kane intenta suicidarse pero es trasladada a un psiquiátrico donde días después se ahorca y muere a los 28 años.

En esta oportunidad, Rafael Garzaniti nos acerca Psicosis 4.48 con una novedad que la distingue de las interpretaciones anteriores; más allá de variaciones escenográficas, ahora encontramos dos mujeres protagonistas. Tal vez un riesgo pero sin duda bien tomado.

Dos actrices en escena, silencio, oscuridad, tensión, escenografía casi nula. Un psiquiátrico. Dos locas. Vemos los minutos que ellas se encuentran fuera del poder de los fármacos. Giselle Glinka y Valeria Barone se reparten el texto de Kane a modo de monólogos, en un comienzo. A medida que avanza la obra ellas interactúan y en esos momentos es donde se acelera el ritmo, se inyecta tensión, excitación y dramatismo.

No hay fármaco en la faz de la tierra que le pueda dar un sentido a la vida (…) Nada podrá nunca aplacar mi rabia. Y nada podrá restituir mi fe. Este no es un mundo en el que yo quiera vivir. Estas son dos de las tantas frases que ilustran el sentido Psicosis…La angustia de ser presa de fármacos químicos que controlan su mente, la dopan, la idiotizan y la adormecen. Somos testigos de cuando esas mentes y esos espíritus despiertan para rebelarse y quejarse de una realidad con la cual no están conformes. Del mismo modo reclaman contra el modo en que extraños médicos intentan solucionar algo que para ella/s no tiene salida.

Glinka y Barone son una dupla excelente. Son distintas y al mismo tiempo complementarias. Debo decir, de todas formas, que  Valeria Barone se come la obra, no desde el comienzo pero por momentos es difícil sacarle los ojos de encima. Su intensidad, sus movimientos captan monopólicamente la atención del espectador. Esto no desmerece a Giselle en absoluto, es muy buena, pero comete algunos errores, sobre todo en los momentos en que las dos dicen el texto a dúo. Allí se nota su error al olvidar la letra en un par de ocasiones. Sin embargo no es alevoso ni perturba de ningún modo.

Decía antes: una escenografía casi nula. Ésta simula un psiquiátrico con una tela blanca puesta detrás de las actrices a modo de pared. Cada una tiene un sector del escenario que es su rincón, su lugar, su nicho. Esto va perdiéndose a medida que avanza la obra y se van disipando esos  límites para convertirse un espacio común para ambas. Un escenario que es, por poco, parte de la platea o esta es parte del escenario. En el Teatro El Espión, en una sala pequeña  se genera la sensación de que la obra, la puesta en escena, la luz y las actrices son para uno. Tan cerca, tan vívido y tan real que pone la piel de gallina y transmite toda la angustia de las protagonistas para volverla propia.

La música no es necesaria, la luz errónea y alguna carencia técnica en una obra en donde los defectos son menores y no tienen peso frente a dos grandes actuaciones y a un texto fuera de serie. Gran riesgo, desafío y responsabilidad para un equipo pequeño con enormes resultados.

Teatro: Teatro El Espión, Sarandí 766, C.A.B.A 

Funciones: Todos los viernes de mayo a las 23hs.

Entrada: $45. Descuentos a jubilados y estudiantes: $35.

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Por Paulina Dominguez

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