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[20] BAFICI | Euthanizer

[20] BAFICI | Euthanizer

(Finlandia, 2017)

Dirección y guion: Teemu Nikki. Elenco:  Matti Onnismaa, Jari Virman, Hannamaija Nikander. Duración: 85 minutos.

Uno no comprende como films -con todas las letras- como la proeza fenomenológica de Nestor Frenkel –Todo el año es navidad– o el emocionante tour de force de Chang Sung Kim y Tamae Garateguy –50 Chuseok– se encuentren fuera de las competencias de este festival y fuera del foco general de atención y discusión. A estas excelentes muestras de cine se les une un tercero -en ese lugar especial y privado que se ha tornando lo mejorcito de este bafici-. En este caso, una ficción, un thriller. Euthanizer.

Veijo es un hombre solitario que vive para su empleo -función o misión, como se verá más adelante-, ejercer la eutanasia en mascotas. Pero la vuelta de tuerca ex-céntrica de este particular personaje es que se encuentra “igualando la balanza“. Veijo es a su manera un vengador, una suerte de arcángel justiciero trascendente; establecido en una tercera posición brillantemente definida. Él se encuentra fuera del consumismo brutal -representado por la veterinaria del film, que cambia de auto y celular cada par de meses-, y del escapismo medieval sectario de los “Soldiers of Finnland” -unos infantes de cuarenta años que creen ser temerarios soldados nórdicos-. Un ajuste de cuentas con la Finlandia actual, partida -como gran parte de occidente- entre el materialismo más bajo y la secularización paródica.

Euthanizer linda con la perfección, cada elemento es funcional en la simbólica del film; tanto en su carácter de genero (nunca se olvida que es un thriller), como en sus superlativos contrastes. Veijo antes de sacrificar a un animal pone siempre la misma canción -en un gesto de afilada ritualización- que es una especie de versión finlandesa de “Love is here to stay” (la primera secuencia del film retrata este oficio o proceder). El contraste -los animalitos mueren escuchando esa dulce melodía- no se queda en el golpe de efecto, posteriormente -sin develar el genial devenir de la trama-, el ritual de Veijo muta a otra cosa. Permaneciendo lo que es para convertirse, a su vez, en algo más.

El hacer de Veijo es ante todo satírico. Si un dueño encierra a un perro en un auto, él procederá de igual manera con su irresponsable amo. Si las respuestas de Veijo son simbólicas en su naturaleza, el diseño -lease: Puesta en escena– va aún más allá. Las definiciones -o trabajos de eutanasia- no operan únicamente como castigos, ya que son centrales en la construcción de caracteres. Por ejemplo, Lotta lleva un cerdito de Guinea a sacrificar; la causa de su dolencia, se nos explica, es que estos roedores necesitan vivir en pareja, junto a otro de su especie. El mal del cerdito resultará ser simétrico con la situación de Lotta. Lo mismo ocurrirá con el padre de Veijo, y su crimen originario, como también a Petri, en un juicio por llamas.

La razón de esta -y de todas, a lo largo del film- eutanasia se traslada a los eventos que les ocurrirán a los personajes. Si bien Veijo ejerce grandes castigos, la brújula que guía la película -ese hilo fundante y total del film- nos plantea la eventualidad de un gran castigo tanto como la posibilidad de una enorme bondad. La eutanasia puede ser tan atroz como benéfica; ya que Euthanizer se aleja de la baja de linea, he instaura una constante e inolvidable ambigüedad moral.

En Euthanizer hay horror, maldad y brutalidad; pero también hay bondad, esperanza y cariño. Un fundamental contraste; ese material preciado del que están hechas las películas memorables.

 

 

© Pedro Seva, 2018 

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

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