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CRÍTICAS - CINE

El Ambulante

El Ambulante (Argentina, 2009)

Guión, dirección y montaje: Eduardo de la Serna, Lucas Marcheggiano, Adriana Yurcovich. Producción: Adriana Yurcovich. Dirección de fotografía: Pablo Parra. Dirección de sonido: Damián Turkieh. Cámara: Pablo Parra, Lucas Marcheggiano. Edición: Marcela Borello, Leslie Taglioretti. Post de imagen: Javier Oudri. Post de sonido: Damián Turlieh. Duración: 84 min.

Crítica previamente publicada con motivo de exhibición en la Competencia Internacional del 12º Bafici.

http://www.asalallenaonline.com.ar/festivales/bafici-12o-festival-internacional-de-cine-independiente-de-buenos-aires/629-seleccion-oficial-internacional.html

Daniel Burmeister es el cine independiente nacional. Tiene 58 películas grabadas en VHS y montada en dos video caseteras.  Deambula por los pueblos del interior del país, escribiendo guiones afables, sencillos, divertidos, populares, con y para los habitantes de cada pueblo.

Solo utiliza una cámara y un micrófono. Hace travellings en bicicleta, y cuando quiere actuar, le pide a algún vecino que le sostenga la cámara. No tiene estética, no piensa en historias existencialistas y no pretende que sus películas se estrenen en salas comerciales. El mismo, proyecta las películas, un mes después de grabarlas, en una sábana, en el Centro Comunitario del pueblo. Cine sencillo, honesto y sin pretensiones.

La película del trío de directores sigue a este personaje tan estrafalario como encantador en la grabación de Hay que Matar al Tío (ni los Coen imaginarían un título tan bizarro para una película). Sin entrevistas, ni una estética demasiado distinta a la del protagonista, El Ambulante es una divertida y agradable película. Se trata ni más ni menos que un registro detrás de cámara de un rodaje, al que ningún programa de TV le prestaría atención. Sin golpes bajos ni demasiadas pretensiones es un testimonio de un cine diferente.

Es una lástima que los prejuicios artísticos del BAFICI, no incluyan una retrospectiva completa o parcial de la obra de Burmeisteir. En cambio nos conformaremos con este agradable documental. La elección de incluirla en la Competencia Internacional fue un poco exagerada quizás, pero aún así se trata de una película que “hay que ver”.

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Documental sobre el hasta ahora desconocido Daniel Burmeister, un director de cine aficionado muy particular. Su labor consiste en viajar a lo largo del país, visitando pueblos y ciudades donde en muchos casos el desarrollo de prácticas culturales es escaso. La labor del cineasta consiste en proponer ante su llegada a los municipios, el proyecto de filmación de una historia, donde los participantes técnicos y actores no sean otros que los mismos habitantes del lugar. Es así como Daniel logra con sus rústicos elementos técnicos, prestados en muchos casos, con historias sencillas y graciosas, involucrar a personas que viven en un mismo territorio, a veces sin interacción alguna.

El pedido del cineasta a cada municipalidad consiste en que le brinden lugar de estadía y comida a cambio de su labor. Una vez culminado el proyecto, el film terminado se proyecta para todo el pueblo, unido como pocas veces para compartir un espectáculo cultural y de indentidad social.

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Por amor al arte
Un pueblo, un hombre, una cámara, una historia. El ambulante es el documental que rescata de la ignorancia y revaloriza el trabajo que Daniel Burmeister realiza desde hace años por los pueblos del interior. En su auto, viejísimo y casi deshecho, el hombre lleva a los habitantes de los lugares más recónditos ilusiones y la posibilidad de participar de una actividad a la que, de otra manera, no tendrían acceso: ser parte de una película.
En una historia que empieza con la llegada de Burmeister a través de una ruta polvorienta y termina cuando éste se va, El Ambulante recoge su experiencia en Benjamín Gould, un pueblo situado a más de trescientos kilómetros de la ciudad de Córdoba. El hombre, aficionado del cine artesanal, tiene historias escritas por él mismo que lleva adelante en un trabajo de alrededor de un mes, a cambio de casa y comida. Con mucha sencillez, este es un film adentro de otro; es el trabajo de Daniel hecho película.
Para concretar el proyecto participan todos los habitantes del lugar, desde niños hasta los más ancianos. La oportunidad que estos films brindan a los pobladores va mucho más allá de ser actores por unos días; como ellos mismos cuentan al final de la historia, los preparativos y la filmación en sí les permiten interactuar y conocerse más entre ellos, despierta el sentido de la comunidad, provoca encuentros y los enriquece como personas. En lugares en donde el cine no existe, el hecho de vivir en carne propia un rodaje permite a los pobladores tomar contacto con esta actividad, ser parte de él y del proceso que conlleva. Así, los mismos actores son maquilladores, sonidistas, camarógrafos.
Con un relato muy simple pero a la vez profundo que provoca cercanía, De la Serna, Marcheggiano y Yurcovich construyen un emotivo retrato del interior argentino, poniendo de relieve la simpleza, naturalidad y calidez de lugares que, de otro modo, pasan desapercibidos.

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