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CRÍTICAS - CINE

El Príncipe del Desierto (Black Gold)

El Príncipe del Desierto (Black Gold, Francia, Italia, Qatar, 2011)

Dirección: Jean-Jacques Annaud. Guión: Menno Meyjes. Adaptación: Jean-Jacques Annaud, Alain Godard. Elenco: Tahir Rahim, Mark Strong, Antonio Banderas, Freida Pinto. Productor: Tarak Ben Ammar. Distribuidora: Warner Bros. Pictures. Duración: 130 minutos.

Con arena en mis ojos…

El veterano francés Jean-Jacques Annaud ­­-en cuya primera etapa de filmografía pueden encontrarse gemas como El Nombre de la Rosa, basada en la novela de Umberto Eco, El Oso, y la extremadamente sensual El Amante– incursionó, con el correr del tiempo, en otro tipo de relatos de carácter épico (emulando a David Lean quizás), y así logró altibajos entre la olvidable y aburrida Siete Años en el Tibet (filmada en Argentina), en contraste con la bien lograda Enemigo al Acecho. Annaud no estrenaba un film en nuestro país desde hacía 11 años.

Bajo la estética de estos últimos dos films mencionados, Annaud vuelve a la épica, con pautas recurrentes; por un lado, un fuerte estudio involucrado en el proyecto, inmensa producción y elenco conformado por actores comercialmente viables como Antonio Banderas y el exponencialmente creciente Mark Strong, y dos jóvenes que completan el cast: el talentoso Tahir Rahim (protagonista de la excelente y no estrenada Un Profeta) y la muy bella pero un tanto limitada Freida Pinto, de la ganadora del Oscar ¿Quién Quiere ser Millonario? (Slumdog Millionaire).

Ahora, teñir un film de tal magnitud de producción como un relato entrecruzado entre una historia de venganzas, codicia, dinastías y hasta algún condimento religioso puede generar una multiproporcionada aventura dramática novelesca o -como resulta en este caso-, llegar al punto de tornarse tan inverosímil que el efecto dramático buscado termina generando una carcajada en el espectador y convirtiendo algo que parecía serio en una burla.

Más cerca de Sahara que de Lawrence de Arabia, podemos padecer còmo el príncipe Auda (Rahim), hijo del Sultan Amar (Strong), es intercambiado en su niñez junto a su hermano a manos del sheik Nesib (Banderas), por un deseo de paz bajo la condición de no hacer usufructo de las tierras lindantes entre ambos reinados. La llegada de una legión de petroleros estadounidenses a la empobrecida zona, que encima padece las consecuencias del cólera, produce el quiebre del pacto y, a partir de allí, un sinfín de maniqueísmos políticos y religiosos con el objeto de que Nesib acreciente su fortuna y termine por convertirse en un líder caricaturesco extremo que inclusive nos permite compararlo con cualquier villano de spaghetti westerns.

Banderas luce mal. Hay un desdoblamiento de los personajes que, por un lado, cuentan una historia que pretende ser aleccionadora y conservadora en principios y, por otro, rondan la satirización o caen en una enmarañada novela romántica para la hora del té. Sin escaparse del tono épico que antes mencionaba, El Príncipe del Desierto se equivoca principalmente en su intención; si pretende traer a la actualidad temas vigentes donde Annaud pueda explayarse, a mi parecer no lo logra, sino que dista mucho de tal cometido. Ejemplos como Syriana, Traffic, El Informante, e inclusive Network, tratan temas de denuncia con mejor resultado, El Príncipe… queda relegada a un lugar más cercano a la disonancia, al igual que su soundtrack, jamás tan alejado de las secuencias visuales.

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