Sábado 16 de abril – 23 hs. ND Ateneo
Eva Ayllón: voz
Eric Kurimske: guitarra / Marco Campos: percusión / Mariano Liy: bajo / Moisés Lama: teclado
Participaciones Especiales:
Franco Luciani: armónicas / Facundo Guevara: Percusión / Carolina Cohen: Percusión / Laura Albarracín: voz
Bailarines: Estampas Peruanas
Eva Ayllón Celebra 40 Años Enamorada del Perú
A juzgar por las caras de felicidad de los espectadores que salían de la primera función – quinta en Argentina en el marco de la gira homónima del último CD Eva Ayllón celebra 40 años enamorada del Perú – la siguiente presentación prometía ser una auténtica fiesta peruana. Los más eufóricos gritaban: ¡Eva es lo más! Y las sonrisas se multiplicaban, entre quienes se iban y quienes, ansiosos, hacían fila para entrar.
La hora de atraso en el comienzo de la segunda función, no opacó en absoluto el clima de fervor de un ND Ateneo repleto, donde además de seguidores locales, dio el presente una buena parte de la comunidad peruana de Buenos Aires.
Eric Kurmiske comenzó con su guitarra y fueron desfilando en trencito los músicos, todos con instrumentos de percusión en mano; güiros, maracas, cajita manisera, haciendo una introducción para que apenas pisara el escenario la Señora Eva Ayllón, la sala se viniera abajo entre gritos, flashes y aplausos. Dueña de una voz privilegiada de amplio registro y llena de matices, con un manejo escénico que bien demuestra su amplia trayectoria, el título de “Reina del Landó” definitivamente no lo ganó en una rifa.
Asimismo, los músicos invitados no van a necesitar mayores presentaciones, sus nombres suenan familiares; todos y cada uno de ellos participaron en 2009, de la grabación de Eva Ayllon canta a Chabuca Granda, en vivo en Buenos Aires.
La fiesta arrancó –y no es redundancia – con el famoso festejo de la gran Chabuca Granda “El Surco”, que fue íntegramente coreada por los espectadores, al igual que lo sería el resto del repertorio.
Se destacaron en esta primera parte del show el landó “Negra Presuntuosa” con la participación de una bailarina de Estampas Peruanas, “Que somos amantes” y “Mal Paso”, con dedicatoria al género masculino: “De parte de nosotras, la máxima obra de dios: las mujeres” teatralización incluida. Risas y aplausos cómplices y la sensación de que más de uno se sintió identificado con este vals.
Faltaría a la verdad si dijera que hubo una pausa. La señora Eva Ayllón se retiró del escenario para un cambio de vestuario, y ahí se quedaron haciendo un duelo imperdible de cajones el talentoso Facundo Guevara y el genial Marco Campos, que no contento con esta perla, nos sorpendió con un increíble zapateo al ritmo de la guitarra de Kurmiske. Como si fuera poco, interactuó con el público, parodiando los mensajes que le gritaban y hasta a la mismísima Eva Ayllón, en sus movimientos y sus gestos. Claro, hasta que ella reapareció en el escenario y lo pescó “in fraganti” en plena burla.
Si la primera parte fue maravillosa, la segunda además, fue muy emotiva. No solamente por una gran interpretación del tango “Nostalgia” junto a la cautivante voz de Laura Albarracín, que nos devolvió por unos minutos a Buenos Aires, sino por las versiones de “La flor de la canela”, “Fina Estampa” y un sentido homenaje al fallecido cantante peruano Arturo “Zambo” Cavero, con “Cariño bonito” a dúo con Marco Campos y “Contigo Perú” mientras Guevara y Campos sostenían una gran bandera mitad peruana, mitad argentina en el escenario: “Madre, aquí estoy cantando a mis hermanos del Perú” le dijo a su bandera, no sin antes agradecer a la nuestra “Gracias Señora” y el público estallaba de emoción. Una de las últimas canciones fue la extraordinaria versión de “Hoy” del cantautor peruano Gianmarco – aunque popularizada por Gloria Estefan- con bailarines en escena. Esta auténtica fiesta peruana cerró con “María Landó” y “Tamalito”, con un público que coreó, bailó y aplaudió de pie.
Pensé que a la salida iba a atravesar el Puente de los Suspiros, pasar frente a la ermita, al monumento a Chabuca Granda, seguir el camino de la alameda hasta el mirador y apreciar un atardecer irrepetible frente a un enorme Pacífico que baña las costas de Barranco en Lima, porque con la música, cuando es tan sentida, también se viaja, se recuerda y se extraña. Tanto transporta la música que al cruzar la puerta vidriada del ND Ateneo, no podía creer estar en la estrecha vereda de la calle Paraguay mojada por una reciente lluvia, en pleno centro porteño rozando las dos de la mañana.