Orquesta Roja (Argentina, 2009) de Nicolás Herzog.
Cuando el Hombre Muerde al Perro
En medio de la guerra por la nueva ley de medios, la lucha contra los monopolios y el cuestionamiento sobre la manipulación de la información se estrena Orquesta Roja, ópera prima de Nicolás Herzog (nada que ver con Werner).
Nos tenemos que remontar diez años atrás para entender de donde proviene la verdadera historia de estos personajes.
Concordia. Desocuoación y pobreza. Un grupo de militantes de izquierda lideradas por desempleados como Juan María “Chelo” Lima, Carlos Sánchez y la joven Patricia Rivero, pedían al gobierno que se ocupe de estos problemas. Cuando los noticieros no quisieron cubrir más los cortes de ruta, para volver a llamar la atención, hicieron un convenio con Crónica TV para que transmita un falso video, donde los miembros del partido se hacen pasar por un grupo guerrillero denominado “Comando Sabino Navarro”, se ponen cazamontañas y simulan que entrenan en un monte junto a las ruinas de una vieja iglesia. El tiro les salió por la culata. En vez de enfocarse los medios en difundir el mensaje, el pedido del “Comando”, la policía y el ministro del interior de entonces, Federico Storani salieron a su búsqueda y los cazaron rápidamente. Como dice un anciano de la zona, “el problema fue que ustedes se convirtieron en el hombre mordiendo al perro”. O sea, terminaron siendo noticia ellos y no su causa.
Herzog reconstruye los hechos poniendo en ridículo a los medios locales y con la complicidad de los implicados (Chelo, Carlos y Patricia) que a la distancia pueden analizar los hechos con frialdad y haberse arrepentido de reaccionar de esa forma. Sin embargo, el director, de esta forma logra tres cometidos muy interesantes:
En primer lugar, denuncia la manipulación que un medio amarillista como Crónica TV hace con sus notas, el morbo que rodea a los noticieros, y la forma en que la información llega a la población.
En segundo lugar, permite darle espacio a los “culpables” de expresarse y contar su versión de los hechos frente a cámara, algo que no tuvieron en el momento de su detención, cuando solamente fueron exhibidos como locos (e incluso quería hacerles firmar un papel de que estaban insanos)
Por último denuncia, la falta de compromiso que todavía hay hoy entre los gobiernos y la población del interior del país, la ineptitud de la justicia y los sucios arreglos que hay entre los políticos y los medios.
Es muy interesante como los protagonistas se logran tomar con humor lo que hicieron, y el nivel de autoconciencia e ironía que le imprime Herzog a la reflexión de cómo se forma un grupo guerrillero hoy, un poco como hizo el estadounidense Jim Finn en Perú con el falso documental: La Trinchera Luminosa del Presidente Gonzalo (vista hace tres BAFICIS atrás).
A la hora de recrear lo vivido el director combina un relato en primera persona (como si fuera un noticiero) con imágenes más plásticas creadas a partir de sombras, encuadres muy bellamente fotografiados de los cielos y la geografía de Concordia, para terminar en una especie de video clip reinvindicadora del protagonista con el tema “Post Crucifixión” de “Pescado Rabioso” sonando de fondo (igual que en Sin Retorno, estrenada hace una semana, pero de forma más justificada).
Si bien empieza con gran ritmo, pasando los 45 minutos, este decae un poco, y ciertos pasajes se tornan monótonos y repetitivos en el final. También sería muy interesante que el film pueda ampliarse y exhibirse en material fílmico, de esta manera se podrá apreciar más la fotografía.
Igualmente, lo cierto es que Orquesta Roja parte de un hecho anecdotario para analizar el rol que ocupan ciertos medios de comunicación hoy en día y lo fácil que resulta hacerle creer cualquier cosa a la gente.
No por nada, la película comienza con una frase del personaje (y el director) más manipulador que hubo en la historia del cine, Charles Foster Kane. Es que en sí, lo que hacen los protagonistas con la película es lo que Kane no puede hacer con su vida: admitir su error. Quizás porque son humanos y no un “medio” (el staff de “Crónica” nunca se animó a dar la cara en el documental).
Ahora bien, ¿dónde empieza la propia manipulación de Herzog y donde la libertad que les concedió a los protagonistas para revivir el relato tal cual fue? Eso no lo sabremos.
Deberemos confiar en Herzog como confiamos en “Crónica TV”.
Por Rodolfo Weisskirch
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Argentina mediatizada.
Entre el documental y la ficción, el film de Herzog (el primer largometraje de este santafecino periodista y productor de video clips y publicidades) pone de manifiesto cómo los medios masivos de comunicación son capaces de construir la realidad, la manera en que éstos manejan la agenda y manipulan la opinión pública.
Rico en una seductora fotografía, Orquesta Roja se vale de imágenes que recuerdan al expresionismo alemán de principios de siglo mezcladas con las de un realismo único y otras más bien metafóricas. La presencia de las cámaras y equipo técnico no es disimulada; desde el principio están ahí para mostrarse y hacer hincapié en que todo lo que ocurre en Concordia es una puesta en escena. La música utilizada cumple en el film una función dramática.
El relato cuenta cómo un grupo liderado por José María Lima (interpretado por él mismo), político de la zona cansado de la pobreza y hambruna de su pueblo, elige movilizarse y hacer conocer al resto del país la situación de uno de los lugares más pobres de la Argentina de finales de los noventa.
Herzog convenció tanto a Lima como a sus compañeros Carlos Sánchez y Patricia Rivero para que cuenten qué pasó aquellos días en los que, encapuchados, hicieron creer a toda la Argentina que un grupo fuertemente armado, y en contacto con las FARC, estaba dispuesto a dar su propia vida en una lucha contra el sistema que los ahogaba económicamente.
Lo valioso de Orquesta Roja es justamente la elección de un episodio con personajes que, al igual que las noticias, desaparecieron de las tapas de los diarios y de las pantallas de la televisión de un día para el otro, como si nada hubiera pasado. Pero más que el hecho en sí, se rescata aquí el papel de un canal televisivo cuyas placas rojas se nutren de casos resonantes y de una radio a la que escucha todo el país. La historia decae un poco en el último tramo, igual que el hecho que generó una noticia que no era tal; quizás esto sea adrede, para demostrar así las debilidades del sistema informativo.
Material audiovisual de archivo, charlas, testimonios directos e imágenes recreadas construyen una historia que fue mitad verdad, mitad mentira y que, pese a esto último, sirvió para mantener una audiencia alta. Orquesta Roja es una verdadera evidencia para todos los que se dedican a investigar el alcance de los medios y su influencia en la opinión pública.
Por María Eugenia D’Alessio
El Ambulante (Argentina, 2009) de Eduardo de la Serna, Lucas Marcheggiano, Adriana Yurcovich.
Crítica previamente publicada con motivo de exhibición en la Competencia Internacional del 12º Bafici.
Daniel Burmeister es el cine independiente nacional. Tiene 58 películas grabadas en VHS y montada en dos video caseteras. Deambula por los pueblos del interior del país, escribiendo guiones afables, sencillos, divertidos, populares, con y para los habitantes de cada pueblo.
Solo utiliza una cámara y un micrófono. Hace travellings en bicicleta, y cuando quiere actuar, le pide a algún vecino que le sostenga la cámara. No tiene estética, no piensa en historias existencialistas y no pretende que sus películas se estrenen en salas comerciales. El mismo, proyecta las películas, un mes después de grabarlas, en una sábana, en el Centro Comunitario del pueblo. Cine sencillo, honesto y sin pretensiones.
La película del trío de directores sigue a este personaje tan estrafalario como encantador en la grabación de Hay que Matar al Tío (ni los Coen imaginarían un título tan bizarro para una película). Sin entrevistas, ni una estética demasiado distinta a la del protagonista, El Ambulante es una divertida y agradable película. Se trata ni más ni menos que un registro detrás de cámara de un rodaje, al que ningún programa de TV le prestaría atención. Sin golpes bajos ni demasiadas pretensiones es un testimonio de un cine diferente.
Es una lástima que los prejuicios artísticos del BAFICI, no incluyan una retrospectiva completa o parcial de la obra de Burmeisteir. En cambio nos conformaremos con este agradable documental. La elección de incluirla en la Competencia Internacional fue un poco exagerada quizás, pero aún así se trata de una película que “hay que ver”.
Por Rodolfo Weisskirch
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Documental sobre el hasta ahora desconocido Daniel Burmeister, un director de cine aficionado muy particular. Su labor consiste en viajar a lo largo del país, visitando pueblos y ciudades donde en muchos casos el desarrollo de prácticas culturales es escaso. La labor del cineasta consiste en proponer ante su llegada a los municipios, el proyecto de filmación de una historia, donde los participantes técnicos y actores no sean otros que los mismos habitantes del lugar. Es así como Daniel logra con sus rústicos elementos técnicos, prestados en muchos casos, con historias sencillas y graciosas, involucrar a personas que viven en un mismo territorio, a veces sin interacción alguna.
El pedido del cineasta a cada municipalidad consiste en que le brinden lugar de estadía y comida a cambio de su labor. Una vez culminado el proyecto, el film terminado se proyecta para todo el pueblo, unido como pocas veces para compartir un espectáculo cultural y de indentidad social.
Por José Luis de Lorenzo
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Por amor al arte
Un pueblo, un hombre, una cámara, una historia. El ambulante es el documental que rescata de la ignorancia y revaloriza el trabajo que Daniel Burmeister realiza desde hace años por los pueblos del interior. En su auto, viejísimo y casi deshecho, el hombre lleva a los habitantes de los lugares más recónditos ilusiones y la posibilidad de participar de una actividad a la que, de otra manera, no tendrían acceso: ser parte de una película.
En una historia que empieza con la llegada de Burmeister a través de una ruta polvorienta y termina cuando éste se va, El Ambulante recoge su experiencia en Benjamín Gould, un pueblo situado a más de trescientos kilómetros de la ciudad de Córdoba. El hombre, aficionado del cine artesanal, tiene historias escritas por él mismo que lleva adelante en un trabajo de alrededor de un mes, a cambio de casa y comida. Con mucha sencillez, este es un film adentro de otro; es el trabajo de Daniel hecho película.
Para concretar el proyecto participan todos los habitantes del lugar, desde niños hasta los más ancianos. La oportunidad que estos films brindan a los pobladores va mucho más allá de ser actores por unos días; como ellos mismos cuentan al final de la historia, los preparativos y la filmación en sí les permiten interactuar y conocerse más entre ellos, despierta el sentido de la comunidad, provoca encuentros y los enriquece como personas. En lugares en donde el cine no existe, el hecho de vivir en carne propia un rodaje permite a los pobladores tomar contacto con esta actividad, ser parte de él y del proceso que conlleva. Así, los mismos actores son maquilladores, sonidistas, camarógrafos.
Con un relato muy simple pero a la vez profundo que provoca cercanía, De la Serna, Marcheggiano y Yurcovich construyen un emotivo retrato del interior argentino, poniendo de relieve la simpleza, naturalidad y calidez de lugares que, de otro modo, pasan desapercibidos.
Por María Eugenia D’Alessio
Un Tren a Pampa Blanca (Argentina, 2010) de Fito Pochat.
El tren ha sido un medio de locomoción altamente utilizado en la industria cinematográfica para contar historias, uno de los objetos del cine en muchos casos es el “trasladarnos”, a aventuras, a lugares ignotos o inclusive a recorrer, transitar y alcanzar a una realidad.
Un tren muy particular, hace 30 años que realiza un recorrido ininterrumpidamente. Tres de sus vagones albergan un centro médico ambulante por lo cual se le brinda el nombre de “Tren Hospital de Niños”, donde médicos profesionales de varias especialidades sostienen una experiencia de vida conmovedora. Un viaje al norte argentino, específicamente a Pampa Blanca, Jujuy, cuyos índices de pobreza son elevados y se carece de asistencia médica.
El género documental, sabio captador de reflejos de una sociedad, una vez más se pone en manifiesto para mostrarnos acontecimientos alejados, naturales, cotidianos, de personas que no son habitualmente contempladas por la sociedad, olvidadas. Carecen de las mínimas herramientas de mejora de vida, en un mundo actualmente inmerso en la “alta tecnología”. A partir de singulares consultas médicas (algo reminiscente a la ficcionada y excelente Los Labios, de estreno en cartelera la semana entrante), podemos conocer las mayores causas que afectan a esta población, como la desnutrición infantil, el mal de chagas, la desinformación y falta de educación sanitaria. La ausencia del Estado en estas regiones se hace visible también, el afán de los médicos por saciar las dificultades no alcanzan cuando una ayuda de quien debería tomar cartas en el asunto no lo hace.
Pochat, capta con su cámara cual invisible la tarea de asimilarse a distintas situaciones, algo poco frecuente y que muchos realizadores de documental carecen, no se pregunta con intención ni sensacionalismo. El film brinda como resultado un valioso aporte de observación, que desemboca en un acto de reflexión para con el espectador.
Con una partitura musical de Sergio de la Puente digna de mencionar, que acompaña enérgicamente al relato, poniendo énfasis en el paisaje sin intentar agudizar en los momentos más difíciles de digerir.
Por José Luis de Lorenzo
Gorri (Argentina, 2010) de Carmen Guarini.
Crítica previamente publicada con motivo de exhibición en la Competencia Nacional en el 12ºBAFICI.
Documental sobre el recientemente fallecido artista plástico Gorriarena, quien junto a Felipe Noé constituye uno de los más importantes y relevantes ejemplos de arte argentino de las ultimas decadas.
Guarini parte desde los preparativos con ocasión de llevar a cabo una muestra en conmemoración que ha sido llevada a cabo en Buenos Aires durante el año 2009, de alli, su esposa, es mostrada naturalmente en su taller, donde recolecta y ordena las obras del artista para generar un inventariado.
Muchos, quienes serían considerados, artistas, criticos, alumnos dan su parecer sobre las técnicas y obra del artista.
Una conversación de Gorri con otros colegas en un restaurant, es revitalizada en el documental donde éste, habla de su conexión con la vida politica argentina, su nocion personal sobre el arte, sus consejos a artistas.
El film carece de un sentimiento perdida, solamente reflejado en la mirada de su hijo, que, brinda ayuda en el taller y su ordenamiento. En el resto de las personas que pasan por el documental sobresalen la admiración por la obra y respeto por un hombre de humor particular.
de
Por José Luis de Lorenzo.
Huellas y Memoria de Jorge Prelorán (Argentina, 2009) de Fermín Rivera.
Humanismo ilustrado
La película desentraña la vida de Jorge Prelorán a la manera en que él lo hizo con sus personajes: desde su niñez marcada por el asma, una familia de clase alta y una educación rígida hasta convertirse en el hombre que transformó una parte del cine documental creando un género.
Un documental cálido y afectuoso sobre la figura del afamado y no merecidamente reconocido (al menos en nuestro país) Jorge Prelorán. Esta película tiene un carácter didáctico inestimable, ya que el propio Prelorán aparece haciendo una recorrida por su trayectoria, y enseñando al mismo Fermín Rivera la forma de grabar a los entrevistados.
El creador de lo que se dio en llamar etnobiografías (retratar a individuos de distintas culturas y comunidades) cuenta además con una historia personal rica en sucesos y anécdotas que aparece en el film intercalada con los recuerdos de sus producciones más importantes: Hermógenes Cayo (1969), Medardo Pantoja (1969), Cochengo Miranda (1975) y Los hijos de Zerda (1978) entre otras tantas.
Como bien resume Rivera: “Jorge fue un humanista empedernido que nunca perdió la fe en la condición humana”.
Por Romina Gretter