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CRÍTICAS - CINE

Masacre en Texas 3D: Herencia Maldita (Texas Chainsaw 3D)

(Estados Unidos, 2013)

Dirección: John Luessenhop. Guión: Adam Marcus, Debra Sullivan y Kirsten Elms. Elenco: Alexandra Daddario, Dan Yeager, Trey Songz. Producción: Carl Mazzocone. Distribuidora: Distribution Company. Duración: 92 minutos.

Grado cero y secuelas paralelas.

Para explicar un caso tan bizarro como el de Masacre en Texas 3D (Texas Chainsaw 3D, 2013), a uno no le queda otra opción más que remontarse a aquellas “décadas doradas” del exploitation, un período entrecortado que abarca desde los 50 hasta los 80, en donde a una película exitosa le seguían una multitud de secuelas y rip-offs, más o menos oficiales, que pretendían capitalizar comercialmente la bonanza de la original. El cine mainstream hollywoodense hasta los 70 no veía con buenos ojos dichos atajos pero a posteriori se volcó de lleno hacia la senda de los refritos, aunque sin el encanto ni la garra artesanal del ayer.

Por supuesto que los tiempos no llegan solos y el inevitable reacomodamiento contextual implica que el caos artístico de otras épocas haya sido reemplazado por un régimen en el que brillan la “prolijidad económica” y la sucesión de derechos entre empresas (o por lo menos así pretenden que sea interpretado). La franquicia de Masacre en Texas (The Texas Chainsaw Massacre) ya había tenido una reboot en el 2003 y una precuela de dicha remake en el 2006, ambas producidas por Michael Bay, una suerte de especialista contemporáneo en este trajín orientado a relanzar una y otra vez la misma estructura prototípica de siempre.

El film que hoy nos ocupa no sigue ni la línea narrativa de las propuestas recientes ni tampoco la de los corolarios originales de 1986, 1990 y 1994, sino que opta por establecer un “borrón y cuenta nueva”, fundando un grado cero al instituirse en tanto continuación directa de la obra maestra primigenia de 1974. De hecho, la historia comienza con un montaje del opus de Tobe Hooper para inmediatamente después presentarnos a Heather Miller (Alexandra Daddario), única sobreviviente del clan Sawyer luego de que el pueblito de Newt, en su totalidad, se decidiera a exterminar a la familia del inefable Leatherface.

Obviando por completo la secuela tragicómica del propio Hooper, la película consigue despertar simpatía hacia el amante de las motosierras y las máscaras de piel humana, hoy devenido antihéroe del horror, vinculándolo con su primita Heather y construyendo villanos aún más salvajes, en este caso el Alcalde Hartman (Paul Rae) y su séquito. Pero las buenas intenciones de carácter rupturista no están acompañadas de un desarrollo expositivo acorde con el planteo general, lo que eventualmente deriva en un verosímil maltrecho, situaciones por demás vetustas y esa infinidad de estereotipos que todos conocemos hasta el hartazgo…

calificacion_2

Por Emiliano Fernández

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