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CRÍTICAS

No Confíes en Mi

 

 

No Confíes en Mi

Dirección: Daniel Suárez Marzal, Gabriel Rosas. Autoría: Gabriel García, Lilliana Quartuccio. Diseño de Luces: Manuel Garrido Elenco: Alejandro Paker, Felipe Colombo, Manuela Pal, Carla Scatarelli, Verónica de la Vega.  Prensa: TIff

 

¿Puede acaso un título advertir al espectador en cuanto a lo que va a ver? ¿Podemos “confiar” en una obra llamada No Confíes en Mi? En teoría, parece provocativo, y no creo que algún espectador de verdad crea que dicho título haga referencia a la sensación que deja la obra al finalizar la función. Además tomando en cuenta la trayectoria del co director Daniel Suárez Marzal (veterano director de ópera) y la del elenco principal: Paker, gran actor, cantante y bailarín que supo destacarse en obras como Cabaret o Sótano, o los jóvenes Colombo y Pal, provenientes de la televisión principalmente, uno no dudaría que se trata de una propuesta “atractiva”. Además, se trata de la Ciudad Cultural Konex, no de un pequeño teatro off.

“ Un Apasionante Thriller Negro” es el “gancho” de la obra. ¿Thriller? Puede ser… ¿Negro? Es una definición un poco vaga y subjetiva, pero ¿apasionante?. Realmente, esta puesta se encuentra lejos de la definición que concibo de “pasión en escena”.

No Confíes en Mi es una advertencia. No importa los nombres implicados cuando el resultado final es una obra pretenciosa, monótona, opulenta, prejuiciosa, ingenua y sobreactuada. Y solo dura 45 minutos.

El principio es auspicioso. Los cinco artistas entran en diversos puntos estratégicos del escenario, formando un tipo de círculo elíptico. La iluminación, acompañada por el humo gris del cigarrillo del personaje del Doctor, interpretado por Paker, crean un clima ominoso. Cada actor parece manifestarse en un tiempo y espacio distinto sin salir de escena. El único constante, la unión de todos los tiempos es Marcos (Colombo), un muchacho de 23 años que no desea confesarle a su novia un oscuro secreto: ¡es virgen!. Ella también lo es, pero Marcos le hizo pensar que tenía vasta experiencia sexual. Tomando en consideración que su padre está fuera del país, Jazmín (Pal) trata de convencer a Marcos, para que la desvirgue antes de que su padre regrese, y después presentárselo en una cena.

Al mismo tiempo, Marcos pasa a otro espacio, a otro tiempo, donde charla con el “doctor” como si fuera un psicólogo acaso, relatando sus miedos a que Jazmin descubra la verdad. El doctor le pregunta si le pidió ayuda a una “profesional”. A partir de este momento, aparecen dos prostitutas, una muy atractiva y sensual, la otra, lo opuesto (Scatarelli y De la Vega), que terminarán siendo las claves para entender este “rompecabezas”.

El atractivo de la obra se encuentra en la estructura desarticulada, donde la “inocencia” de los protagonistas se tergiversa con el paso de los minutos. Sin embargo, los diálogos inverosímiles y las interpretaciones sobreactuadas, insoportablemente cursis de Colombo y Pal le van quitando tensión al relato. Personajes superficiales, demasiado naif. Lo inquietante y tensionante deriva en un tono absurdo inintencionado. La obra empieza a acumular estereotipos y frases hechas que terminan convirtiendo la obra en una telenovela desarmada, pero telenovela a fin de cuentas. Los giros de la trama resultan forzadas y poco creíbles con el afan de “sorprender” al espectador.

En el medio deambula el personaje del “Doctor”, sin rumbo fijo, con un Alejandro Paker demasiado oculto detrás de los anteojos y un bigote postizo. Su interpretación es decepcionante, no parece que el actor haya podido involucrarse, sentir el personaje. Además, cuando empieza a mostrar las primeras cartas, ya se vislumbra, cual es el verdadero rol del personaje.

No se comprende tampoco porque Felipe Colombo gira tanto alrededor del escenario. A pesar del desgaste de energía y la intensidad física del actor, Colombo tampoco parece muy convencido del tono que debe aplicarle al personaje.

En el último acto, el poco trabajo intelectual que la obra aparentaba tener en primera instancia (¿acaso se trata todo de un drama existencial o metafísico?) termina derivando en una explicación sosa, rebuscada y poco creíble, únicamente justificada para probar la versatilidad interpretativa de Manuela Pal.

Finalmente las dos actuaciones más convincentes y logradas son las de Carla Scatarelli y Verónica de la Vega.

No Confíes en Mi es una obra que engaña. Engaña porque se trata sobre el “engaño”. Engaña porque la estructura “juega” con la “inocencia” del espectador, pero también engaña porque, más allá de tener un trío protagónico que ha demostrado ser sofisticado y solvente en el pasado, porque detrás de una puesta de luces interesante y una música que pretende acrecentar el suspenso, se encuentra un drama vacuo, absurdo, pretencioso, telenovelesco, que dice poco y nada con metáforas obvias.  No me atrapó siquiera el hecho de que haya una referencia Hitchcockiana (Frenesí). Por suerte dura 45 minutos, porque como dijo un amigo “no daba para más”.

Las apariencias engañan. No confíen en esta obra.

 

Teatro: Ciudad Cultural Konex – Sarmiento 3131. Cap . Fed.

Funciones: Viernes a sas 21:00hs – Sábados a las 22 Hs

Entrada: desde los $ 50

 

 

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