Nocturnos, de Edgardo Cozarinsky
Bella, pero muy pretenciosa
Nocturnos, nuevo film de Edgardo Cozarinsky, propone a partir de bellos y extensos planos generales de Buenos Aires, contar la historia de un joven solitario que se dedica a recorrer y pensar la noche de las calles porteñas, a través de las poesías de Baudelaire, Novalis o Kavafis, él observa cada contraste que la ciudad le opone tras el distanciamiento de su mujer.
Las peleas de pareja, la gente solitaria en un bar, los chicos jugando en la calle o las señoritas que lo atrae al pasar le hacen pensar en lo hermoso de la noche y en el existencial trance de su vida. La cuestión es que el film se pone, por momentos, muy denso y resulta demasiado pretencioso para lo que intenta narrar, siendo conflictivo y un tanto innecesario el hecho de simbolizar de forma paralela ciertos planos de lo marginal de Buenos Aires con distintos fragmentos de La Huelga de Serguei Eisenstein que retratan la represión zarista, u otras imágenes de archivo sobre la Guerra Civil Española.
A pesar de su belleza visual, una imponente Buenos Aires retratada como lo hicieron pocos y el adecuado acompañamiento musical de Ulises Conti, Nocturnos se pierde en lo embrollado y complejo de su relato, el cual resulta muy pretencioso y denso, que a medida que se va desenvolviendo se pierde en las profundidades de la capital argentina.