A Sala Llena

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CRÍTICAS

Todo

 

Todo

Dirección y Autoría: Rafael Spregelburd. Producción: Corina Cruciani. Video: Juan Schnitman, Agustín Mendilaharzu, Alejo Varisto. Escenografía e Iluminación: Santiago Badillo. Elenco: Alberto Suárez, Andrea Garrote, Pablo Seijo, Mónica Raiola, Rafael Spregelburd, Mariano Sayavedra. Prensa: María Sureda.

La dificultad de definir lo indefinible 

No todo se puede explicar en pocas palabras. No siempre se puede resumir el TODO en apenas unos meros y superficiales párrafos.

¿De que trata TODO, en sí? Podríamos definirlo como una estrategia absurda por parte de Rafael Spregelburd por tratar de entender al hombre, al individuo, a la sociedad como tal. O quizás es un absurdo, cuya estrategia es entender lo definido para darnos cuenta que es indefinible.

La historia se repite y los males que nos aquejan los podemos encontrar en el pasado. Deberíamos remontarnos a los tiempos de los griegos, del imperio romano, donde se construyeron y destruyeron los pilares de la civilización contemporánea.

El grupo: compañeros de oficina, familia, amigos, miembros de la sociedad. La culpa, la hipocresía, la mentira, la burocracia, la superstición.

Spregelburd en calidad de dramaturgo, director y co protagonista explora con cinismo e ironía la sociedad humana, nuestra propia comunidad a través de tres obras cortas que se encuentran unidas por un fino hilo narrativo, ya sea un libro o un personaje en común. ¿Importa esto acaso?

No. Lo importante es lo que se cuenta, y sobre TODO, cómo se cuenta. En este sentido estamos hablando de una obra superlativa, intelectual y existencial, que no solamente atrapa sin pausas durante las dos horas que transcurren las acciones, sino que además, termina siendo breve.

En el primer fragmento vemos a un grupo de compañeros de oficina discutir supuestas trivialidades, que van tomando sentido a medida que avanzan los siguientes fragmentos. En medio de los tramites habituales, el vacío temporal. Cada empleado sospecha y desconfía del otro. Objetos imaginarios que pasan de un lugar al otro, y en el medio un personaje fuera de escena que incendia oficinas.

El siguiente episodio nos muestra una típica cena navideña con una familia fragmentada, dividida y peleada, que incluye a un “artista” que se dedica a quemar libros.

Por último, la tercera, es una representación de los miedos y las supersticiones que una pareja sufre con respecto a la salud de su recién nacido.

No se trata de teatro abstracto ni moderno. Todo lo contrario. Los diálogos son fluidos, creíbles y tan falaces como la personalidad de los protagonistas.

Los actores están acompañados por un  video y un relato en off neutro (a modo de coro griego) que explican los pensamientos y las acciones de los actores en escena, su conciencia (particularmente me hizo recordar a los relatos que acompañan las películas del clan compuesto por Mariano Llinás, Alejo Moguillansky y Matías Piñeiro. Esto no debería ser casual, teniendo en cuenta que el autor de la obra trabajó junto a Llinás en Historias Extraordinarias, y uno de los creadores del video de la obra es Agustín Mendilaharzu, co guionista, editor e intérprete de la misma película), que acentúan la ironía de la obra.

Más allá del superficial humor inicial que termina convirtiéndose en un drama existencial, Todo de Rafael Spregelburd es una obra que rompe los moldes del teatro clásico. No se puede unir fácilmente a un nivel literal, sino que provoca la discusión y la reflexión. ¿Quiénes somos? ¿Por qué nos comportamos como lo hacemos? Una observación paradójica sobre la realidad, la historia, las costumbres y la religión.

Una puesta escénica minimalista pero efectiva acompañan a un elenco de lujo que nunca desentona y que maneja a la perfección los diversos niveles narrativos que tiene la obra. Personajes que se van transformando a medida que pasan los episodios muestran la versatilidad de sus intérpretes, y el uso del video, no solamente apoya las acciones en escena, sino que forma parte de la obra en sí. Resulta imprescindible su participación para comprender la crítica, a donde y a quiénes apunta el autor: la clase media hipócrita argentina, incluidas las máscaras sociales.

Todo es una obra que no se puede resumir ni definir en un instante. Que no da respuestas fáciles, sino que genera preguntas y deja en un estado de incertidumbre. ¿Quién dijo que debemos salir de la sala entendiendo TODO?

 

Por Rodolfo Weisskirch

Puede sonar pretencioso y no, suena abarcador y si

La burocracia, el arte, la religión y la paternidad son los tópicos que aborda la pieza Todo escrita por Rafael Spregelburd y reestrenada con gran éxito este año. Pensada y realizada en función de un pedido del Festival Alemán Digging Deep and Getting Dirty, en cuyo marco se estrenó en 2009, demuestra la capacidad del Colectivo El Patrón Vázquez y del autor, director y actor Rafael Spregelburd, de construir mundos partiendo de una extrema minimización de recursos técnicos y escenográficos.

Así como el campo ideológico es la estrella de Todo, es en el espacio escénico que se construye ese protagonismo. La economía de recursos prima en una puesta en escena en la que brilla la coherencia entre la dramaturgia y la representación.

Está dividida en tres pequeñas obras entre las que operan como hilo conductor personajes y tópicos que se reiteran, aunque en diversas situaciones que no comparten espacio ni tiempo. Personajes cuyo vínculo aparece desde distintos puntos de vista en situaciones increíbles pero perfectamente verosímiles.

Construir universos que ostenten conceptos tan complejos como la burocracia, el arte, la religión, el amor desde el vacío absoluto y la mímica como sucede en la primera parte, requiere no sólo de un buen texto que los sostenga sino de un elenco que posea una ductilidad a tono con la intención de la propuesta. En Todo asistimos a una dramaturgia de una profundidad que pone en cuestión, si no derriba, la idea de que el arte por encargo no es digno de llamarse así. El texto dramático encuentra su excelente correlato en un grupo de actores de sin perder un claro estilo personal imprimen a la representación una homogénea calidad y belleza.

Rafael Spregelburd, dirige y actúa su propio texto. Quién suscribe se pregunta cómo es posible cumplir múltiples roles sin perder calidad, coherencia y horizonte. Ensayemos una respuesta: no es un dato menor que en la primera parte, el personaje que interpreta, sea el último en ingresar a escena y que dicha aparición sea dilatada notoriamente. La inteligencia del dramaturgo, director y actor no sólo estriba en sus ideas, su plasmación en el papel y su concepción de puesta en escena, que de por sí no tienen fallas, sino en lograr volverse tan lábil como para cumplir los múltiples roles de modo inteligente y funcional al proyecto sin pecar de vanidad actoral, ego dramatúrgico o despotismo directorial. Spregelburd no excede en calidad al desempeño de sus compañeros de elenco, todos de talento impecable, pero vale la pena destacar la pericia con la cual trabaja de modo camaleónico para cubrir cada rol sin que ello enturbie el resultado obtenido.

Todo no tiene fisuras, cada recurso (desde la mímica hasta la proyección de video) es utilizado justificadamente, cada personaje opera como piezas de un gran engranaje complicado y eficaz; y es el actor y director que en cada intervención diluye la jerarquía, volviéndose una pieza más de la totalidad.

Teatro: Beckett. Guardia Vieja 3556. Cap. Fed.

Funciones: Viernes 20 Hs.

Entrada: $65 y $50

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Por Larisa Rivarola

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