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CRÍTICAS

Amanda, la casita

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Amanda, la casita

Dirección: Gabriel Paez. Libro: Sol Canesa y Gabriel Paez. Escenografía y Vestuario: Cecilia Zuvialde. Diseño de iluminación: Gabriel Rivero. Música: Nicolás Deluca. Animación y Video: Grandes Éxitos.TV. Diseño gráfico: Laura Canesa y Martín Garabal. Realización oso animatrónico: Lucas Rodriguez. Elenco: Sol Canesa. Prensa: Te Hago la Prensa.

Una mujer de aspecto aniñado nos abre la puerta de su casita, para que conozcamos su pequeño mundo interior; un microuniverso tan perfecto como una casa de muñecas.  Pero tal perfección, no hace más que incitarnos a sospechar que debajo de esta superficie se oculta otra cosa.

Así es como Amanda (Sol Canesa) nos deja entrar en las profundidades de su vida interior y ser testigos silenciosos de sus luchas internas, que arrancan a partir del momento en que decide  tirar de un ínfimo hilo que sobresale de su prolija vestimenta,  y no dejar de tirar hasta que toda su ropa se deshilache, y se quede desnuda. Una desnudez que más que un infortunio podría ser una gran oportunidad para cambiar de ropaje y vivir en un mundo imperfecto pero real.

Amanda, la casita, bajo la dirección de Gabriel Paez, se plantea  como una metáfora de aquellos momentos en que nos encontramos en la situación de tomar una decisión muy importante en nuestra vida.  Y el camino elegido para ello por la dramaturgia es el tránsito por el proceso previo a la transformación,  desplazándose por distintas temporalidades de la vida de esta niña-mujer, explorando en los vericuetos de su historia, en su pasado, sus orígenes, su infancia, sus lazos familiares y en sus experiencias amorosas; haciendo foco en aquellos mandatos sociales interiorizados que se hicieron carne en Amanda, bajo la forma de un “deber ser” incuestionable, reprimiendo sus deseos, limitando su universo, y achicando su horizonte de expectativas.

Sol Canesa, en este unipersonal, logra darle carnadura a un personaje bifacial que en su devenir  debe recorrer los carriles trazados por una lucha psíquica encarnizada entre su Yo y su Ello. Sin duda se trata de una actriz versátil que a lo largo de toda la pieza sortea airosamente  la complejidad de desdoblarse en dos caracteres bastante opuestos, transitando por distintos terrenos dramáticos -apelando para ello a un amplio repertorio de estereotipos social- saltando de un registro a otro en un tris y con una sensibilidad sostenida.

La alternancia entre lo trágico y lo cómico resulta acertada por cuanto distiende la tensión generada por las escenas de mayor intensidad dramática, dotando al entramado de un adecuado ritmo.

Es para resaltar la estética vintage-infantil elegida para el diseño del espacio de la escena y el vestuario (de Cecilia Zuvialde), ya que logra darle forma y funcionalidad a este universo infantiloide en el que Amanda deshilacha su drama humano.

La música (de Nicolás Deluca) conjuntamente con la iluminación (de Gabriel Rivero) logran la construcción de diversas atmósferas y temporalidades, dibujando con precisión los contornos de la acción dramática.

Finalmente, la inclusión en la puesta del soporte audiovisual (de Grandes Éxitos TV), sin bien resulta original como vehículo para la expresión de las fantasías de Amanda, la utilización de este recurso al final de la pieza complica su cierre, porque genera confusión e incertidumbre acerca de la finalización de la obra.

Amanda vive en un pequeño mundo, pero tiene grandes anhelos. Sus reflexiones van y viene entre lo que es y lo que podría ser. El  amor es su razón de ser.

Teatro: Ofelia Casa teatro – Honduras 4761 – C.A.B.A.

Funciones: Viernes 23.30 hs.

Entradas: $ 40.- (Descuento a estudiantes y jubilados: $ 35.-)

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