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CRÍTICAS

El estadio de arena

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Dirección: Patricio Abadi. Dramaturgia: Patricio Abadi. Vestuario: Mercedes Arturo. Escenografía: Ariel Vaccaro. Iluminación: Ricardo Sica. Música: Federico Marrale.Coordinación de producción: Gustavo Schraier. Asistencia de dirección: Ana Belén Saint-Jean, Daniela Sitnisky. Asesoramiento coreográfico: Luciana Acuña. Actúan: Marina Glezer, Santiago Gobernori, Pablo Seijo. Prensa: Complejo Teatral de Buenos Aires.

El imaginario veraniego de la década del noventa se actualiza en el recuerdo de dos hermanos, Federico (Pablo Seijo) y Marcos (Santiago Gobernori), que regresan a las playas de Uruguay para esparcir los restos de su padre, El Gitano. Distanciados por una mujer que supo separarlos en la juventud, ahora se reencuentran y nuevamente la figura femenina -encarnada en Jazmín, (Marina Glezer)- es la que los pone a prueba.



Al igual que “Balnearios”, el documental apócrifo de Mariano Llinás,
El estadio de arena retoma las costumbres y los modos propios de los turistas argentinos. Aquello que se hace con el tiempo del verano es transformado en tópico por el que transita la obra, pero el eje es la relación de amor incondicional entre dos hermanos que no se ven hace mucho tiempo.

El estadio de arena es la cancha de fútbol improvisada en Solanas, lugar añorado de la costa uruguaya, espacio de juego y complicidad que modifica las identidades de Fede y Marco y los transporta al tiempo en que eran “el facha” y “cachete”, respectivamente.

El escenario se convierte en una playa y toda la puesta apunta a reconstruir el verano, desde la iluminación, la música y los elementos presentes, pero visto desde otra estación del año. La figura de la lugareña es interpretada por Marina Glezer, una dulce uruguaya que fluye y sorprende con su belleza.

La naturalidad del vínculo entre los hermanos y la dinámica que alcanzan Seijo y Gobernori pone al espectador en una sintonía familiar y risueña. Gobernori desde su rol de hermano menor despechado, fantasioso y atento a la mirada de su hermano mayor, Seijo, quien por momentos remite sutilmente a los personajes de Roberto Arlt desde cierta melancolía y resignación barrida por un encanto porteño.

Pero el nombre de la obra también alude metafóricamente al lapso que se diluye, a la etapa del proceso vital en la que todo se esfuma y ese algo que queda puede guardarse en una caja; cuando de la roca quedan los huesos hechos polvo y buscan el mar para instalarse doblemente en lo eterno.

Teatro: Sarmiento – Av. Sarmiento 2715 – CABA.

Función: Jueves, Viernes y Sábado 21:00 hs – Domingo 20:00 hs.

Entrada: $ 80,00 – Jueves día promoción: $ 40,00.

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