Luna en Leo (Argentina, 2013)
Direccion: Juan Pablo Martínez. Guión: Ismael Serrano, Juan Pablo Martínez, Jimena Ruiz Echazú. Elenco: Ismael Serrano, Carla Pandolfi, Javier Drolas, Irene Goldzer, Carolina Gimbutas. Producción: Juan Pablo Martínez. Distribuidora: Aura Films. Duración: 71 minutos.
El color de la noche.
Hay una conexión entre esta nueva película de Juan Pablo Martínez (Desmadre, 2011) y Drinking Buddies (la gran comedia mumblecore del año pasado, no estrenada en cines): ambas comparten un personaje femenino fuerte y luminoso, producto de la presencia de actrices que imantan a cualquier espectador. Así como Olivia Wilde, Carla Pandolfi (popularizada por la serie Violeta de Disney) ocupa, en un primer plano perfecto, toda la pantalla con su primera aparición, durante los títulos, que por otra parte marcan el terreno formal de esta pequeña película nocturna.
Las luces de neón de interiores mezcladas con las luces fuera de foco de la ciudad de Buenos Aires edifican el contorno de una historia de dos personajes algo perdidos pero “encontrados” en una cita ocasional. Luna (Pandolfi) y Leo (el cantante español Ismael Serrano) tienen un primer encuentro incómodo pero “la noche es joven”, le dice ella en un momento. Envuelven a esta historia charlas tipo mumblecore sobre el hombre como “depredador sexual” en alegorías científicas tiradas al voleo, juegos de pool/ de seducción, algo de cinefilia y cierto derrotismo clásico de la mediana edad, del que no se banca el laburo que tiene y ve en un espejo distorsionado el éxito de los cercanos.
Un cumpleaños de una amiga de Luna aparece, en un par de oportunidades, como una interrupción latente en el medio de esta relación embrionaria, que avanza oscilante entre la irreverencia de ella y cierta arrogancia de él ante situaciones incómodas. Así como la construcción de Luna con Leo se va tornando algo oscura, el color de las luces pierde el magnetismo inicial, como si se tratara de un surco libre dejado para ser cubierto por el miedo típico de dos personas para dar los pasos necesarios, esos que terminan de forjar la atracción y hacer, de ello, algo tangible.
La justicia de tener a Carla Pandolfi en un protagónico (luego de un derrotero en la publicidad y pequeños papeles en novelas y series), el registro visual sutil de una Buenos Aires nocturna como una musa que merodea durante todo el relato y la ambición sostenida de una historia que pisa firme sin la necesidad de agravar los temas o de aspirar a tener una trama con situaciones dramáticas inoportunas, confluyen para tener algo de fe en el cine argentino despreocupado de los géneros y los modos pero no del profuso y complicado arte de contar una historia.
Por José Tripodero