Fabio Zerpa tenía razón…
Resulta muy atractivo la idea de ver una película que tenga como disparador esos mitos y leyendas que giran en torno al enigmático Valle de Punilla. Generador de varios relatos y anécdotas que han sido motivo de interesantes charlas, y hacen que cada año lleguen más visitantes curiosos por descubrir experiencias esotéricas.
El encargado de plasmar estas vivencias a través de una disparatada y atrevida comedia fue Néstor Montalbano, quien integró la camada que renovó la manera de hacer humor en Argentina. Tuvo a su cargo la dirección de clásicos éxitos televisivos que forman parte de una memoria colectiva de culto: De La Cabeza, Cha Cha Cha y Todo por Dos Pesos. En cine se destacó en filmes como Cómplices y el divertido Soy Tu Aventura, cuya pareja protagonista fue Luis Luque y Diego Capusotto.
Ahora con Pájaros Volando se vuelve a repetir la dupla, y la fórmula sigue dando buenos frutos, aunque desparejos. Se intenta aprovechar el suceso Capusotto, quien ya desde hace varios años viene brillando con su programa Peter Capusotto y sus Videos, cuyos personajes parodian a estrellas del rock y a la idiosincrasia argentina. De todos modos, no es lo mismo mantener el humor en la televisión con varios segmentos cortos que en un film de casi dos horas de duración.
La idea es muy buena, el guión original estuvo a cargo de Damián Dreizik, quien también actúa. Es la historia de un músico de rock (José), exitoso en los 80s, pero venido a menos en la actualidad; trabaja en una remiseria; vive con un padre bastante siniestro, y sigue anclado a un pasado que ya no volverá, aquel que le dio cierta notoriedad, en la banda que conformaba junto a su primo Miguel (Luis Luque).
Es así como decide aceptar la propuesta de su primo, e irse a un pueblo ubicado en plenas sierras de Córdoba: Las Pircas. Allí se vive una vida bohemia en contacto con la naturaleza y con fuerzas sobrenaturales que vienen desde alguna otra parte del Universo. Estos extraterrestres convocan a un grupo de personas para llevarlos al más allá, pero necesitan un músico que les transmita el arte de combinar sonidos.
Rodada en su mayor parte en escenarios naturales del Valle de Punilla, aquellos que algunas vez estuvimos por esas bellas geografías, nos re encontraremos con el encantador pueblo San Marcos Sierras y el magnético Cerro Uritorco.
Durante todo el film, desfilan personajes muy pintorescos y algunos realmente adorables, quienes parodian diferentes roles sociales. Desde la mujer policía obsesionada por descubrir una red de narcotráfico, hasta el hippie místico adorador del cannabis; desde el adolescente replegado en la web, hasta el macrobiótico obsesivo y fanático.
Para ello, Montalbano, se vale de un estelar reparto, algunos realizan muy logradas interpretaciones, de otros se esperaba más. Capusotto y Luque vuelven a tener química como dupla actoral y Verónica Llinás demuestra una vez más su gran oficio de actriz; pero también apela, como es su estilo, a participaciones especiales con personajes de distintos estratos de la cultura vernácula, que no tienen que ver con el mundo de la actuación y el cine, siendo esto el mayor acierto de la obra.
Es así como vemos y nos deleitamos con periodistas como Víctor Hugo Morales y el “Ruso” Verea, conocidos músicos de Rock tales como Miguel Cantilo, Miguel Zavaleta y Claudia Puyó y la bizarra pero acertadísima participación del legendario y popular político justicialista, Antonio Cafiero, quién brinda un momento altísimo, en la piel de ese vendedor de pasajes que intenta ayudar a José apelando a frases célebres del movimiento peronista. ¡Para aplaudir de pie!
Pero el largometraje decae un poco, a pesar de lo descabellado de ciertas escenas, se complica sostener los gags y las ocurrencias durante 110 minutos, se torna monótono y la historia se hace larga. Aunque claro, por momentos salen de la galera algunas situaciones o diálogos muy desopilantes y la película vuelve a repuntar.
Un punto interesante son los efectos especiales, están muy bien logrados para lo desfachatado que intenta ser el film. Se nota que hubo mucho trabajo de pre y post producción y le aporta cierta calidad técnica a la obra.
Personajes, diálogos y situaciones que están adornados por el hippismo; rock & roll; misticismo; cannabis, y lo absurdo, le hacen gala a esta comedia, que sufre de algunos altibajos pero no deja de ser inteligente, bizarra y novedosa. Eso sí, puede llegar a limitarse a un público seguidor de cierto humor de culto, no obstante el resultado final es satisfactorio y bastante entretenido.