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CRÍTICAS - CINE

Spring Breakers: Viviendo al Límite, según Matías Orta

Pueden gustar o no, pero las películas de Harmony Korine jamás dejan de llamar la atención. Desde Kids, de la que fue guionista (la dirigió Larry Clark), se encargó de mostrar el costado más oculto, incómodo y perturbador de los Estados Unidos, generalmente por el lado de la juventud. Y eso se extendió a las obras que dirigió, como Gummo y Trash Humpers. Spring Breakers: Viviendo al Límite sigue en esa línea, pero con una impronta más delirante, incluso desde el casting.

Cuatro amigas universitarias se proponen ir de vacaciones de primavera (Spring Break, algo muy popular entre los estudiantes en Norteamérica y de países asiáticos). El destino es Florida, donde todo el playa, sol, música, bikinis… Y también noche, sexo, alcohol, drogas y excesos en general. En ese contexto, las cuatro son encarceladas por la Policía, no por el negocio que tres de ellas asaltaron para poder viajar sino por una de las tantas noches de reviente. Cuando parece que seguirán detenidas, surge un inesperado salvador que paga la fianza: Alien (James Franco), un extravagante gangster de la zona, que le mostrará a las chicas lo excitante que puede ser la vida criminal.

Desde hace meses, la película es famosa porque prometía mostrar a dos ex chicas Disney en papeles oscuros y adultos: Vanessa Hudgens, protagonista de la trilogía de High School Musical, y Selena Gómez, otrora en Los Hechiceros de Waverly Place. De hecho, el afiche las muestra con poca ropa y actitud desafiante. Y lo que Korine prometió fue cumplido… por lo menos, en un 90%. Candy (Hudgens) es una de las más atrevidas del cuarteto y se destaca en las escenas más impactantes (contar más sería un pecado). En cuanto a la siempre aniñada Selena, encarna a Faith, el personaje más interesante, ya que se debate entre los típicos valores norteamericanos (la familia, el cristianismo) y una vida lejos de las reglas. Pero, en determinado momento, el director hace algo con Faith que le resta un poco a la historia.

De todas maneras, el films sigue siendo la más vibrante, provocativa, cinematográfica, fascinante, y perturbadora pesadilla de todo padre cuando su hijo se va de vacaciones. Korine sigue fiel a sí mismo, pero en una obra más delirante, que mezcla dulzura con situaciones dignas de Caracortada, siempre con mucho estilo. Gran parte de esa estética única —pocas veces los colores fosforescentes quedaron tan bien y tan funcionales en una película— le corresponde al director de fotografía de origen belga Benoît Debie, habitual colaborador de Gaspar Noé, otro cineasta adicto a las emociones fuertes.

Las restantes dos actrices del cuarteto son Ashley Benson (tan desatada como la Hudgens) y Rachel Korine, esposa del director, quien no le hace asco a nada. Al principio, por muy poco y apenas fumando, también anda por ahí Heather Morris, la Brittany de Glee. Con respecto a James Franco, da cátedra de cómo pirar con toda la onda. Su interpretación de Alien remite a la de Gary Oldman de Drexl en Escape Salvaje, de Tony Scott: un matón blanco que se cree negro (De hecho, Gary se inspiró en el rapero y actor Ice T para el papel). Una buena influencia, por cierto, y Franco sabe darle ese toque extra, como a cada uno de sus personajes.

Aunque despierte pasiones u odios, Spring Breakers: Viviendo al Límite es un film imperdible. Además, de ahora en adelante, y gracias a otra de las enormes secuencias (¿La secuencia del año?), ahora escucharán a Britney Spears de otra manera.

calificacion_4

Por Matías Orta

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